– ?Y usted se atreve a responder a la pregunta de para que existe la Humanidad?
– No me interrumpa -ataja el Escritor-. Eso es descortesia. ?Unicamente -continua- para producir obras de arte! Imagenes de la verdad absoluta. Eso, por lo menos, es desinteresado…
Pausa.
De pronto el Escritor se sonrie ironico:
– Es una broma -anade casi turbado-. Aqui la cerveza… ?Esto es cerveza? ?Que les parece, nos tomamos otra ronda?
– Yo no tengo mas dinero -dice el Profesor.
– Y yo tampoco, -profiere con voz decaida el Escritor.
– Usted presumia de que le fian en todas partes -dice irritado el Profesor al Escritor.
– ?Si! -responde el otro desafiante-. ?En todas partes! Menos aqui.
El Guia echa sobre la mesa varias monedas menudas mezcladas con basura, mueve las monedas con un dedo contandolas.
– Aqui tienen -dice-. Hay bastante para otras dos jarras. Vivimos.
En este momento junto a la mesa aparece el camarero, coloca con destreza ante ellos jarras llenas con copetes de espuma y retira las jarras vacias. Mirandolo, el Guia, con aire compungido, golpea con la sucia una la exigua pila de monedas. EI camarero hace un gesto tranquilizador y desaparece.
– ?Es un lector mio! -anuncia con aire significativo el Escritor-. ?Me ha reconocido!
El Guia y el Profesor lo miran -su semblante sucio y sin afeitar, cl enorme cardenal que le rodea el ojo derecho, el trapo ensangrentado que le ha caido sobre la frente-, lo miran y despues, sin decir palabra, beben largo rato de sus jarras.
– No -dice el Guia-. Esto no es beber, muchachos. Ahora mismo le telefoneo a mi mujer y le digo que me traiga dinero.
El Escritor lo sujeta de la manga.
– ?Para que? Voy a telefonear a cualquier redaccion…
El Guia lo rechaza.
– Tranquilo… Soy yo quien convida y no tu. No te muevas.
Se acerca al telefono automatico, marca un nurnero y en este momento ve por la ventana a su mujer que se dirige a la cafeteria. Cuelga el telefono y retorna a la mesa.
La mujer se acerca a la mesa y dice al marido:
– Bueno, ?Que haces aqui sentado? ?Vamonos!
– Ahora mismo -dice-. Sientate un poco. Sientate con nosotros. ?Es que llevas prisa?
Ella se sienta de buen grado, lo toma del brazo y recorre con la mirada al Escritor y al Profesor.
– Saben ustedes -dice-, mi mama estaba en contra de que me casara con e1. Porque e1 era un autentico bandido. Le tenia miedo toda la comarca. Era guapo agil como… Pero, mi madre decia: si es un stalker, si es un suicida, si se pasa la vida en la carcel… y los hijos. Recuerda, decia, los hijos que suelen tener los stalker… Yo no discutia con ella. Todo eso lo sabia perfectamente: que era un suicida, que se pasaba la vida en la carcel, sabia lo de los hijos. Pero ?que podia hacer yo? Estaba segura de que con e1 seria feliz. Sabia, claro, que tambien pasaria muchas penas, pero pensaba: mas vale una felicidad amarga que una vida gris. Pero, puede ser que todo esto se me haya ocurrido ahora. Entonces e1 se me acerco y me dijo carinosamente: – “?Oye, vente conmigo!' Y yo me fui. Y nunca me arrepenti. Nunca. Las pasamos mal. Tuve que aguantarme el miedo. Me daba verguenza y a pesar de todo no me arrepenti nunca y no envidie a nadie. El tampoco se arrepintio ni envidio. Es que el destino es asi. La vida es asi, nosotros somos como somos. Y si no hubiera penas en nuestra vida, no habria alegrias. Seria peor. Porque tampoco habria una felicidad asi ni habria esperanza. Eso es. Y ahora tenemos que irnos. Vamonos. La Monita se ha quedado sola.
Se ponen en pie.
– Estos son mis amigos -dice el Stalker-. Hasta ahora no he conseguido nada mas…
Se van.
El Escritor y el Profesor miran como se alejan.
