primera vista parecia imposible que pudiera existir una organizacion tan compleja en ausencia de seres inteligentes, pero los insectos sociales de la Tierra actuaban de esa manera, en obediencia exclusivamente a sus instintos.

Algunos escorpios cuidaban los enormes troncos que se alzaban hacia la superficie para recoger los rayos del sol invisible; otros se afanaban sobre el lecho marino, llevando rocas, hojas y... si, no cabia la menor duda, redes y canastos toscos. Por consiguiente, fabricaban herramientas, pero eso por si solo no era senal de inteligencia. Ciertas aves construian nidos mucho mas complejos que esos toscos enseres, fabricados con los tallos y hojas de las inevitables algas.

Soy como un visitante del espacio que sobrevuela una aldea terricola de la Edad de Piedra, cuando el hombre descubrio la agricultura, penso Loren. Ese visitante, ?hubiera comprendido que se hallaba en presencia de seres inteligentes? ?O hubiera atribuido su conducta al puro instinto?

La sonda habia penetrado en el claro y el bosque habia desaparecido de su campo visual, aunque los troncos mas cercanos se encontraban a apenas cincuenta metros de distancia. Fue entonces que algun norteno ingenioso pronuncio el nombre que de ahi en mas se convirtio en moneda corriente, incluso en los informes cientificos: «El centro comercial de Villa Escorpio».

A falta de un nombre mas adecuado, parecia una zona residencial y comercial. Un penasco de unos cinco metros de altura dominaba el claro y en su frente se observaba una serie de perforaciones oscuras, del diametro exacto para permitir el paso de un escorpio. Aunque estaban ubicadas a intervalos irregulares, sus dimensiones eran tan uniformes que no podian atribuirse a un agente natural. El conjunto tenia el aspecto de un edificio residencial disenado por un arquitecto excentrico.

Los escorpios entraban y salian de las cuevas: como oficinistas urbanos antes de la era de las telecomunicaciones, penso Loren. Sus movimientos parecian tan irracionales como les hubiera parecido la actividad humana a ellos.

— A ver, ?que es eso? — exclamo uno de los observadores en la cubierta del Calypso —. A la derecha... ?puede acercarse un poco mas?

Esa intromision de una voz en sus pensamientos lo arrastro bruscamente del fondo del mar a la superficie.

Al alterarse la posicion de la sonda, la imagen panoramica en la pantalla se inclino bruscamente, luego se enderezo para acercarse lentamente a una piramide aislada que, a juzgar por la estatura de los dos escorpios junto a su base, media unos diez metros y mostraba una sola entrada. Al principio Loren no advirtio nada fuera de lo normal, pero poco a poco empezo a descubrir ciertas anomalias, elementos extranos que no correspondian al panorama de Villa Escorpio.

Mientras los demas escorpios corrian de aca para alla, — ocupados con sus labores, estos dos estaban inmoviles, solo meneaban las cabezas constantemente. Y habia algo mas...

Eran muy grandes. Era dificil estimar las magnitudes, pero despues de compararlos con varias criaturas que pasaban frente a ellos, Loren concluyo que estos dos eran casi un cincuenta por ciento mas grandes que los demas.

— ?Que hacen? — susurro alguien.

— ?No te das cuenta? — replico otra voz — Son guardias... centinelas.

Era una conclusion tan evidente que nadie la objeto.

— ?Y que custodian?

— ?La reina, si es que la tienen? ?El Banco de Credito de Villa Escorpio?

— ?Como averiguarlo? El trineo es demasiado grande para pasar por esa apertura... si le permitieran pasar.

A esa altura la discusion se habia vuelto puramente especulativa. La sonda se encontraba a menos de diez metros del vertice de la piramide, y el operador acciono uno de los propulsores para detener el descenso.

El ruido o la vibracion fue captado por los centinelas. Ambos se irguieron al unisono y Loren vio, como en una pesadilla, sus dos pares de ojos, sinuosas palpas y enormes tenazas. Suerte que no estoy alla abajo, aunque tenga esa sensacion, penso; suerte que no saben nadar.

Pero aunque no sabian nadar, sabian trepar. En cuestion de segundos llegaron al vertice de la piramide, pocos metros debajo del trineo.

— Tengo que sacarlo de ahi antes de que salten — dijo el operador —. Con esas tenazas podrian cortar el cable como si fuera un hilo.

Era demasiado tarde. Uno de los escorpios salto de la roca y sus tenazas se aferraron a uno de los patines del tren de apoyo.

El operador era hombre de reflejos rapidos, al mando de una tecnologia superior. En ese preciso instante acelero al maximo y desplego el brazo mecanico para contraatacar. Y, mas efectivo aun, encendio los reflectores.

Las luces cegaron al escorpio, quien abrio sus tenazas en un gesto de estupefaccion casi humano y cayo al fondo del mar antes de que la mano mecanica del robot pudiera atacarlo.

La luz tambien cego a Loren durante unos instantes. Luego los circuitos automaticos de la camara compensaron el nivel de luminosidad, lo cual le permitio un vistazo en primer plano del atonito escorpio, justo antes de que desapareciera de su campo visual.

No le sorprendio en absoluto comprobar que llevaba dos pulseras metalicas bajo la tenaza derecha.

Cuando el Calypso enfilo hacia Tarna el repasaba la ultima escena, con los sentidos tan concentrados en el mundo subterraneo que ni se percato de la ola que paso junto al barco. Pero entonces escucho los gritos confusos a su alrededor y sintio que la cubierta se estremecia mientras el Calypso cambiaba de rumbo. Se arranco la mascara y parpadeo a la fuerte luz del sol.

Por un momento quedo totalmente encandilado, pero luego sus ojos se acostumbraron al resplandor y vio que se encontraban a pocos cientos de metros de la costa de Isla Austral, bordeada de palmeras. Encallamos en un arrecife, penso. Pobre Brant, se van a burlar de el hasta el dia de su muerte.

Pero al volver la vista hacia el este, vio algo que jamas penso que contemplaria en un mundo sereno como Thalassa. La nube en forma de hongo, la pesadilla de la humanidad durante dos mil anos.

?Que diablos hacia Brant? En lugar de dirigirse hacia la costa, hacia virar el Calypso en la curva mas estrecha posible para volver hacia alta mar. Sin embargo era el unico que parecia dominar la situacion, mientras los demas ocupantes de la cubierta miraban hacia el este, boquiabiertos.

— ?Krakan!. — dijo uno de los cientificos nortenos, y por un instante Loren penso que era solo la trillada exclamacion thalassiana. Entonces comprendio, y lo embargo una sensacion de alivio. Le duro muy poco.

— No — dijo Kumar, que para sorpresa de Loren parecia muy asustado —. No es Krakan sino algo mas cerca. Hilo de Krakan.

El trasmisor del bote emitia silbidos de alarma intercalados con solemnes instrucciones. Loren no tuvo tiempo de comprenderlas: algo muy extrano le sucedia al horizonte. No estaba donde debia estar.

Se sentia confundido; parte de su mente seguia sumergida en el mar, entre los escorpios, y sus ojos no se acostumbraban del todo al resplandor del mar y el cielo. Su vista no enfocaba bien; aunque estaba seguro de que el Calypso mantenia el equilibrio, sus ojos le indicaban que la cubierta estaba muy inclinada.

No, en realidad, era el mar que se alzaba, y su rugido ahogaba los demas ruidos. No habia tiempo para calcular la altura de la ola a punto de abatirse sobre la cubierta; ahora comprendia por que Brant enfilaba hacia las aguas profundas, alejandose de la costa mortal sobre la etial, la tsunami iba a descargar su furia.

Una mano colosal aferro la proa del Calypso y la alzo hacia el cenit. Loren rodo por la cubierta; trato de aferrarse a un puntal, sus manos se cerraron en el vacio y cayo al agua.

Recuerda lo que aprendiste para casos de emergencia, penso furioso. El principio fundamental es el mismo, en el espacio o en el mar. No hay peor enemigo que el panico, asi que conserva la calma...

No corria riesgo de ahogarse, su chaleco de seguridad lo mantendria a flote. ?Donde estaba la valvula para inflarlo? Sus dedos nerviosos escarbaron bajo el cinturon, y a pesar de su determinacion se estremecio aterrado. Entonces encontro la llave de la valvula, la acciono y sintio con indecible alivio que el chaleco se inflaba y estrechaba su pecho en un calido abrazo.

El gran peligro era el propio Calypso, si llegaba a caer sobre su cabeza. ?Donde estaba?

Demasiado cerca, en el agua turbulenta, y con parte de las estructuras de cubierta dispersas sobre el mar. La mayoria de los tripulantes se encontraban a bordo. Lo senalaban con los brazos y alguien estaba a punto de

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