Jimmy abrio los ojos de par en par.
– ?Jimmy? ?Que Dios tenga piedad de mi! -exclamo Celeste.
Sean observaba a Brendan Harris desde el otro lado de su escritorio. El chico parecia confundido, cansado y asustado, tal y como lo queria Sean. Habia mandado a dos agentes para que lo recogieran en su casa y lo llevaran hasta alli; despues le habia ordenado que se sentara al otro lado de la mesa mientras el iba leyendo en la pantalla del ordenador toda la informacion que habia obtenido sobre el padre del chico, tomandoselo con calma, sin prestarle ninguna atencion, y permitiendole que siguiera alli sentado y se pusiera nervioso.
Se volvio de nuevo hacia la pantalla, le dio un golpecito a la tecla de avance de pagina con el lapiz, con la unica intencion de darse importancia, y le ordeno:
– Cuentame cosas de tu padre, Brendan.
– ?Como dice?
– Que me cuentes cosas de tu padre, de Raymond padre. ?Te acuerdas de el?
– Muy poco. Solo tenia seis anos cuando nos abandono.
– Entonces, ?no te acuerdas de el?
Brendan se encogio de hombros y contesto:
– Recuerdo pequenas cosas. Cuando estaba borracho solia entrar en casa cantando. Una vez me llevo al parque del lago Canobie y me compro algodon azucarado; me comi la mitad y cuando me monte en el tiovivo no pare de vomitar. No estaba mucho en casa, de eso si que me acuerdo. ?Por que?
Sean, con la mirada puesta otra vez en la pantalla, le pregunto:
– ?Que mas recuerdas?
– No se. Olia a cerveza y a chicle de menta. El…
Sean percibio una sonrisa en la voz de Brendan, alzo la mirada, y vio que esta se deslizaba suavemente por su rostro.
– ?Que mas, Brendan?
Brendan cambio de posicion, con la vista fija en algo que no estaba en el cuarto, ni siquiera en el huso horario corriente.
– Solia llevar un monton de monedas, ?sabe? Le abultaban los bolsillos y hacian ruido al andar. Cuando era nino, me sentaba en la sala de estar de la parte delantera de la casa. Era un lugar diferente del que vivimos ahora. Era una casa bonita. Me sentaba alli a eso de las cinco de la tarde y cerraba los ojos hasta que le oia llegar acompanado del tintineo de las monedas. Entonces salia disparado de la casa para verle y si llegaba a adivinar cuanto dinero llevaba en el bolsillo, aunque no lo acertara con exactitud, me lo daba; -Brendan sonrio y nego con la cabeza-. ?Siempre tenia cambio!
– ?Recuerdas alguna pistola? -pregunto Sean-. ?Tu padre tenia pistola?
La sonrisa se le congelo y miro a Sean con los ojos entornados como si no comprendiera su idioma.
– ?Que?
– ?Tu padre tenia una pistola?
– No.
Sean asintio y anadio:
– Pareces estar muy seguro, a pesar de que solo tenias seis anos cuando se marcho.
Connolly entro en la sala con una caja de carton bajo el brazo. Se dirigio hacia Sean y deposito la caja sobre la mesa de Whitey.
– ?Que hay dentro? -pregunto Sean.
– Un monton de cosas -contesto Connolly, examinando el interior-. Informes de la Policia Cientifica, de los de Balistica, analisis de huellas dactilares, la cinta de la conversacion telefonica… Muchas cosas.
– Eso ya lo has dicho. ?Hay alguna novedad en cuanto a las huellas?
– No corresponden a nadie que tengamos fichado en el ordenador.
– ?Lo has comprobado en la base nacional de datos?
– Si, y en la de Interpol -respondio Connolly-. Y nada. Hay una huella impecable que encontrarnos en la puerta. Es de un dedo pulgar. Si es la del asesino, es bajo.
– Bajo -repitio Sean.
– Si, bajo. Sin embargo, podria ser de cualquiera. Conseguimos seis huellas claras, pero no corresponden a nadie que este fichado.
– ?Has escuchado la cinta?
– No. ?Deberia haberlo hecho?
– Connolly, deberias familiarizarte con cualquier cosa que guarde relacion con el caso, hombre.
Connolly asintio y pregunto:
– ?Usted piensa escucharla?
– Para eso ya te tengo a ti -contesto Sean. Luego se volvio hacia Brendan Harris-. Estabamos hablando de la pistola de tu padre.
– Mi padre no tenia pistola -replico Brendan.
– ?De verdad que no?
– De verdad.
– ?Que raro! -exclamo Sean-. Entonces supongo que nos han informado mal. A proposito, Brendan, ?solias hablar mucho con tu padre?
Brendan nego con la cabeza, y respondio:
– No. Nos dijo que salia a tomar una copa y nunca regreso. Nos abandono a mi y a mi madre, y eso que ella estaba embarazada.
Sean, asintiendo como si el mismo pudiera sentir el dolor, comento:
– Sin embargo, tu madre nunca comunico su desaparicion a la policia.
– Porque no habia desaparecido -espeto Brendan, con una expresion airada en los ojos-. Le habia dicho a mi madre que no la amaba, y que siempre le estaba agobiando. Dos dias mas tarde, se marcho.
– ?Nunca intento encontrarle ni nada de eso?
– No, como le mandaba dinero, a la mierda con el.
Sean aparto el lapiz del teclado y lo dejo sobre la mesa. Observo a Brendan Harris, intentando obtener informacion del chico, ya que solo conseguia sacarle indicios de depresion y de ira acumulada.
– ?Os mandaba dinero?
Brendan asintio y contesto:
– Una vez al mes, religiosamente.
– ?Desde donde?
– ?Que?
– ?Desde donde enviaba los sobres de dinero?
– Desde Nueva York.
– ?Siempre?
– Si.
– ?En metalico?
– Si. Casi siempre nos mandaba quinientos dolares al mes. En navidades, nos mandaba mas.
– ?Alguna vez os mando alguna nota? -pregunto Sean.
– No.
– Entonces, ?como sabes que lo mandaba el?
– ?Quien mas iba a mandarnos dinero una vez al mes? Se sentia culpable. Mi madre siempre decia que el era asi: que hacia cosas malas, y que como luego se arrepentia, ya no contaban, ?sabe?
– Me gustaria ver algunos de esos sobres -declaro Sean.
– Mi madre siempre los tira.
– ?Mierda! -exclamo Sean, apartando la pantalla del ordenador fuera de su angulo de vision.
Los detalles del caso estaban empezando a molestarle: que Dave BoyIe fuera sospechoso, que Jimmy Marcus fuera el padre de la victima, que a esta la hubieran asesinado con la pistola del padre de su novio. Ademas habia algo mas que le fastidiaba, aunque no tuviera nada que ver con el caso.
– Brendan -dijo-, si tu padre abandono la familia cuando tu madre estaba embarazada, ?por que le puso el