— Completamente cierto — dijo Bolotnikov —. He pensado mucho sobre esto. Esta claro que la poblacion de su planeta se divide en dos tipos distintos: unos altos y otros bajos.

Los de estatura alta tratan con desprecio a los de baja… Es posible que los de estatura baja sean salvajes.

— ?Salvajes? ?En el planeta donde esta tan altamente desarrollada la tecnica de los vuelos interestelares?

— ?Que tiene que ver esto? Perdoneme, pero no es usted logico. ?Acaso en la Tierra la tecnica tiene un nivel bajo? ?Las personas estan todas al mismo nivel? ?Acaso entre nosotros no hay pueblos que solo ahora comienzan a incorporarse a la civilizacion? ?Y cual es la situacion en America del Sur, en Australia, en las islas del Oceano Pacifico?

— Pero nosotros no los despreciamos.

— He aqui donde esta el quid. Donde esta la diferencia.

— No se — dijo pensativo Muratov —. Si usted esta en lo cierto, Nikolai… perdone.

Nikolai Adamovich, entonces sus palabras conducen a un pensamiento desagradable.

Bolotnikov movio la cabeza.

— Justo — dijo —, muy desagradable. La conducta de Guianeya en relacion con personas como yo, no se puede calificar nada mas que con la palabra «desprecio». Este desprecio solo pudo surgir de la conciencia de su superioridad. El origen de la conducta de Guianeya radica en que en su planeta existe la division de la sociedad en senores y esclavos.

«Presentarse ante nosotros como una senora, he aqui su objetivo», recordo Muratov las palabras de Leguerier.

— ?No es demasiado fuerte? — pregunto con vacilacion Muratov estando en su interior de acuerdo con la conclusion del profesor.

— Estaria contento si me equivocara — contesto Bolotnikov.

«Leguerier es de alta estatura — penso Muratov — y yo todavia mas. Stone es muy alto, Marina pasa en mucho la talla femenina media. Todos a los que Guianeya presta su atencion son iguales en este caso. ?Es posible que Bolotnikov tenga razon? ?Pero esto pasa de la raya! Entonces la misma Guianeya seria una salvaje».

— ?Es incompatible el regimen de esclavitud con los vuelos cosmicos! — dijo en voz alta —. En sus palabras sin duda alguna hay algo de verdad. Pero me parece que el caso es mucho mas complicado y delicado. No queda mas remedio que pensar.

— Piense — contesto bondadosamente el profesor —, esto siempre es util.

Muratov llego a Poltava con un retraso de veinticuatro horas por la manana, en el dia de la toma de tierra de la Sexta expedicion lunar.

Queria recibir a la expedicion porque formaba parte de ella Serguei, y Muratov hacia mucho tiempo que no habia visto al amigo de la juventud y lo echaba de menos.

Fiel a su promesa iba a buscar inmediatamente a Bolotnikov, que se alegro mucho de su llegada.

A la pregunta de que si, como el queria, habia conocido a Guianeya, el profesor explico muy ofendido que Marina habia intentado presentarle a Guianeya, pero que esta volvio la espalda e incluso no contesto al saludo. Bolotnikov ofendido se aparto inmediatamente de ella.

Era muy pequeno de estatura y la extrana antipatia de Guianeya se manifesto en todo su «esplendor».

Esta tesonera «ineducacion» era dificil de explicar, cuanto mas que Guianeya se portaba en todo lo demas modesta y cortesmente. Ya llevaba viviendo en la Tierra ano y medio y era hora de comprender que aqui no habia ni «senores» ni «esclavos». Para esto se necesitaba el espiritu de observacion mas elemental y superficial.

?Y no obstante!..

Despues de despedirse de Bolotnikov, Muratov se dirigio a la casa en la que vivian Marina y Guianeya. No era dificil encontrarla ya que todo el mundo sabia donde paraba la huesped del cosmos.

Muratov estaba emocionado cuando se encontro ante la puerta. ?Como le recibiria Guianeya? ?A lo mejor estaba ofendida por la falta de deseo de Muratov de encontrarse con ella? Y de hecho no habia ninguna causa que justificara su terquedad. Guianeya estaba acostumbrada a que sus deseos se cumplieran inmediatamente.

Llamo a la puerta con los nudillos ya que no vio en ninguna parte el boton del timbre, pero nadie le contesto. Espero un poco, y al cabo de un rato empujo la puerta y entro.

En casa no habia nadie.

En el comedor vio las huellas del desayuno que todavia estaban sin recoger. Sin duda alguna las dos muchachas salieron de prisa. Encima de la mesa habia una nota escrita por Marina.

Muratov leyo:

«Querido Viktor: Si vienes a visitarnos y no estamos, es que hemos salido, para Selena.

Guianeya quiere visitar la ciudad. Nos veremos en el cohetodromo».

No habia ninguna firma.

Muratov arrojo con desilusion la nota. Queria que su primera conversacion con Guianeya fuera sin testigos, y no en el cohetodromo, entre la gente…

«Si vienes… y hemos salido», repitio enfadado las palabras de la nota ?Y eso se llama linguista! La manera bien conocida de su hermana de escribir cartas como si fuera intencionadamente en pugna con las reglas de la gramatica, lo molesto.

Salio de casa. Pero no habia dado nada mas que unos pasos, se detuvo y… regreso.

Como ocurre con frecuencia, recordo de repente que en la mesa vio no solo la nota de su hermana, sino tambien un dibujo, que entonces no le llamo la atencion, y ahora inesperadamente surgio en su memoria. Habia algo muy conocido en este dibujo.

Entro de nuevo en la misma habitacion y se acerco a la mesa.

La memoria no lo habia enganado. Alli estaba un album abierto que por lo visto pertenecia a Guianeya.

Muratov no considero bien examinar todo el album, pues no sabia si esto le agradaria a Guianeya. Pero la pagina abierta el podia mirarla, teniendo ademas en cuenta que Guianeya sabia que el podia venir en su ausencia.

Estaba dibujado a toda pagina un paisaje de Hermes con sus rocas tenebrosas, el cielo estrellado y un extremo del disco del observatorio. En primer plano se veia una persona con escafandra que mantenia en sus brazos a otra. A juzgar por la forma cubica del casco esta era la misma Guianeya. Estaba representado el momento cuando Muratov saco a Guianeya de la camara de salida del observatorio para llevarla a la astronave insignia de la escuadrilla.

El dibujo estaba hecho con mano maestra. Muratov reconocio los rasgos de su cara que se veian a traves del «cristal» del casco.

«Tiene una memoria admirable — penso Muratov — ya que ha pasado ano y medio desde entonces».

Estaba claro que Guianeya lo habia dibujado recientemente, con probabilidad hoy mismo. Esto significaba que pensaba en el, que esperaba su llegada. Y era casi seguro que hubiera dejado a proposito el album abierto por esta pagina, para que lo viera.

«Pienso en usted y le quiero ver» — asi se podia interpretar esto si se tratara de una mujer de la Tierra. Pero Guianeya tenia otras ideas, otras costumbres. Los motivos de sus actos no siempre eran comprensibles.

«Quien la comprende — penso Muratov —. Es posible que esto signifique lo contrario:

«No le quiero ver, no he olvidado la ofensa». O alguna otra cosa, que no era posible averiguar.

Con indecision mantenia el album en las manos. Si Guianeya habia dibujado de memoria este episodio, entonces podia recordar y grabar otros. Mas de la mitad del album estaba lleno. ?Y si ella hubiera dibujado una vista de su patria?

A Muratov le temblaban las manos. No habia mas que volver una pagina y era posible que viera lo que nunca habia visto el ojo humano.

Marina decia que Guianeya dibujaba con frecuencia pero que nunca mostraba sus dibujos.

La tentacion era grande…

Pero a pesar de todo Muratov vencio la curiosidad apremiante y dejo el album en su sitio.

El abusar de la confianza de la huesped seria una accion indigna. Probablemente estaba convencida de que nadie sin su permiso miraria el album. Guianeya ya conocia a las personas de la Tierra y creia en ellas.

«Era posible que ella misma mostrara los dibujos si se le pidiera».

Pero la esperanza timida carecia claramente de fundamento. Una vez Marina se lo pidio, pero ni tan

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