9 Dos encuentros diferentes

Cuando Scott no pudo localizar a su hija ni en el telefono fijo ni en el movil, la ansiedad se apodero de el, pero se dijo que estaba exagerando. Era mediodia, y probablemente ella habia salido. En mas de una ocasion dejaba el movil cargando en su apartamento.

Asi que, tras dejarle un breve mensaje («Solo queria saber como van las cosas»), se sento y se preocupo por si deberia estar preocupado. Despues de unos minutos sintiendo el pulso acelerado, se levanto y se paseo por el pequeno despacho. Luego se sento y se puso a responder los e-mails de algunos estudiantes. Tambien imprimio un par de trabajos. Estaba intentando perder el tiempo en un momento en que no estaba seguro de tener tiempo que perder.

No paso mucho antes de que volviera a reclinarse en el sillon de su escritorio, meciendose suavemente adelante y atras, mientras evocaba imagenes del pasado. Una vez, cuando Ashley tenia poco mas de un ano, contrajo una fuerte bronquitis, y la temperatura le subio de golpe y no podia dejar de toser. El la acuno en brazos toda la noche, tratando de arrullarla y calmarle la tos. Respiraba cada vez con mayor dificultad. A las ocho de la manana llamo a la consulta del pediatra y le dijeron que fuera de inmediato. El medico examino a Ashley, le ausculto el pecho, y luego exigio saber friamente por que no la habian llevado antes a urgencias.

– ?Pensaban que abrazandola toda la noche iba a ponerse mejor? -le dijo.

Scott no respondio, pero, si, habia pensado que abrazandola se recuperaria.

Naturalmente, los antibioticos fueron una solucion mejor.

Cuando Ashley empezo a repartir su tiempo entre las casas de sus padres, Scott permanecia despierto en su cuarto, caminando de un lado a otro, incapaz de no imaginarse lo peor: accidentes de trafico, atracos, drogas, alcohol, sexo… todos los desagradables inconvenientes de crecer. Sabia que Sally estaba dormida en su cama aquellas noches en que la adolescente Ashley andaba por ahi rebelandose contra Dios sabe que. Sally siempre tenia problemas para enfrentarse al agotamiento que provoca la preocupacion. Parecia creer que durmiendo lograria anular la tension y su causa, como si nunca hubiera existido.

Odiaba esa actitud de su ex mujer. Siempre se habia sentido solo, incluso antes de divorciarse.

Jugueteo con un lapiz entre los dedos, hasta que por fin lo partio por la mitad. Inspiro hondo. «?Pensaban que abrazandola toda la noche iba a ponerse mejor?»

Scott se dijo que angustiarse pasivamente era inutil. Tenia que hacer algo, aunque se equivocara por completo.

Ashley llego a su trabajo unos diez minutos antes de lo normal, impulsada por la furia, su habitual caminar tranquilo sustituido por un paso ligero, la mandibula apretada, preocupada por O'Connell. Observo un momento las enormes columnas doricas que senalaban la entrada al museo y luego se volvio para contemplar la calle. El sitio donde trabajaba pertenecia a su mundo, no al de Michael O'Connell. Se sentia comoda entre las obras de arte, las comprendia, percibia la energia tras cada pincelada. Los lienzos, como el museo, eran enormes y ocupaban grandes zonas de pared. Intimidaban a muchos visitantes, empequeneciendo a todo aquel que se detenia ante ellos.

Sintio un atisbo de satisfaccion. Era el lugar perfecto para librarse de los grotescos reclamos amorosos de Michael O'Connell. Aqui todo era de ella. Nada era de el. El museo haria parecer ridiculo y patetico a aquel obseso. Esperaba que su reunion fuera rapida y relativamente indolora para ambos.

Repaso mentalmente la actitud que pensaba mostrar: educada pero inflexible, afable pero fuerte. Nada de quejas con voz partida. Nada de gimoteantes «por favor» y «dejame en paz». Directa y al grano. Fin de la historia. Se acabo.

Ningun debate sobre el amor. Ninguna discusion sobre expectativas futuras. Nada sobre aquella noche. Nada sobre los e-mails. Nada sobre las flores muertas. Nada que ampliase las pocas cosas que los relacionaban. Nada que el pudiera tomar como una critica. Seria una ruptura limpia y sin complicaciones. Solo: lo siento, pero se acabo, adios para siempre.

Incluso se permitio imaginar que, cuando terminara ese desagradable encuentro, quiza Will Goodwin la llamaria. La sorprendia que aun no lo hubiera hecho. Ashley no estaba acostumbrada a que los chicos no volvieran a llamarla, asi que se sentia un poco insegura al respecto. Penso un poco en Will mientras se dirigia a las oficinas del museo, saludando con la cabeza a la gente que conocia y respirando la benigna normalidad del dia.

A la hora del almuerzo, se encamino a la cafeteria, se sento a una mesa y pidio un botellin de agua con gas, pero nada de comer. Se habia colocado de forma que pudiera ver a O'Connell cuando subiera por las escalinatas del museo y cruzara las grandes puertas de cristal de la entrada. Miro la hora, la una en punto, y se preparo, sabiendo que el seria puntual.

Sintio un pequeno temblor en las manos y un leve sudor en las axilas. Se recordo: nada de besos en la mejilla ni apretones de manos. Ningun contacto fisico. «Solo senalale el asiento de enfrente y comportate con sencilla normalidad. No te desvies.»

Saco un billete de cinco dolares para pagar el importe del agua y se lo guardo en el bolsillo, donde pudiera sacarlo rapidamente. Si tenia que levantarse y marcharse, pagaria su consumicion. Se felicito por tomar esa precaucion. No queria deberle ni una botella de agua.

«?Algo mas?», se pregunto. Ningun cabo suelto. Se sentia nerviosa pero segura. Miro por los ventanales, esperando verlo. Aparecieron un par de parejas, luego una familia, los jovenes padres arrastrando a un majadero crio de cinco o seis anos. Una extrana pareja de hombres mayores subia lentamente las escalinatas, haciendo altos para descansar. Ashley observo la acera y la calle al fondo. Ni rastro de Michael O'Connell.

A la una y diez empezo a preocuparse.

A la una y cuarto el camarero se acerco y con firme amabilidad le pregunto si iba a pedir algo mas.

A la una y media supo que el no iba a venir. De todas maneras, espero.

A las dos dejo los cinco dolares sobre la mesa y salio del restaurante.

Echo una ultima mirada alrededor, en vano. Sintiendo un sombrio vacio en su interior, volvio al trabajo. Cuando llego a su mesa, cogio el telefono, pensando llamarlo para pedirle una explicacion.

Sus dedos vacilaron.

Por un instante se le ocurrio que tal vez el se habia acobardado. ?Acaso por fin habia aceptado que no tenia nada que hacer? «Tal vez ya ha salido de mi vida para siempre», penso con una subita sensacion de triunfo. En ese caso, la llamada era innecesaria, y de hecho estropearia el exito obtenido.

No creia que pudiera tener tanta suerte, pero desde luego era una posibilidad. Sintio un delicioso y reparador alivio.

Asi pues, volvio al trabajo, tratando de ocupar su cabeza con la monotonia de la rutina.

Ashley trabajo hasta tarde, bastante mas de lo necesario.

Llovia cuando salio del museo. Era una fria lluvia que hacia resonar un tamborileo de soledad en la acera. Ashley se puso una gorra de lana y se cerro el abrigo al salir, la cabeza gacha. Bajo con cuidado la resbaladiza escalinata y echo a andar por la calle cuando sus ojos captaron un reflejo de neon rojo en una tienda frente a ella. Las luces parecieron mezclarse con los faros de un automovil que paso de largo. Ashley no estuvo segura de por que sus ojos se dirigieron hacia alli, pero vio una figura fantasmal.

Inclinado, mitad en la luz y mitad en las sombras, Michael O'Connell esperaba.

Ella se detuvo bruscamente.

Sus ojos se encontraron.

El llevaba una gorra oscura y una cazadora verde estilo militar. Parecia anonimo y oculto, pero al mismo tiempo llamaba la atencion con una extrana intensidad.

Ashley sintio un retortijon en el estomago y jadeo en busca de aire.

El no hizo ningun gesto. Nada que indicara que la reconocia, aparte de su mirada fija.

Ashley dio un paso atras y el corazon se le acelero, pero no supo que hacer. En la calle ante ella, un coche dio un volantazo para evitar un taxi, proyectando una mancha de luz en su camino. Hubo un subito sonar de claxons y chirriar de neumaticos sobre el pavimento mojado. Ella se distrajo un segundo y cuando volvio a mirar O'Connell ya no estaba alli.

Retrocedio otro paso.

Miro arriba y abajo, pero el habia desaparecido. Por un momento dudo sobre que habia visto exactamente. Tal vez no habia sido mas que una alucinacion.

El primer paso adelante de Ashley fue inestable, pero no como un borracho en una fiesta o una viuda

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