y diga que todo esta resuelto.
– ?No temes que ese tipo pueda ser peor de lo que pensamos?
Sally se encogio de hombros.
– Me parece un tio desagradable, si. Pero Scott es muy capaz de enfrentarse a estudiantes universitarios, asi que supongo que saldra bien parado.
Hope planteo la siguiente pregunta con tacto:
– En tu experiencia con casos de divorcio y disputas familiares, ?se compra a la gente tan facilmente?
Sabia que la respuesta era negativa y en mas de una ocasion habia escuchado a Sally rabiar en la mesa, o incluso en la cama mas tarde, por la tozudez de sus clientes y sus familias.
– Bueno -dijo Sally-, creo que deberiamos esperar a ver. No tiene sentido prepararnos para un problema que no sabemos si existe.
– Eso es lo mas estupido que he oido en mucho tiempo -replico, sacudiendo la cabeza-. No sabemos si va a haber tormenta, ?por que comprar entonces velas, pilas y comida extra? No sabemos si vamos a pillar la gripe, ?por que vacunarnos entonces?
Sally dejo a un lado el crucigrama.
– Muy bien -dijo con leve irritacion-. ?Que tipo de pilas quieres comprar exactamente? ?Que clase de vacunas hay disponibles?
Hope miro a su companera de tantos anos y penso lo poco que sabia realmente de Sally y de si misma. Vivian en un mundo que a veces podia ser un campo minado.
– No puedo responderte, lo sabes -dijo despacio-. Pero creo que deberiamos estar haciendo algo, y no permanecer aqui sentadas esperando a que Scott nos llame y nos diga que todo se ha resuelto. No creo que vayamos a recibir esa llamada. Ni, si vamos a eso, que la merezcamos.
– ?Merecerla?
– Piensalo mientras terminas tu crucigrama. Yo voy a leer un poco. -Inspiro hondo, pensando que habia acertijos mucho mas importantes que Sally podria intentar descifrar.
Esta asintio y volvio a enfrascarse en el crucigrama. Quiso decirle algo a Hope, algo tranquilizador y afectuoso, algo que descargara parte de la tension, pero en cambio vio que el 3 vertical era «Lo que canto la musa» y recordo que el principio de
Scott se sento en el reservado, empujando a O'Connell hacia el rincon, como tenia planeado. Estaban apretados en el mismo asiento. La camarera tardo un momento en acercarse, menu en mano.
– Denos un par de minutos -le dijo Scott.
– Traigame una cerveza -pidio O'Connell, y se volvio hacia Scott-. Supongo que usted paga esta ronda.
Hubo un momento de silencio, y el joven miro a Ashley.
– Hoy no dejas de sorprenderme. ?No crees que esto tendria que ser entre tu y yo?
– He intentado decirtelo, pero no quieres escuchar…
– Y se te ocurrio traer a tu padre. -Se giro hacia Scott-. Bueno, de acuerdo. ?Que se supone que va a hacer exactamente? -La pregunta iba dirigida a Ashley, pero fue Scott quien contesto.
– Estoy aqui para ayudarle a comprender que, si ella dice que se ha acabado, es que se ha acabado.
Michael O'Connell se tomo su tiempo para medir a Scott.
– No piensa utilizar solo fuerza bruta. Tampoco solo persuasion. Bien, profesor, ?cual es su propuesta? ?Que tiene en mente?
– Creo que es hora de que deje a Ashley en paz. Siga con su vida, para que ella pueda seguir con la suya. Esta muy ocupada. Trabaja y asiste a clases de posgrado. No tiene tiempo para una relacion a largo plazo. Desde luego, no la que usted parece buscar. Estoy aqui para hacerselo entender.
O'Connell no parecio afectado en lo mas minimo.
– ?Por que cree que esto es asunto suyo?
– Su negativa a escuchar a mi hija ha hecho que sea asunto mio.
El joven sonrio.
– Tal vez si. Tal vez no.
La camarera le trajo la cerveza. El bebio un largo trago y volvio a sonreir.
– ?Que pasa, profesor, quiere convencerme de que no ame a Ashley? ?Como sabe que no somos el uno para el otro? ?Que sabe de mi? Voy a decirselo: nada. Tal vez no soy lo que queria para ella, y desde luego no soy el joven ejecutivo que conduce un BMW y tiene un titulo de Harvard, pero soy un tipo muy capaz en muchas cosas. Que no encaje en su perfil no significa que sea un inepto.
Scott no supo que responder. O'Connell habia llevado la conversacion a un terreno distinto del previsto.
– No quiero conocerle -dijo Scott-. Lo unico que quiero es que deje a mi hija en paz. Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para que usted lo comprenda.
O'Connell hizo una pausa.
– Lo dudo -dijo-. ?Lo que sea necesario? No lo creo.
– Ponga un precio -respondio Scott friamente.
– ?Un precio?
– Sabe a que me refiero. Ponga un precio.
– ?Quiere poner un precio a mis sentimientos por Ashley?
– Deje de fastidiar -repuso Scott. La sonrisa y la aparente calma de O'Connell eran mas que irritantes.
– Ni hablar -dijo-. Y no quiero su dinero.
Scott saco el sobre con los cinco mil dolares.
– ?Que es eso? -pregunto O'Connell.
– Cinco de los grandes. A cambio de su palabra de que no volvera a acercarse a mi hija.
– ?Quiere comprarme?
– Exactamente.
– Nunca he pedido dinero, ?no?
– No.
– Asi que este dinero no es porque yo lo haya exigido, ?eh?
– No. Todo lo que quiero es su palabra.
O'Connell se volvio hacia Ashley.
– Nunca te he pedido dinero, ?verdad?
Ella nego con la cabeza.
– No te oigo -dijo O'Connell.
– No, nunca me has pedido dinero.
El joven extendio la mano y recogio el dinero.
– Si lo acepto, seria un regalo, ?correcto?
– A cambio de una promesa.
O'Connell sonrio.
– Muy bien. No quiero el dinero. Pero le hare la promesa. Lo prometo. -Sostuvo el dinero en la mano.
– ?Va a dejarla en paz? ?Se va a mantener apartado de su vida? ?Nunca volvera a molestarla?
– Eso es lo que usted quiere, ?verdad?
– Asi es.
O'Connell penso un instante y dijo:
– De esta manera todo el mundo obtiene lo que quiere, ?no?
– Asi es.
– Excepto yo.
Lanzo a Ashley una dura mirada acompanada de una sonrisa ambigua. A Ashley le parecio una de las cosas mas escalofriantes que habia visto jamas.
– ?Esto hace que su viaje mereciera la pena, profesor?
Scott no respondio. Casi estaba esperando que O'Connell arrojara el dinero sobre la mesa, o a su cara, y