consolarme?
– Yo no…
Sean hizo un gesto con la mano para indicar que no le suponia ningun esfuerzo.
– Se lo agradezco. ?Que va a hacer?
– Vaya ir a ver a mi madre.
– ? De verdad?
Asintio con la cabeza y anadio:
– Hoyes su cumpleanos. Lo celebrare con ella y con el viejo.
– jAja! -exclamo-. ?Cuanto tiempo hace que esta divorciado?
– ?Se nota?
– Lo lleva escrito en la frente.
– De hecho, separado. Debe de hacer poco mas de un ano.
– ? Ella vive aqui?
– Ya no. Viaja.
– Ha dicho
– ? Si? -se encogio de hombros.
Levanto una mano y confeso:
– No me gusta nada hacerle esto: intentar quitarme a Katie de la cabeza a su costa. Asi pues, no tiene por que responder a ninguna de mis preguntas. Solo soy un poco curiosa y usted es un tipo interesante.
– No, no lo soy -esbozo una sonrisa-. De hecho, soy muy aburrido, senora Marcus. Si no fuera por mi trabajo, no seria nadie.
– Annabeth -espeto-. Llameme Annabeth, haga el favor.
– Si, claro.
– Me cuesta mucho creer que sea tan aburrido, agente Devine. Sin embargo, ?sabe lo que me choca de usted?
– ?El que?
Cambio de posicion, se le quedo mirando y respondio:
– Pues que no me parece el tipo de persona que acusara a nadie por multas inexistentes.
– ?Por que?
– Porque es infantil-contesto-. y usted no me parece infantil en absoluto.
Sean se encogio de hombros. El creia que todo el mundo era infantil en un momento u otro de la vida. Era a lo que uno solia recurrir cuando la mierda se amontonaba.
En mas de un ano, nunca habia hablado de Lauren con nadie: ni con sus padres ni con sus contados amigos dispersos, ni siquiera con el psicologo de la policia con el que el comandante le habia hecho mantener una pequena conversacion, cuando la comisaria entera ya se habia enterado de que Lauren se habia marchado de casa. No obstante, alli estaba Annabeth, una extrana que habia sufrido una perdida, haciendole preguntas sobre su propia perdida, con la necesidad de entenderlo, de compartirlo, o algo parecido; con la necesidad de saber, se imagino Sean, que no era la unica.
– Mi mujer es empresaria teatral -explico Sean con tranquilidad-. y tiene que ir de gira, ?sabe? El ano pasado, se encargo de la gira estatal de
– Sin embargo, la amaba -repuso Annabeth. El hizo un gesto de asentimiento y dijo:
– Toda via la amo -tomo aire, se recosto en la silla, y lo expulso-.
El tipo al que le mande las multas…
Se le seco la boca, movio la cabeza de un lado a otro, y sintio un deseo repentino de abandonar el porche y la casa.
– ?Era un rival? -pregunto Annabeth con un tono de voz suave. Sean cogio un cigarrillo del paquete, lo encendio, hizo un gesto de asentimiento y repuso:
– Lo ha definido muy bien. Si, digamos que era un rival. Ademas, mi mujer y yo estabamos pasando una mala epoca. Ninguno de los dos pasaba mucho tiempo en casa, y el rival ese aprovecho la oportunidad.
– Y usted se lo tomo mal-dijo Annabeth.
Fue una afirmacion, no una pregunta.
Sean puso los ojos en blanco y le pregunto: -?Conoce a alguien que se lo tome bien?
Annabeth le miro con dureza, como si deseara sugerirle que el sarcasmo no iba con el, o que a ella no le gustaba demasiado.
– No obstante, todavia la quiere.
– ?Claro! Ademas, creo que ella aun me ama -apago el cigarrillo-. Me llama continuamente. Me llama por telefono, pero no me dice nada.
– Espere, ? me esta… _
– Ya lo se.
– … intentando decir que le llama pero que no habla?
– Eso es. Debe de hacer unos ocho meses que dura.
Annabeth se rio y exclamo:
– ?No se ofenda, pero hacia tiempo que no me contaban algo tan extrano!
– No se lo pienso discutir. -Vio como una mosca se acercaba y se apartaba de la bombilla pelada-. Supongo que un dia de estos me dira algo. Es la unica esperanza que me queda.
Oyo como su propia risa forzada se desvanecia en la oscuridad y el eco le hizo sentirse violento. Asi pues, permanecieron en silencio durante un rato, fumando, escuchando el zumbido de la mosca al precipitarse contra la luz.
– ?Como se llama? -pregunto Annabeth-. En todo este rato que hemos estado hablando, no ha pronunciado su nombre ni una sola vez.
– Lauren -contesto el-. Se llama Lauren.
Su nombre, cual hilo suelto de telarana, floto en el aire por un instante.
– ?La amaba desde que eran ninos?
– Desde el primer ano de la universidad -respondio-. Si, supongo que por aquel entonces eramos ninos.
Recordo una tormenta de noviembre, cuando se besaron por primera vez en un portal, sintiendo la carne de gallina de su piel, ambos temblando.
– Tal vez ese sea el problema -repuso Annabeth.
– ? Que ya no seamos ninos? Sean la miro.
– Como minimo, uno de los dos -apunto. Sean no le pregunto a cual de los dos se referia.
– Jimmy me ha dicho que usted le conto que Katie planeaba fugarse con Brendan Harris.
Sean asintio con la cabeza.
– Bien, de eso se trata, ?no es verdad? Sean se dio la vuelta en la silla y pregunto:
– ?De que?
Expulso el humo en direccion a la cuerda vacia de tender y respondio:
– De esos suenos tontos que tenemos cuando somos jovenes. ?Como iban a ganarse la vida Katie y Brendan Harris en Las Vegas? ?Cuanto tiempo habria durado ese pequeno eden? Es posible que incluso hubieran conseguido una caravana mejor para vivir, que fueran en busca del segundo hijo, pero tarde o temprano se habrian dado cuenta: la vida no consiste en ser siempre feliz, en doradas puestas de sol y tonterias parecidas. La vida es trabajo. La persona que amamos rara vez se merece todo el amor que le damos, porque nadie vale tanto en realidad, y quiza tampoco merezca tener que cargar con ello. Uno acaba por sufrir una decepcion. Se desilusiona, deja de confiar y tiene que aguantar muchos dias malos. Pierde mas de lo que gana, y acaba por odiar a la persona que ama en la misma medida que la ama. Sin embargo, uno se arremanga y se pone a trabajar, en todos los aspectos, porque eso forma parte del proceso de hacerse mayor.
– Annabeth -mascullo Sean-. ?Le han dicho alguna vez que es usted una mujer muy fuerte?
Se volvio hacia el, con los ojos cerrados y una sonrisa distraida. -Me lo dicen continuamente.
Aquella noche, Brendan Harris entro en su dormitorio y tuvo que enfrentarse con la maleta de debajo de la