siquiera obtuvo una negativa cortes. Guianeya ni le contesto.

Muratov se dirigio lentamente hacia la puerta.

Tuvo que hacer un enorme esfuerzo para no retroceder. Volver violando todas las leyes de la moral, honradez y hospitalidad ?y despues toda la vida renegando de si mismo!

Salio y cerro la puefta con violencia.

La Sexta expedicion debia de aterrizar a las siete de la tarde. Ahora solo eran las dos.

?Que iba a hacer durante estas cinco horas?

?Ir a Selena e intentar encontrar en la enorme ciudad a Marina y a su acompanante?

Esto no seria tan dificil. Donde apareciera Guianeya inmediatamente lo notarian.

Cualquier persona le indicaria donde buscarla. ?Pero estaba bien mostrar tan a las claras su impaciencia? ?No seria mejor verse en el cohetodromo como lo habia indicado Marina en la nota?

Muratov entro en un comedor y encargo una comida de cuatro platos para alargar el tiempo.

Mientras le servian abrio una revista con fecha de ayer. Como suponia en una de las paginas se encontraba el retrato de Guianeya. Estaba al pie de un monumento al lado de Marina. Su rostro reflejaba animacion y en sus labios se esbozaba una sonrisa.

?Que contraste entre esta Guianeya y la que recordaba Muratov! ?Como habia cambiado! No quedaba ni rastro de aquellos rasgos rigidos que le daban a su cara un aspecto de mascara. Ahora sabia con firmeza que entonces la cara de Guianeya, en el camino a la Tierra, era una mascara, la mascara tragica de la persona convencida de que lo que le espera puede ser triste y posiblemente terrible. ?Este algo era desconocido para las personas de la Tierra, pero proximo y real para Guianeya!

Si no fuera por la forma de los ojos y el matiz de la piel, Guianeya podia pasar por la hermana de Marina, pues era muy grande el parecido entre ellas. Ambas tenian los cabellos negros, ambas iban vestidas de blanco, ambas esbeltas y altas. Guianeya le llevaba media cabeza a Marina y parecia la mayor. Pero en realidad cuantos anos tenia, ningun terrestre lo sabia todavia.

Pronto se encontrarian. Ahora Muratov podia hablar con la huesped. Esto cambiaba en mucho sus futuras relaciones, ya que no le pasaria lo que antes cuando tuvo que explicar todo con gestos.

«Si no me vuelve la espalda como a Bolotnikov — penso Muratov —. Y esto puede suceder si se ha ofendido por mi falta de atencion.»

Pero en lo profundo del alma no creia que esto pudiera ocurrir asi. Le parecia que Guianeya lo habia dibujado en el album porque pensaba y queria esta entrevista.

«?Es interesante cual sera la reaccion de Guianeya cuando sepa que soy hermano de Marina!»

Rogo a su hermana que no dijera nada de esto, y estaba convencido de que su ruego habia sido cumplido. Guianeya todavia no sabia nada de su parentesco.

Los pensamientos de Muratov fueron interrumpidos por la aparicion del «camarero». Las manos mecanicas servian rapida y habilmente la mesa. Un sonido silbante apenas perceptible acompanaba cada movimiento. Era de una construccion antigua, los modelos de ultima produccion no emitian sonidos.

— ?Gracias! — dijo maquinalmente Muratov cuando los platos fueron puestos.

El robot «inclino la cabeza» y se marcho.

Muratov se sonrio. Los constructores habian incluso previsto esto.

Comio de prisa. Cada minuto aumentaba su impaciencia. Quieria con insistencia encontrarse lo antes posible con Guianeya, aclarar la duda mas importante: ?como lo trataria? Si los peores temores se confirmaban, este seria un golpe terrible.

Demasiadas esperanzas habian sido puestas en la renovacion de la vieja amistad, muchas e importantes cosas queria saber utilizando la antigua simpatia de Guianeya.

No cabia la menor duda de que Guianeya lo trataba con simpatia. Para esto era suficiente recordar el momento de su separacion. Entro entonces para despedirse de ella.

Por medio de senas le explico que se marchaba. Guianeya fue la primera en tender la mano, lo que antes nunca habia hecho. Vio la tristeza reflejada en sus ojos.

Era muy grande el parecido de esta muchacha de otro mundo con las personas terrestres. La diferencia era insignificante. Y no se podian interpretar sus gestos y expresiones de los ojos de otra forma que «como los de la Tierra».

?Y los innumerables ruegos de Guianeya de que Muratov viniera a visitarla! Esto tambien hablaba de su simpatia.

La comida fue en exceso abundante. Muratov no habia comido nada hoy, pero no pudo comer mas que la mitad.

Despues de haber apretado el boton que daba la senal para retirar la mesa, salio a la calle.

Habia «matado» solo media hora. Quedaban cuatro y media.

«Voy a Selena — decidio Muratov —. A proposito, nunca he estado alli. Paseare, vere la ciudad».

Volando se podia estar alli en cinco minutos. Pero con el fin de alargar el tiempo Muratov no subio a una de las numerosas estaciones de comunicaciones aereas locales que estaban cerca, y eligio el transporte mas lento: un vechebus urbano.

Pronto tuvo que lamentar su decision. La maquina se detenia con una frecuencia insoportable, entraban y salian los pasajeros. Como regla, el vechebus urbano se utilizaba solo para cortas distancias y Muratov tuvo que atravesar toda la ciudad que se extendia a muchas decenas de kilometros, pasar la vasta region entre Poltava y Selena, llena de fabricas automaticas, y solo entonces se encontraria en el lugar a donde se dirigia, pero en su rincon mas apartado.

— ?Cuanto se tarda en llegar al cohetodromo? — pregunto Muratov.

— Hora y media — le respondio la voz metalica del conductor automatico.

Dio un suspiro de resignacion y se arrellano en el blando sillon.

Varias personas miraron con asombro a Muratov.

?Que se asombren de su tonteria! Ellas no pueden comprender que se encuentra en la absurda situacion de la persona que no sabe en que emplear el tiempo. Esto era la primera vez que le ocurria en la vida.

Por fin Poltava quedo atras. Se extendian interminablemente los edificios uniformes de las fabricas. Ni un matorral verde, ni macizos de flores, nada en que pudiera detenerse la vista. Muros ciegos, sin ventanas.

Aqui no era necesaria la belleza: ?no habia personas!

2

Las personas, que se consagran al estudio de los problemas linguisticos, corrientemente pertenecen al tipo de cientificos de gabinete. Marina Muratova era la exclusion de esta regla. Poseia unas grandes dotes para la linguistica, admirable memoria, dominaba bien ocho idiomas y era aficionada al trabajo cientifico. Pero le gustaban tambien muchas otras cosas. La pintura, la musica y el deporte no ocupaban el ultimo lugar en su vida. El amor a los viajes, su paciencia y sociabilidad jugaron un papel destacado para que recayera en ella la eleccion del consejo cientifico del Instituto de cosmonautica que buscaba una amiga para Guianeya.

Marina dio su conformidad inmediatamente. Le atraia la tarea extraordinaria y dificil.

Sabia que para mucho tiempo, probablemente para anos, estaria alejada de los asuntos habituales, pero esto no la asustaba. Conocer otro idioma que no tenia nada de comun con los terrestres (segun ella pensaba), o ensenar a la huesped del cosmos el idioma terrestre, estar proxima a un ser extrano a la tierra que habia nacido y crecido en otro planeta, bajo la luz de otro sol, todo esto era muy atrayente para su romanticismo.

Marina no era vanidosa, y no influyo en su decision el hecho de que siendo amiga de Guianeya atraeria hacia si la atencion de todos los habitantes de la Tierra. Esto ni le paso por la imaginacion.

A Marina le interesaban en ultimo lugar los secretos de Guianeya, los numerosos enigmas que tenian relacion con ella. Estaba convencida de que todos los secretos se descubririan ellos mismos en cuanto se adaptara a la Tierra, se acostumbrara a las personas y tuviera la posibilidad de hablar libremente con ellas.

Y precisamente comprendio que su tarea era esa: ayudar a la huesped a adaptarse.

A nadie le cupo la menor duda de que Guianeya prestaria una ayuda efectiva a los hombres de la Tierra. No podia obrar de otra forma una persona que llegara a un planeta ajeno.

Вы читаете Guianeya
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×