veces viene el custodio… — Solto una risita vergonzosa —. El y yo discutimos sobre religion…
— ?Y el Edificio Rojo? — pregunto Andrei, cerrando los ojos a causa del dolor de cabeza.
— ?El Edificio? Bueno, cuando llega no podemos sentarnos aqui, como es natural. Entonces nos vemos obligados a esperar a que se marche.
— Entonces ?no es la primera vez que lo ve?
— Por supuesto que no. Viene casi todas las noches… Es verdad que hoy ha permanecido mas de lo habitual.
— Aguarde — dijo Andrei —. ?Y usted sabe que edificio es ese?
— Es dificil no reconocerlo — dijo el anciano en voz baja —. Antes, en aquella vida, vi varias veces su imagen y lei su descripcion. Esta totalmente descrito en las revelaciones de San Antonio. Es verdad que no se trata de un texto canonico, pero ahora… Para nosotros, los catolicos… En una palabra, lo he leido. «Y tambien se me aparecio una casa, viva y en movimiento, que hacia gestos obscenos, y dentro, por las ventanas, vi gente que caminaba por sus habitaciones, dormia y tomaba alimentos…» No le aseguro que la cita sea exacta, pero se aproxima mucho al texto. Y, por supuesto, Hieronymus Bosch… Yo lo llamaria San Hieronymus Bosch, le debo mucho, el fue quien me preparo para esto… — Hizo un amplio gesto con la mano, abarcando todo lo que lo rodeaba —. Sus cuadros maravillosos… Sin duda, el Senor le permitio bajar aqui, igual que a Dante. A proposito, existe un manuscrito que se le atribuye a Dante, y ahi se describe ese edificio. Como dice… — El anciano cerro los ojos y se llevo la mano, con los dedos muy abiertos, a la frente —. Eeeh… «Y mi acompanante, tras extender una mano, seca y huesuda…» Hum… No… «La marana de cuerpos desnudos ensangrentados en los recintos en penumbra…» Hum…
— Aguarde — dijo Andrei, relamiendose los labios secos —. ?Que me anda diciendo? ?Que pintan en esto san Antonio y Dante? ?Que pretende insinuar?
— No pretendo insinuar nada — dijo el anciano sonriendo —. Usted me pregunto por el edificio, y yo… Por supuesto, debo darle gracias a Dios porque el, en su eterna sabiduria e infinita bondad, me ilustro desde mi existencia anterior y me permitio prepararme. Yo me entero aqui de muchas, muchisimas cosas, y se me encoge el corazon cuando pienso en otros que han venido aqui y no entienden, no son capaces de entender donde se encuentran. La dolorosa incomprension de lo existente, a lo que se suman los torturantes recuerdos de sus pecados. Es posible que tambien sea la gran sabiduria del Creador: el reconocimiento eterno de tus pecados sin percibir el castigo por ellos… Usted, por ejemplo, joven, ?por que fue lanzado a este abismo?
— No se de que me habla — musito Andrei.
«Lo unico que nos faltaba aqui eran fanaticos religiosos», penso.
— No se corte — dijo el anciano, alentandolo —. Aqui no tiene sentido ocultarlo, pues el juicio ya ha tenido lugar. Yo, por ejemplo, he pecado ante mi pueblo, fui traidor y delator, vi como torturaban y asesinaban a las personas que yo entregue a los servidores del demonio. Me ahorcaron en mil novecientos cuarenta y cuatro. — El anciano callo —. ?Y usted, cuando murio?
— Yo no he muerto — pronuncio Andrei, sintiendo frio de inmediato.
— Si — asintio el anciano, sonriendo —, hay muchos que piensan eso. Pero no es verdad. La historia conoce casos en que personas vivas ascendieron al cielo, pero nadie ha oido nunca que se los llevaran como castigo a la Gehenna. — Andrei lo escuchaba perplejo, con los ojos clavados en el anciano —. Simplemente, lo ha olvidado — prosiguio el anciano —. Habia guerra, caian bombas en las calles, usted corria hacia un refugio y, de repente, un golpe y todo desaparecio. Despues vio a un angel que le hablaba con dulzura, en tono metaforico, y se encontro usted aqui… — De nuevo asintio comprensivo, sacando el labio inferior —. Si, si, sin dudas, es precisamente asi como surge la percepcion del libre albedrio. Ahora lo entiendo: es la inercia. Simplemente la inercia, joven. Usted hablaba con tanta conviccion que logro confundirme un poco. La organizacion del caos, el nuevo mundo… No, no, se trata simplemente de inercia. Con el tiempo eso debe desaparecer. No lo olvide, la Gehenna es eterna, no hay regreso, y usted todavia se encuentra en el primer circulo…
— ?Habla en serio? — la voz de Andrei se quebro un instante.
— Usted sabe perfectamente todo eso — dijo el anciano, con carino —. ?Usted lo sabe perfectamente! Solo que es usted ateo, joven, y no quiere reconocer que durante toda su vida, por corta que haya sido, se ha equivocado. Sus maestros, obtusos e ignorantes, le ensenaron que lo unico que hay por delante es la nada, el vacio, la corrupcion; que no tendria que esperar expiacion ni gratitud por sus actos. Y usted acepto esas lastimosas ideas, porque le parecieron tan simples, tan obvias, y sobre todo porque era tan joven, porque tenia una excelente salud fisica y para usted la muerte era solo una lejana abstraccion. Al hacer el mal, siempre tuvo la esperanza de escapar del castigo, porque solo lo podian castigar otras personas como usted. Y si hacia el bien, exigia una recompensa inmediata de otros semejantes a usted. Era ridiculo. Ahora, por supuesto, lo entiende, puedo verlo en su rostro… — De repente, se echo a reir —. En la clandestinidad teniamos un ingeniero, materialista, con frecuencia discutiamos con el sobre la vida despues de la muerte. ?Dios, cuanto se burlo de mi!
« — Querido amigo — me decia —, usted y yo terminaremos esta absurda discusion en el paraiso…
«Y, sabe usted, lo busco constantemente aqui y no puedo encontrarlo. Quiza al bromear decia la verdad, quiza fue al paraiso, como un martir. Su muerte fue un autentico martirio. Y yo estoy aqui.
— ?Debates nocturnos sobre la vida y la muerte? — grazno una voz conocida encima de su oreja, y el banco se sacudio.
Izya Katzman, desarrapado y despeinado como siempre, se dejo caer en el asiento al otro lado de Andrei, y mientras sostenia en la mano izquierda una enorme carpeta de color claro, comenzo a pellizcarse la verruga con la mano derecha. Como le ocurria habitualmente, se encontraba en un estado de fascinada excitacion.
— Este anciano senor — dijo Andrei, intentando que sonara lo mas casual posible —, supone que todos estamos en el Infierno.
— El anciano senor tiene toda la razon — fue la replica inmediata de Izya, que solto una risita —. En todo caso, si esto no es el Infierno, no se distingue de el en sus manifestaciones. Pero reconozcalo, senor Stupalski, en mi recorrido vital no ha encontrado ningun acto por el que mereciera ser enviado aqui. Ni siquiera fui concupiscente, mire hasta que grado he sido tonto.
— Senor Katzman — declaro el anciano —, puedo considerar que ni siquiera usted sabe nada sobre ese acto suyo fatal.
— Es posible, es posible — acepto Izya con presteza —. A juzgar por tu aspecto — dirigiendose a Andrei —, has estado en el Edificio Rojo. ?Que tal te fue alli?
En ese momento, Andrei volvio en si del todo. Como si el envoltorio semitransparente y pegajoso de la pesadilla hubiera estallado y se hubiera derretido, el dolor de cabeza disminuyo y comenzo a percibir con claridad lo que le rodeaba, mientras que la calle Mayor dejo de estar cubierta por la neblina, y el policia de la moto no dormia, sino que daba paseitos por la acera, marcados por el puntuo rojo del cigarrillo, y miraba hacia el banco.
«Dios mio — penso Andrei, casi con horror —, ?que estoy haciendo aqui? Soy juez de instruccion, se me acaba el tiempo y estoy aqui, perdiendo el tiempo con este loco, y tambien esta Katzman… ?Katzman? ?Como ha llegado hasta aqui?»
— ?Como sabias donde estaba? — pregunto, con voz entrecortada.
— No era dificil adivinarlo — dijo Izya, con una risita —. Deberias mirarte al espejo…
— ?Te lo pregunto en serio! — Andrei alzo la voz.
— Buenas noches, senores — dijo el anciano, levantandose de repente, mientras se ponia el sombrero —. Que tengan buenos suenos.
Andrei no le presto la menor atencion. Miraba a Izya. Pero este continuaba pellizcandose la verruga y dando leves saltitos en el sitio, y miro alejarse al anciano con una sonrisa de oreja a oreja, haciendo ruiditos con la boca y resoplando entrecortadamente.
— ?Y entonces? — pregunto Andrei.
— ?Que personaje! — mascullo Izya con admiracion —. ?Ay, que personaje! ?Eres un idiota, Voronin, como siempre no sabes nada de nada! ?Sabes quien es ese individuo? Es el famoso senor Stupalski. ?Judas Stupalski! Entrego a la Gestapo de Lodz a doscientas cuarenta y ocho personas, lo descubrieron en dos ocasiones, pero logro salir del paso y que otros pagaran por el. Despues de la liberacion lo pescaron por fin, lo llevaron a los tribunales y lo condenaron, pero tambien logro salir del paso. Los senores Preceptores consideraron que era util quitarle el lazo de la horca del cuello y enviarlo aqui. En aras de la variedad. Vive en un manicomio, se hace el loco y sigue