sentada, vulnerable, solo con aquella vieja escopeta para impedirselo. De repente se sintio desesperadamente vieja, corta de vista y con el oido debil, su capacidad de reaccion en extremo mermada. El tenia todas las ventajas, menos una, el arma. Tambien cabia que el llevara un arma bajo la chaqueta, en el bolsillo. ?Una pistola? ?Una navaja? Inspiro profundamente.

– Creo que no lo entiende, senora Frazier. Siempre amare a Ashley. Y la idea de que usted o sus padres, o cualquiera, puedan impedirme estar a su lado es simplemente risible.

– Bueno, esta noche no. En mi casa no. Esta noche usted va a marcharse. O tendran que sacarlo con los pies por delante.

El se detuvo de nuevo, todavia sonriendo.

– Esa es una vieja escopeta para cazar pajaros. Dispara balas de risa, poco mas dolorosas que un perdigon.

– ?Le gustaria probarlo?

– No, creo que no.

Ella guardo silencio mientras O'Connell parecia pensar algo.

– Digame una cosa, senora Frazier, ya que estamos manteniendo esta conversacion amistosa, ?por que no me considera adecuado para Ashley? ?No soy lo bastante guapo? ?Lo bastante listo? ?Lo bastante bueno? ?Por que se me prohibe amarla? ?Que saben ustedes realmente sobre mi? ?Quien creen que podria amarla mas que yo? ?No es posible que yo sea lo mejor que le ha sucedido a ella?

– Lo dudo, senor O'Connell.

– ?No cree usted en el amor a primera vista, senora Frazier? ?Por que un tipo de amor es aceptable, pero otro no?

Catherine mantuvo la boca cerrada.

O'Connell hizo una pausa y de pronto grito:

– ?Ashley! ?Ashley! ?Se que me oyes! ?Te amo! ?Siempre te amare! ?Siempre estare aqui para ti!

Las palabras resonaron por la casa.

Se volvio hacia Catherine.

– ?Ha llamado a la policia, senora Frazier?

Ella no respondio.

– Creo que lo ha hecho. Pero ?que ley he quebrantado esta noche? Puedo decirselo: ninguna.

Senalo la escopeta.

– Naturalmente, no se puede decir lo mismo de usted.

Ella ajusto el apoyo de la culata y apreto el dedo sobre el gatillo. «No vaciles -se dijo-. No sientas panico.» Era como si la sala de su propia casa, donde estaba rodeada de sus fotos y recuerdos, se hubiera vuelto subitamente extrana. Quiso decir algo que le recordara la normalidad. «?Disparale! -le advirtio una voz interior-. ?Matalo antes de que os mate a todos!»

– No es tan facil matar a una persona, ?verdad? -susurro O'Connell en ese segundo de indecision-. Una cosa es decir: «Si da otro paso le disparo» y otra muy distinta hacerlo. Ya puede pensar en eso. Buenas noches, senora Frazier. Volveremos a vernos.

«?Disparale! ?Disparale!» Mientras ella solo oia su voz interior, O'Connell se volvio y desaparecio bruscamente de su vista. Catherine boqueo. Como un fantasma: en un segundo estaba delante de ella, al siguiente habia desaparecido. Oyo sus pasos por el pasillo y luego la puerta principal al abrirse y cerrarse.

Resoplo lentamente y se apoyo en el respaldo. Sus dedos parecian agarrotados, y tuvo que esforzarse para lograr retirarlos del arma. La coloco sobre su regazo. De pronto se sintio exhausta de una manera que no habia experimentado en anos. Las manos le temblaban, tenia los ojos humedecidos y le costaba respirar. Recordo un momento similar en el hospital anos atras, cuando la mano de su esposo resbalo de la suya y, asi de sencillo, expiro. La misma sensacion de indefension se habia aduenado de ella entonces.

Quiso llamar a Ashley, pero no pudo. Quiso levantarse y echar la llave a la puerta delantera, pero estaba entumecida.

Permanecio sentada varios minutos. Tan solo se recupero un poco cuando las luces rojas y azules de un coche patrulla destellaron en las ventanas.

Los pensamientos la recorrian como descargas electricas.

Habia permanecido agazapada tras la puerta cerrada del dormitorio, consciente de que Catherine y Michael estaban hablando, pero incapaz de distinguir las palabras, excepto aquellas que Michael habia gritado, provocandole un miedo atroz. Cuando oyo cerrarse la puerta principal se quedo inmovil en el suelo, junto a la cama, abrazada a una almohada, como si intentara impedirse oir, ver e incluso respirar. La funda de la almohada estaba humeda donde habia hincado los dientes para no gritar. Las lagrimas le corrian por las mejillas y estaba aterrada. Y aterrada de estar aterrada. Le avergonzaba haber dejado a Catherine enfrentarse sola a aquel psicopata. Ahora sabia muy bien que estaba perdida en un pantano mucho mas grande del que habia imaginado.

– ?Ashley! -La voz de Catherine atraveso las paredes y sus temores.

– Si… -se atraganto.

– La policia esta aqui. Puedes bajar.

En lo alto de la escalera, miro hacia abajo y vio a Catherine en el pasillo con un agente de mediana edad que llevaba un sombrero de ranger. Sostenia una libreta y un boligrafo, y sacudia la cabeza.

– Comprendo, senora Frazier. -Hablaba despacio, con cierta condescendencia, y Ashley vio que eso enfurecia a Catherine-. Pero no puedo cursar una orden de busca y captura de alguien a quien usted invito a su casa simplemente porque este demasiado enamorado de la senorita Freeman… Buenas noches, senorita, si quiere bajar…

Ashley lo hizo.

– ?Ese hombre la golpeo o amenazo?

Catherine hizo una mueca.

– Todo lo que dijo era una amenaza, sargento Connors -tercio la anciana-. No en las palabras que dijo, sino en como las dijo.

El policia miro a Ashley.

– ?Estaba usted arriba, senorita? Entonces, ?no fue testigo de nada?

La joven asintio.

– Entonces, aparte de su presencia, ?no le hizo nada, senorita?

– No -confirmo Ashley con impotencia.

El sacudio la cabeza, cerro la libreta y dijo:

– Lo que deberia haber dicho, senora Frazier, es que la golpeo y la hizo sentir miedo por su vida. Que hubo algun contacto fisico. Eso nos permitiria tomar cartas en el asunto. Podria haber dicho que empunaba un arma. Incluso que entro sin permiso. Pero no podemos arrestar a nadie por decirle que ama a la senorita Freeman. - Sonrio con resignacion-. Ademas, supongo que todos los chicos se enamoran de la senorita Freeman.

Catherine dio una patada en el suelo.

– Esto es inutil -dijo-. ?Dice que no puede ayudarnos?

– A menos que tengamos la certeza razonable de que se ha cometido un delito.

– ?Y el acoso? ?Eso es un delito!

– Si. Pero al parecer eso no ha sucedido aqui esta noche. Aunque si puede demostrar una pauta de conducta, bueno, entonces deberia hacer que la senorita Freeman acudiera a un juez y consiguiera una orden de alejamiento. Despues, si el tipo se acerca a cien metros de ella, podremos detenerlo. Nos daria municion, como si dijeramos. Pero aparte de eso… -Miro a Ashley-. ?No tenia una orden asi en Boston?

Ella nego con la cabeza.

– Bien, pues deberia tenerlo en cuenta. No obstante…

– No obstante, ?que? -exigio Catherine.

– Bueno, no me gusta especular…

– ?Que?

– Hay que tener cuidado. No vayan a promover una conducta realmente desagradable. A veces una orden de

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