valor para tomar sus propias decisiones. Siempre habia hecho lo que su padre deseaba. Su musica y el habian sido las unicas constantes en su vida. El empuje y las necesidades de su padre siempre habian sido mucho mas apasionadas que las de ella y Vanessa no habia querido desilusionarlo.

Una pequena voz en su interior grito que, mas bien, no se habia atrevido, pero ella decidio no prestarle atencion alguna.

Se lo debia todo a su padre. El habia dedicado su vida entera a la carrera de Vanessa. Mientras que su madre habia eludido todas sus responsabilidades, su padre se habia hecho cargo de ella, la habia moldeado y se lo habia ensenado todo. Cuando ella trabajaba, el trabajaba tambien. Incluso cuando se habia puesto muy enfermo, habia hecho un esfuerzo sobrehumano y se habia ocupado de la carrera de Vanessa como siempre. La habia llevado a la cima de su profesion y se habia contentado con permanecer en las sombras.

Seguramente no le habia resultado facil. Su propia carrera como concertista de piano se habia estancado antes de que llegara a los treinta anos. Nunca habia alcanzado la gloria que tan desesperadamente habia deseado. Para el, la musica lo habia sido todo. Al fin, habia conseguido ver realizadas todas sus ambiciones y aspiraciones en su unica hija.

En aquellos momentos, Vanessa estaba a punto de darle la espalda a todo lo que el habia deseado para ella. Su padre jamas habria podido comprender su deseo de dejar una carrera tan fulgurante, igual que nunca habia sido capaz de entender, ni de tolerar, el terror constante que Vanessa sentia antes de actuar.

Su padre le habia dicho que se trataba de miedo escenico y que terminaria por superarlo. Aquello era lo unico que jamas habia podido conseguir para el. A pesar de todo, sabia que podia volver a los escenarios. Podria soportarlo. Podria superarse aun mas si se lo proponia. Si por lo menos supiera que era aquello lo que deseaba…

Tal vez solo necesitaba descansar. Unas semanas o unos meses de tranquilidad le bastarian para comenzar a anhelar la vida que habia dejado atras. Sin embargo, por el momento, lo unico que deseaba era disfrutar de aquel rojizo atardecer.

Tomo asiento en el balancin que habia sobre el cesped. Desde donde estaba, veia las luces encendidas en el interior de la casa, en el resto de las casas. Habia cenado con su madre en la cocina… o mejor dicho lo habia intentado. Loretta habia parecido algo molesta cuando Vanessa solo habia picado un poco de la comida. ?Como podia explicarle que, en aquellos momentos, nada parecia sentarle bien? Aquel vacio que le corroia el estomago no parecia mitigarse con nada.

Vanessa confiaba en que lo hiciera con el tiempo. Seguramente era porque no estaba ocupada, como deberia estarlo. Ciertamente no habia practicado lo suficiente ni aquel dia ni el anterior. Aunque decidiera recortar sus obligaciones profesionales, no podia descuidar sus practicas.

«Manana», penso, cerrando los ojos. El dia siguiente seria un buen momento para instaurar una rutina diaria. Con aquellos pensamientos, se arrebujo en la chaqueta. Se habia olvidado de lo rapido que la temperatura podia bajar alli cuando el sol se ocultaba tras las montanas.

Oyo que un coche aminoraba la marcha para aparcar en el acceso al garaje de una casa, a continuacion una puerta que se cerraba. Desde algun lugar cercano una madre llamo a su hijo para que dejara de jugar y entrara en la casa. Otra luz parpadeo en una ventana. Un bebe comenzo a llorar. Vanessa sonrio y deseo poder sacar la vieja tienda que Joanie y ella habian utilizado en el jardin. Podria dormir alli, simplemente escuchando los sonidos de la noche.

De repente, escucho los ladridos de un perro y vio el hermoso pelaje dorado de un golden retriever. Atraveso corriendo el cesped del vecino, salto por encima del macizo de calendulas y pensamientos que su madre habia plantado y se dirigio corriendo hacia Vanessa. Antes de que ella pudiera decidir si asustarse o alegrarse, le coloco las dos patas en el regazo y le dedico una muy canina sonrisa.

– Vaya, hola -le dijo, mientras le acariciaba las orejas-. ?De donde has salido tu?

– De una distancia de dos manzanas, a plena carrera -comento una voz masculina. Inmediatamente, Brady surgio entre las sombras-. Cometi el error de llevarmelo hoy a la consulta. Cuando fui a meterlo en el coche, decidio irse a dar un paseo -comento, mientras se detenia delante del balancin-, ?Vas a volver a pegarme o me puedo sentar?

– Probablemente no te volvere a pegar -replico Vanessa, sin dejar de acariciar al perro.

– Supongo que me tendre que conformar con eso -dijo Brady. Se sento en el balancin y estiro las piernas. Inmediatamente, el perro trato de subirsele al regazo-. No trates de hacer las paces, amigo -repuso el. Entonces, se quito al perro de encima.

– Es un animal muy bonito.

– No le digas esas cosas. Ya tiene un ego bastante desarrollado.

– La gente dice que las mascotas y sus duenos desarrollan caracteristicas similares -comento ella-. ?Como se llama?

– Kong. Era el mayor de su carnada -respondio Brady. Al escuchar su nombre, el perro ladro dos veces y luego se lanzo a corretear por el jardin-. Lo mime demasiado cuando era un cachorro y ahora estoy pagando por ello -anadio. Entonces, extendio un brazo por encima del respaldo del balancin y dejo que los dedos rozaran suavemente las puntas del cabello de Vanessa-. Joanie me ha dicho que has ido hoy a verla a la granja.

– Si -comento ella, golpeandole la mano para que la retirara-. Parece muy feliz y tiene un aspecto maravilloso.

– Es muy feliz -dijo Brady. Entonces, sin inmutarse, le tomo la mano y empezo a juguetear con los dedos en un gesto antiguo y familiar-.Ya habras conocido a tu ahijada.

– Si -replico Vanessa al tiempo que retiraba la mano-. Es preciosa.

– Si -afirmo el. Volvio a ocuparse del cabello-. Se parece a mi.

Sin poder evitarlo, Vanessa se echo a reir.

– Sigues siendo igual de presumido. ?Quieres apartar las manos de mi?

– Nunca he podido hacerlo – contesto, pero se aparto un poco-. Soliamos sentarnos aqui muy a menudo, ?te acuerdas?

– Si.

– Creo que la primera vez que te bese estabamos sentados aqui, igual que ahora.

– No -replico ella.

– Tienes razon -dijo Brady, aunque lo sabia muy bien-. La primera vez fue en el parque. Tu viniste a verme jugar al baloncesto.

– Dio la casualidad de que pasaba por alli.

– Viniste a verme porque yo jugaba sin camiseta y querias verme el torso cubierto de sudor.

Vanessa volvio a soltar una carcajada. Sabia que aquello era completamente cierto. Se volvio a mirarlo y vio que Brady estaba sonriendo y que parecia muy relajado. Siempre le habia resultado muy facil relajarse. Y siempre habia sabido como hacerla reir.

– En realidad, tu torso cubierto de sudor no merecia tanto la pena.

– He engordado un poco. Y sigo jugando al baloncesto -comento. Aquella vez, Vanessa no noto que comenzaba de nuevo a acariciarle el cabello-. Recuerdo perfectamente aquel dia. Fue a finales de verano, antes de que empezara mi ultimo curso en el instituto. En tres meses, tu habias pasado de ser una nina pesada para convertirte en una chica muy sexy con aquella melena castana y esas piernas tan estupendas que solias dejar al descubierto cuando te ponias pantalones cortos. Eras tan guapa. Hacias que la boca se me hiciera agua.

– Tu siempre estabas mirando a Julie Newton.

– No. Fingia mirar a Julie Newton mientras te miraba a ti. Entonces, aquel dia fuiste al parque. Habias estado en la tienda de Lester porque tenias un refresco en la mano. Era un refresco de uva.

– Pues menuda memoria tienes.

– Bueno, estamos hablando de un momento muy importante en nuestras vidas. Tu me dijiste «Hola, Brady. Parece que tienes mucho calor. ?Quieres un trago?».Yo estuve a punto de comerme de un bocado la pelota. Entonces, empezaste a flirtear conmigo.

– Eso no es cierto.

– Empezaste a pestanear.

– Yo nunca he hecho nada semejante -replico ella, tratando de contener la risa.

– Te aseguro que entonces si que pestaneaste -comento Brady, con un suspiro-. Fue estupendo.

– Tal y como yo lo recuerdo, tu estabas presumiendo en la cancha, haciendo ganchos y canastas, lo que

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