momento le propusieron tomar parte en el Experimento.
Habia llegado a la Ciudad mucho antes que Andrei, paso por veinte puestos de trabajo; tuvo choques, por supuesto, con el senor alcalde e ingreso en una organizacion clandestina de intelectuales que en aquel momento apoyaba el movimiento de Geiger. Pero tuvieron algun problema con el. Por la razon que fuera, dos anos antes del Cambio un grupo considerable de conspiradores abandono en secreto la Ciudad y se dirigio al norte. Tuvieron suerte: en el kilometro trescientos cincuenta hallaron entre las ruinas un «proyectil del tiempo», o sea una enorme cisterna metalica, llena hasta arriba con variadisimos objetos culturales y muestras tecnologicas. El lugar era excelente: agua, tierra fertil junto a la misma Pared, y muchos edificios que se habian conservado. Alli se establecieron.
Nunca se enteraron de lo ocurrido en la ciudad, y cuando aparecieron los tractores blindados de la expedicion, decidieron que iban a por ellos. Por suerte, en el absurdo combate, corto pero feroz, solamente murio una persona. Pak reconocio a Izya, su viejo amigo, y se dio cuenta de que aquello era un error… Y despues pidio ir con la expedicion de Andrei. Dijo que era por curiosidad, que llevaba tiempo planeando marchar al norte, pero los emigrantes carecian de recursos para semejante viaje. Andrei no lo creyo del todo, pero decidio llevarlo consigo. Creyo que Pak les seria util por sus conocimientos, como en realidad fue. Hizo todo lo que pudo por la expedicion, con Andrei siempre se comporto con respeto y amistad, igual que con Izya, pero resultaba imposible pedirle sinceridad. Andrei no logro averiguar, ni Izya tampoco, la fuente de donde habia obtenido tantos datos, tanto reales como misticos, sobre el camino que tenian por delante, con que objetivo se habia vinculado a la expedicion y que pensaba realmente sobre Geiger, sobre la Ciudad, sobre el Experimento… Pak nunca participaba en conversaciones sobre temas abstractos.
Andrei se detuvo un instante y espero a su retaguardia.
— ?Ya os habeis puesto de acuerdo en lo que os interesa a cada cual? — pregunto.
— ?Lo que nos interesa? — Por fin Izya logro desplegar el plano —. Fijate… — Comenzo a senalar con una una enlutada —. Ahora estamos aqui. Entonces, una, dos… dentro de seis manzanas encontraremos una plaza. Aqui hay un edificio alto, seguramente administrativo. Tenemos que llegar a este punto, sin falta. Y si por el camino nos tropezamos con algo interesante… ?Si! Tambien tendria interes llegar hasta este punto. Esta un poco lejos, pero la escala no queda muy clara, asi que no se sabe si todo esto se encuentra a poca distancia… Mira, aqui esta escrito «Panteon». Me gustan los panteones.
— Por que no… — Andrei arreglo la correa del fusil —. Podemos hacer eso, claro. Entonces, ?hoy no vamos a buscar agua?
— El agua esta lejos — dijo Pak en voz baja.
— Si, hermano — lo secundo Izya —. El agua… Mira, ellos lo senalaron aqui: «Torre del acueducto». ?Es aqui? — le pregunto a Pak.
— No lo se — respondio el coreano, encogiendose de hombros —. Pero si queda agua en esta zona, solo sera aqui.
— Siii — pronuncio Izya, alargando la vocal —. Esta lejos, a unos treinta kilometros, imposible llegar en un dia… Es verdad que la escala… Oye. ?y por que necesitas agua precisamente ahora? Buscaremos el agua manana, como acordamos… Iremos en los tractores.
— Muy bien — dijo Andrei —. Sigamos.
Caminaban todos juntos, y durante un rato se mantuvieron en silencio. Izya giraba la cabeza continuamente, como olfateando, pero no aparecia nada interesante ni a la izquierda, ni a la derecha. Edificios de tres y cuatro pisos, a veces bastante bellos. Cristales rotos. Algunas ventanas estaban tapadas con tablas. En los balcones habia maceteros en ruinas, entre muchos edificios habia rigidas telaranas llenas de polvo. Un gran almacen: escaparates enormes, cubiertos de polvo hasta hacerse opacos, y enteros quien sabe por que, las puertas destrozadas… Izya salio trotando, entro y regreso enseguida.
— Vacio — informo —. Se lo llevaron todo.
Un edificio social, quien sabe si un teatro, una sala de conciertos o de cine. Despues, otro almacen con los escaparates destrozados, y un almacen mas en la acera de enfrente… Izya se detuvo de repente, aspiro por la nariz haciendo ruido y levanto un dedo mugriento.
— ?Oh! ?Esta por aqui!
— ?El que? — pregunto Andrei, mirando a su alrededor.
— Papel — fue la corta respuesta de Izya.
Sin mirar a nadie, se dirigio rapidamente hacia un edificio en el lado derecho de la calle. Era un edificio corriente, que no se diferenciaba en nada de los demas, quiza solo por un portal mas lujoso y porque en todo su aspecto se percibia cierto acento gotico. Izya desaparecio por la puerta y volvio a asomarse antes de que los demas tuvieran tiempo de cruzar la calle.
— Venid rapido — los llamo, con expresion divertida —. ?Pak! ?Una biblioteca!
Andrei, asombrado, se limito a sacudir la cabeza. ?Que tio mas raro era Izya!
— ?Una biblioteca? — dijo Pak y acelero el paso —. ?No puede ser!
El vestibulo era fresco y umbrio despues del torrido calor de la calle. Las altas ventanas goticas, que daban obviamente a un patio interior, estaban adornadas con vidrieras de colores. El suelo era de mosaico. Habia escaleras de marmol blanco que subian a derecha e izquierda… Izya corria ya por la de la izquierda, Pak lo alcanzo con facilidad y los dos juntos siguieron subiendo de tres en tres los escalones hasta desaparecer.
— Y nosotros, ?por que demonios tenemos que subir alli? — dijo Andrei, volviendose hacia el Mudo.
Este asintio. Andrei busco donde sentarse, y lo hizo finalmente en uno de los blancos escalones. Se quito el fusil del hombro y lo coloco a su lado. El Mudo se agacho junto a la pared, cerro los ojos y se abrazo las rodillas con sus brazos, largos y poderosos. Habia silencio, solo se oia, alla arriba, el rumor de voces.
«Estoy harto — penso Andrei con irritacion —. Estoy harto de barrios muertos. De este silencio calcinante. De estos misterios. Que bueno seria encontrar gente, convivir con ellos, preguntarles… que nos conviden a algo… a cualquier cosa, menos a esa maldita papilla de avena… ?A beber vino frio! Mucho, cuanto quieras… o cerveza.» Algo gruno dentro de su estomago y el, asustado, se puso tenso y escucho con atencion. No, nada. Por suerte, ese dia aun no habia tenido que salir corriendo al retrete, al menos tenia que agradecer eso. Y el talon habia cicatrizado.
Alla arriba algo cayo con estruendo y se desparramo.
— ?No se meta ahi, por Dios! — grito Izya. Hubo una carcajada y, de nuevo, el zumbido de voces.
«Registrad, registrad — penso Andrei —. La unica esperanza esta en vosotros. De los unicos que se puede esperar algo de utilidad es de vosotros… Y lo unico que quedara de esta estupida aventura sera mi informe y veinticuatro cajas de papeles recopilados por Izya.»
Estiro las piernas y se acomodo en los escalones, apoyando los codos. De repente, el Mudo estornudo, y el eco devolvio el sonido. Andrei echo hacia atras la cabeza y se puso a contemplar el lejano techo abovedado.
«Una buena construccion — penso —, hermosa, mejor que las nuestras. Y como se ve, no vivian nada mal. Pero, de todas maneras, perecieron… A Fritz esto no le va a gustar nada, hubiera preferido un adversario potencial. Y que es lo que tenemos: vivian aqui, mira todo lo que construyeron, loaban a su propio Geiger… El Mas Querido y Sencillo, y el resultado, ahi esta: el vacio. Como si no hubiera existido nadie. Solo huesos, y bastante pocos para un sitio habitado tan grande. ?Asi son las cosas, senor presidente! El hombre se confia, y Dios manda unos extranos rizos hasta que todo se acaba.»
El tambien estornudo y se sorbio la nariz. Alli, de alguna manera, hacia frio.
«Oh, que bueno seria procesar a Quejada al regreso. — Las ideas de Andrei retornaron al cauce habitual: como acorralar a Quejada de manera que no se atreviera ni siquiera a chistar, que la documentacion completa estuviera a mano para que Geiger pudiera entenderlo todo al momento. Echo a un lado aquellas ideas, eran inoportunas y estaban fuera de lugar —. Ahora solo debo pensar en el dia de manana — reflexiono —. Y no estaria mal pensar en el de hoy. Por ejemplo, ?donde se habra metido la estatua? Viene un bicho cornudo, algo asi como un estegosauro, y se la lleva bajo el sobaco. ?Con que objetivo? Ademas, pesaba unas cincuenta toneladas. Claro que semejante fiera podia llevarse un tractor bajo el sobaco. Lo que tenemos que hacer es largarnos de aqui. A no ser por el coronel, hoy no estariamos en este lugar.» Comenzo a pensar en el coronel y, de repente, se dio cuenta de que sus oidos estaban en alerta.
Surgio un sonido lejano, poco claro, y no se trataba de voces, las voces seguian ronroneando alla arriba, como antes. No, era algo que venia de la calle, de mas alla de las puertas entreabiertas de la entrada. Los cristales de la vidriera de colores se estremecian cada vez con mas fuerza, y los escalones de piedra donde