estaba tan mal. Tenia un buen trabajo, cierto prestigio y un sueldo mas que aceptable, que deberia haber compensado por al menos parte de su soledad. Y Sally y Hope estaban pasando por un momento dificil, pero aun asi tenian recursos. Recursos significativos. Y Ashley, a pesar de ser educada y atractiva, afrontaba tambien una etapa escabrosa. Asi es la vida, ?no? ?Como…?
Ella me interrumpio, alzando la mano como un guardia de trafico, mientras con la otra cogia su vaso de te. Bebio antes de responder.
– Necesitas perspectiva. De lo contrario, la historia no tendra sentido.
No respondi.
– Morir es algo muy simple -prosiguio-. Pero hay que aprender que todos los minutos que llevan a ese desenlace, y todos los minutos posteriores, son terriblemente complicados.
11 La primera respuesta
A Sally le extrano que la puerta estuviera abierta.
Alcanzo a oir el final de una conversacion mientras dejaba el maletin en el pequeno vestibulo.
– Si… si. De acuerdo, comprendo. Volveremos a llamarte esta noche. No te preocupes, todo saldra bien. Si. Hasta luego.
Sally oyo el auricular volver a su horquilla, y luego a Hope resoplar y anadir:
– Dios mio…
– ?Que ocurre? -pregunto Sally.
Hope se volvio.
– No te he oido entrar…
– La puerta estaba abierta. -Sally observo su atuendo deportivo y anadio-: ?Salias o entrabas?
Hope ignoro la pregunta y el tono.
– Era Ashley -dijo-. Esta muy preocupada. Resulta que es verdad que tuvo relacion con un tipo de Boston, y ahora se siente asustada.
Sally vacilo un instante.
– ?Que significa «tuvo relacion»?
– Tendrias que preguntarselo a ella. Yo he entendido que tuvo un rollo de una noche y ahora el tipo no la deja en paz.
– ?El mismo que escribio la famosa carta?
– Asi parece. No deja de insistir en «estamos hechos el uno para el otro», pero sera mejor que Ashley te lo explique. Parecera, no se, mas real, si se lo oyes a ella.
– Bueno, supongo que la nina esta haciendo una montana de un grano de arena, pero…
Hope la interrumpio.
– No me lo parecio. Desde luego que puede ser melodramatica cuando se lo propone, pero la oi asustada de verdad. Creo que deberias llamarla ahora mismo. Le hara bien hablar con su madre. Para tranquilizarse, ya sabes.
– ?Ese tipo le ha pegado? ?O amenazado?
– No exactamente. Si y no. Es dificil de decir.
– ?Que quieres decir con «no exactamente»? -repuso Sally con rudeza.
Hope sacudio la cabeza.
– Quiero decir que «voy a matarte» es una amenaza clara, pero «siempre estaremos juntos» tambien podria serlo, aunque mas sutil. Es dificil de decir hasta que oigas las palabras por ti misma. -Sally se mostro irritantemente tranquila al respecto. Esto sorprendio a Hope-. Llama a Ashley -repitio.
– De acuerdo -cedio Sally, y se dirigio al telefono.
Scott intento llamar a Ashley al telefono fijo, pero la linea comunicaba y por tercera vez esa tarde le salto el contestador automatico. Ya lo habia intentado en el movil, pero tambien le habia contestado el buzon de voz. Se sintio mas que frustrado. Se pregunto para que sirven exactamente todas estas modernas formas de comunicacion, si no se llega a ninguna parte con mayor eficacia. En el siglo XVIII, penso, cuando alguien recibia una carta de un lugar lejano, significaba algo. Actualmente, al estar conectados de manera permanente, penso, todo parecia mucho mas lejos y carente de significado.
Antes de que su frustracion aumentara, sono el telefono.
– ?Ashley? -pregunto con precipitacion.
– No, Scott, soy yo -dijo Sally.
– Sally… ?Algo va mal?
Ella vacilo, creando el suficiente espacio oscuro para que su estomago se tensara.
– La ultima vez que hablamos -dijo ella con su tono de abogada ecuanime-, expresaste cierta preocupacion por una carta recibida por Ashley. Pues bien, puede que tu reaccion estuviera justificada.
Scott hizo una pausa para evitar gritarle a aquel tono razonable y profesional.
– ?Por que? ?Que ha ocurrido? ?Donde esta Ashley?
– Esta bien. Pero puede que en efecto tenga un problema.
Michael O'Connell entro en una pequena tienda de articulos de arte antes de volver a casa. Se estaba quedando sin carboncillos, y se guardo una caja en el bolsillo del chaqueton. Escogio una libreta de bocetos de tamano medio y la llevo al mostrador. Una joven de aspecto aburrido que lucia
«Maniobras de diversion», penso. Recordo cuando jugaba al futbol americano en el instituto. Sus jugadas favoritas eran aquellas basadas en el engano. Hacer que el rival creyera una cosa cuando en realidad estaba sucediendo otra. El pase de pantalla, el doble giro atras. Era la clave de gran parte de su vida, y la aprovechaba a cada oportunidad. Hacer creer que sucedia una cosa, cuando en realidad estaba en juego otra muy distinta.
Era el juego lo que hacia que todo mereciera la pena.
La chica le entrego unas monedas de vuelta.
– ?Quienes son los tres de West Memphis? -pregunto el.
Ella lo miro como si el simple acto de comunicarse fuera doloroso. Suspiro.
– Tres chicos condenados por haber asesinado a otro chico, pero no lo hicieron. Los condenaron por su aspecto. A los meapilas de alli no les gusto la forma en que vestian y hablaban de cosas goticas y de Satanas. Ahora estan condenados a muerte y eso es una gran injusticia. Ser diferente no te hace culpable.
Michael O'Connell asintio.
– Cierto -dijo-. Pero facilita que los polis te busquen. Cuando eres diferente, no puedes librarte de todo. Pero, si eres igual, puedes hacer lo que quieras.
Salio. Mientras caminaba por la calle, hizo una modesta reflexion basada en lo que acababa de oir. «Hay un pequeno margen en la sociedad -se dijo- donde uno puede moverse con relativa impunidad. Apartate de los grandes almacenes con guardias de seguridad. Evita robar en un Dairy Mart o un 7-Eleven, porque en esos sitios roban continuamente y puede que haya un poli vigilando con una escopeta del 12 detras de un espejo falso. Haz siempre lo inesperado, ya que de ese modo mantienes a la gente confundida pero no alerta. Y nunca confies en los demas.»
Para el todo eso era natural.
Recorrio la calle hasta su edificio y subio las escaleras. Como de costumbre, el pasillo estaba lleno de