– Lo supongo -dijo Sally-. Ahora nos toca llamar a las autoridades.
– Bueno, eso es lo que el policia me dijo despues de mi pequeno encuentro con el senor O'Connell -murmuro Catherine.
– Parece que no te gusta mucho la idea -dijo Hope.
– No, no me gusta. ?Cuando demonios han ayudado alguna vez las autoridades a alguien? -respondio la anciana.
– Sally, tu eres la abogada -tercio Scott-. Estoy seguro de que has tenido algun caso parecido. ?Que supondria el proceso? ?Que podemos esperar?
Ella hizo memoria antes de hablar.
– Ashley tendria que acudir a un juez. Yo podria encargarme del trabajo legal, pero es mas aconsejable contratar a alguien de fuera. Ella tendria que declarar que esta siendo acosada, que tiene miedo por su integridad. Puede que le pidan que lo demuestre, pero los jueces suelen ser comprensivos y no exigen demasiadas pruebas. Luego se dictaria una orden de alejamiento que permitiria a la policia arrestar a O'Connell si se acerca a menos de cien metros. Probablemente le prohibiran mantener ningun contacto con ella, ni por correo, telefono o Internet. Esas ordenes suelen ser efectivas, aunque cabe un gran «si» condicional…
– ?Que quieres decir?
– Si el acata la orden.
– ?Y si no lo hace?
– Entonces interviene la policia. Teoricamente, lo encarcelarian por violacion de la orden. La sentencia estandar es de hasta seis meses. Sin embargo, los jueces son reacios a meter en la carcel a alguien por lo que a menudo suponen que es solo una disputa de pareja. -Respiro hondo-. Asi es como funciona. El mundo real nunca es tan claro como la letra de la ley.
Observo a los demas.
– Ashley hace una denuncia y testifica. Pero ?que prueba real tenemos? No de que hayan despedido a Ashley por su culpa. No de que fuera el quien nos causara esos problemas informaticos. No de que entrara aqui por la fuerza. No de que matara a Murphy, aunque tal vez lo haya hecho…
Volvio a tomar aliento. Los demas permanecian en silencio absoluto.
– He estado pensando en la via legal -dijo-, pero no sera facil resolver eficazmente el problema en ese ambito. Apuesto a que O'Connell tiene experiencia con ordenes de alejamiento y sabe sortearlas. En otras palabras, creo que el sabe lo que podemos y no podemos lograr. Para ir mas alla de esa simple orden de alejamiento, para acusarlo de un delito, Ashley tendria que demostrar que el esta detras de todo lo sucedido. Tendria que convencer a un tribunal, y someterse al interrogatorio de unos abogados. Eso tambien la pondria al alcance de O'Connell. Cuando acusas a alguien de un delito, aunque sea acoso, se crea una intimidad secundaria. Quedas implicado con esa persona, aunque haya una orden que lo mantenga a raya. Tendria que enfrentarse a el en un juicio, lo cual, supongo, alimentaria su obsesion, puede que incluso disfrutara. En cualquier caso, ambos quedarian relacionados para siempre. Y eso
Sally estaba lanzada, la voz tensa.
– Estar asustada y demostrar ante un tribunal que hay una base real para ese miedo son cosas distintas. Y luego hay una segunda consideracion a tener en cuenta…
– ?Cual? -pregunto Scott.
– ?Que hara el si Ashley consigue la orden? ?Hasta que punto se enfadara? ?Se dejara llevar por la ira? ?Y que hara entonces? Tal vez quiera castigarla. O a nosotros. Tal vez decida que es hora de hacer algo drastico. «Si no puedo tenerte, nadie te tendra.» ?Que opinais?
Todos guardaron silencio hasta que Ashley hablo.
– Se lo que haria.
Ninguno quiso preguntarle lo que todos comprendian. Pero Ashley lo dijo de todas formas, la voz temblando.
– Intentaria matarme.
– No, Ashley, no digas eso -salto Scott-. Eso no lo sabemos… -Se interrumpio en seco y penso que habia dicho una tonteria. Por un instante se sintio mareado, como si todo lo que parecia una locura («este tipo podria matar a Ashley») fuese real, y todo lo razonable se diluyera en bruma. Sintio un escalofrio y tuvo que levantarse de la silla-. Si vuelve a acercarse… -Esta amenaza sono tan hueca como lo anterior.
– ?Que? -salto Ashley-. ?Que haras? ?Le arrojaras a la cabeza libros de historia? ?Le daras una clase hasta matarlo?
– No, yo…
– ?Que? ?Que haras? ?Y como lo haras? ?Vas a custodiarme las veinticuatro horas del dia?
Sally trato de mantener la calma.
– Ashley -dijo-, no te enfades…
– ?Por que no? -estallo ella-. ?Por que no deberia enfadarme? ?Que derecho tiene ese gusano a arruinarme la vida?
La respuesta, naturalmente, era obvia pero esteril.
– ?Que tengo que hacer entonces? -dijo, y la emocion tenia cada palabra-. Supongo que tendre que marcharme. Empezar desde cero. Irme muy lejos. Esconderme durante anos, hasta que suceda algo y pueda salir. Sera como un juego del escondite gigantesco, ?eh? Ashley se esconde y Michael la busca. ?Como sabre cuando dejarme ver?
– No sera facil -dijo Sally-. A menos que…
– ?A menos que que? -pregunto Scott.
Ella eligio las palabras con cuidado.
– Podemos urdir otro plan.
– ?Que quieres decir? -la urgio Scott.
– Que tenemos dos opciones. Una es mantenernos dentro del sistema legal. Puede que no sea perfecto, pero es lo que hay. Ha funcionado para algunas personas, pero no para otras. La ley puede salvar a una persona y matar a otra. La ley no garantiza nada.
Scott se inclino hacia delante.
– ?Y la otra opcion?
Sally estaba casi anonadada por lo que iba a proponer.
– Salimos de la senda legal.
– ?Y eso que significaria? -pregunto Scott.
– Tal vez no quieras saber la respuesta todavia -dijo Sally friamente.
Todos se quedaron boquiabiertos.
Scott miro fijamente a su ex mujer. Nunca la habia oido hablar con tanta sangre fria.
– ?Por que no lo invitamos a cenar y a los postres le pegamos un tiro? -estallo Catherine-. ?Bang! Yo me ofrezco voluntaria para limpiar el estropicio de sangre.
Cada uno de ellos sintio cierto atractivo por la descabellada propuesta, pero Sally volvio a su tono pragmatico y profesional:
– Eso eliminaria un problema, Michael O'Connell, pero nos causaria un sinfin de nuevos problemas.
Scott asintio.
– Continua -dijo.
– Invitarlo a cenar para matarlo es asesinato en primer grado, aunque se lo merezca. En este estado se castiga con entre veinticinco anos y cadena perpetua, sin libertad condicional. Y el simple hecho de que todos lo hayamos discutido, nos convierte en complices, asi que ninguno se libraria, incluyendo a Ashley. Siempre se podria recurrir a artimanas legales y solicitar atenuantes, pero aun asi nuestra vida quedaria destrozada para siempre.
– Si -asintio Scott-. Nuestras carreras, quienes somos, todo desapareceria. Y nos convertiriamos en carnaza para los programas de television y el