– ?Bien! -exclamo ella.
– ?Bien!
– Pues voy a lavarlos en el fregadero de la cocina.
– De acuerdo.
– Vale -respondio ella y salio reculando del lavabo.
Lo dejo alli de pie, moviendo una mano debajo del agua, mientras esperaba a que saliera caliente.
Una vez en la cocina, metio la ropa dentro del fregadero y abrio el grifo. Observo como la sangre y diminutos trozos de piel y, Santo cielo trozos de cerebro -estaba casi segura- se colaban por el desague. El hecho de que el cuerpo humano pudiera sangrar tanto le sorprendio. Habia oido decir que teniamos tres litros y medio de sangre en nuestro interior, pero a Celeste siempre le habia parecido que debian de ser muchos mas. Cuando iba a cuarto de primaria, tropezo mientras correteaba por un parque con sus amigos. Al intentar parar el golpe se clavo en la palma de la mano una botella rota que apuntaba hacia arriba y sobresalia del cesped. Todas las arterias principales y las venas de la mano resultaron heridas de gravedad y solo se recuperaron poco a poco durante los diez anos siguientes gracias a su juventud. Aun asi, hasta que no cumplio los veinte, no recupero el sentido del tacto en los cuatro dedos, Sin embargo, lo que mas recordaba era la sangre. Cuando habia levantado el brazo del cesped, sacudiendo el codo como si acabara de darse un golpe en el hueso de la alegria, la sangre le salia a borbotones de la mano herida, y dos de sus amigos habian empezado a gritar. Al llegar a casa, habia llenado el fregadero de sangre mientras su madre llamaba a una ambulancia. Una vez dentro, le habian cubierto la mano con una venda tan gruesa como sus pantorrillas y en menos de dos minutos las gasas ya se habian vuelto de color rojo. En el hospital, se habia tumbado en una camilla blanca y se habia dedicado a observar como las arrugas de la sabana formaban pequenos agujeros que se iban volviendo de color rojo. Cuando la camilla estaba a rebosar, la sangre empezo a gotear y acabo formando charcos en el suelo. Su madre tuvo que gritar lo suficientemente alto y durante un buen rato para que uno de los residentes de la sala de urgencias decidiera que Celeste deberia ocupar el primer puesto de la cola. Toda aquella sangre procedia de una sola mano.
Y ahora, era la sangre de una cabeza. Todo porque Dave habia golpeado el rostro de otro ser humano y le habia aplastado el craneo contra el suelo. Estaba convencida de que se habia puesto histerico a causa del miedo. Coloco las manos enguantadas debajo del agua y volvio a comprobar que no hubiera ningun agujero. No habia ninguno. Vertio liquido lavavajillas sobre la camiseta, la frego con el estropajo de aluminio y la retorcio; fue repitiendo todo el proceso hasta que el agua que goteaba de la camiseta al estrujarla era transparente, y no de color rosa. Hizo lo mismo con los pantalones vaqueros y cuando acabo, Dave ya habia salido de la ducha y se habia sentado a la mesa de la cocina con una toalla enrollada alrededor de la cintura; se estaba fumando unos de aquellos cigarrillos largos y blancos que su madre se habia dejado en el armario, bebia una cerveza y la miraba con atencion.
– La he cagado -dijo con dulzura.
Ella asintio con la cabeza.
– Lo que quiero decir -susurro- es que cuando uno sale tiene otras expectativas, no se, buen tiempo, sabado por la noche… -Se puso en pie y se le acerco; despues se apoyo en el horno y observo como escurria la pernera izquierda de los vaqueros-. ?Por que no usas la lavadora de la despensa?
Le observo y se dio cuenta de que la cuchillada que tenia en el costado se habia vuelto de color blanco arrugado despues de la ducha. Sintio una necesidad nerviosa de reirse. Trago saliva para contener la risa y respondio:
– Porque quiero eliminar las pruebas, carino.
– ?Las pruebas?
– Bien, no lo se seguro, pero me imagino que la sangre y todo lo demas es mas facil que se quede pegada en el interior de la lavadora que en el desague del fregadero.
Silbo en voz baja y exclamo:
– ?Pruebas!
– Pruebas -repitio, pero esa vez sonriendo, sintiendose parte de la conspiracion y del peligro, de algo grande e importante.
– ?Caramba, nena! -exclamo-. ?Eres un genio!
Acabo de escurrir los pantalones, cerro el grifo he hizo una pequena reverencia.
Eran las cuatro de la madrugada, pero hacia anos que no se sentia tan despierta. Era una sensacion parecida a la de la manana del dia de Navidad a la edad de ocho anos. Su sangre era pura cafeina.
Uno se habia pasado la vida esperando que sucediera algo asi, e intentaba convencerse a si mismo que no era verdad, pero lo era. Estar implicado en un drama. Pero no el drama de las facturas sin pagar y de las pequenas y ensordecedoras disputas maritales. No. Esto si que era la vida real. De hecho, era mas grande que la vida real, era hiperreal. Existia la posibilidad de que su marido hubiera matado a un hombre malo. Y si en realidad estaba muerto, la policia tendria mucho interes en conocer a la persona que lo habia hecho. Y si en algun momento las pistas les llevaban a su casa, a Dave, necesitarian pruebas.
Ya se los imaginaba sentados a la mesa de la cocina, con las libretas abiertas, oliendo a cafe y a los bares de la noche anterior, haciendo preguntas a Dave y a ella. A pesar de que estaba segura de que se comportarian con educacion, le infundirian miedo. Dave y Ella tambien serian educados e imperturbables.
Porque todo se basaba en las pruebas. Y ella acababa de hacer desaparecer las pruebas por el desague del fregadero de la cocina y por el oscuro alcantarillado. Por la manana, desmontaria el tubo del desague y tambien lo lavaria; tiraria lejia por dentro del tubo y lo volveria a colocar en su sitio. Pondria la camisa y los pantalones vaqueros dentro de una bolsa de basura y la esconderia hasta el martes por la manana; entonces la lanzaria a la parte trasera del camion de la basura y alli seria aplastada, estrujada y prensada junto con los huevos podridos, los pollos pasados y el pan seco. Haria todo eso y se sentiria mas importante y se encontraria mejor de lo que se encontraba habitualmente.
– Te hace sentir solo -confeso Dave.
– ?El que?
– Hacerle dano a alguien -contesto con dulzura.
– Pero no tenias mas remedio.
Asintio con la cabeza. En la penumbra de la cocina, la piel se le veia de color gris. Aun asi, parecia mas joven, como si acabara de salir del vientre de su madre y respirara con dificultad.
– Ya lo se. Era la unica alternativa. Sin embargo, te hace sentir solo. Te hace sentir…
Celeste le acaricio la cara y a el se le marco la nuez de la garganta mientras tragaba saliva.
– …como un extrano- anadio
5. CORTINAS DE COLOR NARANJA
El domingo a las seis de la manana, cuatro horas y media antes de que su hija Nadine hiciera la Primera Comunion, Jimmy Marcus recibio una llamada de Pete Gilibiowski desde la tienda, diciendole que ya estaba a punto.
– ?A punto? -Jimmy se sento en la cama y miro el reloj-. ?Pete, joder, son las seis de la manana! Si Katie y tu ya estais nerviosos a las seis, ?como vais a estar a las ocho cuando la gente empiece a entrar en la iglesia?
– Ese es el problema, Jim. Katie no esta aqui.
– ?Como dices? -Jimmy aparto el edredon y salio de la cama.
– Que Katie no esta. En teoria, tenia que venir a las cinco y media, ?no es asi? Le he dicho al repartidor de donuts que se esperara ahi afuera y todavia no he preparado el cafe porque…
– ?Aja! -exclamo Jimmy, y fue pasillo abajo en direccion al dormitorio de Katie, sintiendo las corrientes de aire frio de la casa en los pies, ya que las mananas de mayo aun tenian la frialdad propia de las tardes de marzo.
– … un grupo de obreros de la construccion, de esos que van de bar en bar, que beben en los parques y que se llenan el cuerpo de anfetaminas, se han presentado a las seis menos veinte y se han acabado el torrefacto colombiano y el frances, y los pasteles tienen una pinta horrible. ?Cuanto les pagas a esos chicos para que trabajen el sabado por la noche, Jim?
– ?Aja!-repitio Jim, y despues de llamar brevemente a la puerta del dormitorio de Katie, la abrio de par en