par.
La cama estaba vacia, mucho peor, estaba hecha, lo que indicaba que no habia dormido alli la noche anterior.
– … porque o les aumentas el sueldo o les das una patada en el culo -anadio Pete-. Tardare mas de una hora en hacer los preparativos antes de que pueda… ?Como esta, senora Carmody? El cafe ya esta en el fuego, querida. Estara listo enseguida.
– Voy hacia alli -declaro Jimmy.
– Ademas, los periodicos del domingo aun estan amontonados, con las circulares encima, hechos una porqueria y…
– Te acabo de decir que voy para alla.
– ?De verdad, Jim? Gracias.
– ?Pete? Llama a Sal y preguntale si puede ir a las ocho y media en vez de a las diez.
– ?Como?
AI otro lado de la linea, Jimmy oyo el sonido ininterrumpido de una bocina, y exclamo:
?Pete, por el amor de Dios, haz el favor de abrirle la puerta! ?Que quieres, que se pase todo el dia ahi con los donuts?
Jimmy colgo y se dirigio de nuevo hacia el dormitorio, Annabeth estaba sentada en la cama, destapada y bostezando.
– ?Llamaban de la tienda? -pregunto, aunque las palabras se le entremezclaron con un largo bostezo.
Asintio con la cabeza y anadio:
– Katie no ha aparecido por alli.
– Precisamente hoy -dijo Annabeth-, el dia de la Primera Comunion de Nadine, va y no se presenta al trabajo. ?Que pasara si no va a la iglesia?
– Estoy seguro de que ira.
– No se, Jimmy. Si ayer por la noche se emborracho tanto que no ha ido ni a la tienda, nunca se sabe…
Jimmy se encogio de hombros. Era inutil hablar con Annabeth cuando se trataba de Katie. Annabeth solo tenia dos maneras de tratar a su hijastra: o estaba enfadada con ella y se mantenia distante o estaba euforica porque eran las mejores amigas del mundo. No habia punto medio y Jimmy sabia, con un pequeno sentimiento de culpa, que casi toda la confusion era consecuencia de que Annabeth apareciera en escena cuando Katie tenia siete anos, y apenas se habia recuperado de la muerte de su madre. Katie agradecio sin tapujos y con sinceridad que hubiera una presencia femenina en el piso solitario que habia compartido con su padre. Sin embargo, la muerte de su madre tambien le habia afectado. Jimmy sabia que, aunque no era irreparable, le habia afectado mucho, y cada vez que, a lo largo de todos aquellos anos, el sentimiento de perdida se deslizaba de nuevo por las paredes de su corazon, Katie solia desahogarse con Annabeth que, como madre, nunca estuvo a la altura de lo que el fantasma de Marita era o habria sido.
– ?Por el amor de Dios, Jimmy! -exclamo Annabeth, mientras Jimmy se ponia una sudadera por encima de la misma camiseta con la que habia dormido e iba en busca de sus vaqueros-. ?No me digas que te vas a la tienda!
– Solo una hora -Jimmy encontro sus pantalones enrollados alrededor de la pata de la cama-. Dos, como maximo. De todos modos, Sal tenia que sustituir a Katie a las diez. Pete ya le esta llamando para ver si puede ir antes.
– Sal tiene mas de setenta anos.
– Por eso mismo. ?Te crees que va a estar durmiendo? Estoy convencido de que la vejiga lo desperto a las cuatro de la madrugada y que ha estado viendo Clasicos del Cine desde entonces.
– ?Mierda! -Annabeth acabo de apartar las sabanas y salio de la cama-. ?Joder con Katie! ?Tambien va a fastidiarnos un dia como hoy?
Jimmy noto que el cuello se le tensaba, y le pregunto:
– ?Cuando fue la ultima vez que Katie nos fastidio un dia? Annabeth le mostro el dorso de la mano al tiempo que se dirigia hacia el cuarto de bano y le pregunto:
– ?Tienes alguna idea de donde puede estar?
– En casa de Diane o de Eve -respondio Jimmy, pensando todavia en el gesto despectivo que le habia hecho al pasar la mano por encima del hombro. Annabeth, el amor de su vida, sin duda, no tenia ni idea de lo fria que podia llegar a ser a veces, ni idea (y eso era caracteristica de toda la familia Savage) de hasta que punto sus momentos y esta dos de animo negativos podian afectar a los demas-. Quiza este en casa de algun novio.
– ?Tu crees? ?Con quien sale ultimamente?
Annabeth abrio el grifo de la ducha, se echo un poco para atras y espero a que el agua saliera caliente.
– Me imaginaba que tu lo sabrias mejor que yo.
Annabeth revolvio el botiquin en busca de la pasta de dientes, nego con la cabeza y anadio:
– Dejo de salir con el Pequeno Cesar en noviembre. Eso ya me provoco
Jimmy, que se estaba poniendo los zapatos, sonrio. Annabeth siempre llamaba a Bobby O'Donnell «Pequeno Cesar», a no ser que le llamara algo peor, y no solo porque quisiera parecer un ganster y tuviera una mirada fria, sino porque era bajito y gordo como Edward G. Robinson. Aquellos habian sido unos meses muy tensos; Katie habia empezado a salir con el el verano anterior y los hermanos Savage habian dicho a Jimmy que, si era necesario, le cortarian la polla; Jimmy no estaba muy seguro de si era debido a que sentian repulsion moral por hecho de que su estimada sobrina saliera con semejante cabronazo, o porque Bobby O'Donnell se habia convertido en un rival demasiado importante.
Sin embargo, Katie fue la que decidio poner fin a la relacion, y aparte de de un monton de llamadas a las tres de la madrugada y de una escena un poco violenta en Navidades, cuando Bobby y Roman Fallow se presentaron en el porche delantero, las secuelas de la ruptura no habian sido demasiado dolorosas.
El odio que Annabeth sentia por Bobby O'Donnell divertia a Jimmy en cierta manera, ya que a veces se preguntaba si Annabeth odiaba a Bobby no solo porque se pareciera a Edward G. y porque se hubiera acostado con su hijastra, sino porque era un criminal de pacotilla en comparacion con sus hermanos, que Annabeth creia que eran sin duda profesionales; ademas, sabia que Jimmy tambien lo habia sido antes de que Marita muriera.
Marita habia muerto catorce anos atras, mientras Jimmy cumplia una sentencia de dos anos en el Correccional Deer Island de Winthrop. Un sabado de visita, mientras una Katie de cinco anos se movia sin parar en su regazo, Marita conto a Jimmy que un lunar que tenia en el brazo se le habia oscurecido ultimamente y que tenia intencion de ir a ver a un medico de la clinica comunitaria. «Solo para asegurarme de que todo va bien», le habia dicho. Cuatro sabados mas tarde, ya habia empezado el tratamiento de quimioterapia. Seis meses despues de haberle contado lo del lunar, ya estaba muerta..Jimmy se habia visto obligado a contemplar la destruccion del cuerpo de su mujer sabado tras sabado desde el otro lado de una mesa de madera oscura, cubierta de quemaduras de cigarrillos, sudor, manchas de semen, y de los lamentos y de toda la mierda de los convictos durante mas de un siglo. Durante el ultimo mes de su vida, Marita estaba demasiado enferma para ir a verle, demasiado debil para escribirle, y Jimmy tuvo que conformarse con llamadas telefonicas durante las que Marita estaba agotada, drogada o ambas cosas. Normalmente, ambas.
– ?Sabes con lo que sueno? -le confeso una vez que ya hablaba con dificultad-. Cada vez pienso mas en ello.
– ?En que, carino?
– En cortinas de color naranja. Cortinas de color naranja amplias y tupidas… -se relamio los labios y Jimmy oyo el ruido que hizo al tragar saliva-, que ondean al viento, colgando de unas altas barras, Jimmy. Solo ondean al viento. No hacen nada mas que ondear, ondear, ondear. Cientos de ellas en ese campo tan grande. Ondean a lo lejos…
Espero a que prosiguiera, pero ya habia acabado, y como no queria que Marita se quedara dormida a media conversacion, como ya habia hecho muchas otras veces, le pregunto:
– ?Como esta Katie?
– ?Eh?
– ?Que tal Katie, carino?
– Tu madre nos cuida muy bien. Esta triste.