Me quede mirandolo. El vapor del cafe se elevaba entre nosotros dos mientras le quitaba la tapa a la taza.

– Esta muerto -repeti, tratando de asimilarlo. Me habia esforzado mucho en no pensar nunca en el, y he aqui que hablaba de el y lo siguiente que oia es que estaba muerto.

– Si.

– Guau. -Mire por la ventanilla hacia la luz rosada del horizonte. Senti una oleada de… libertad. La unica persona que recordaba lo ocurrido ademas de mi, la unica que lo habia disfrutado, que habia insistido hasta el final en que yo habia iniciado y proseguido las asquerosas actividades que el encontraba tan gratificantes… estaba muerto. Respire hondo.

– Espero que este en el infierno -dije-. Espero que cada vez que piense en lo que me hizo, un demonio le pinche el culo con un tridente.

– ?Cielo santo, Sookie!

– Nunca se metio contigo.

– ?Pues claro que no!

– ?Que insinuas?

– ?Nada, Sookie! ?Pero que yo sepa nunca molesto a nadie aparte de ti!

– Y una mierda. Tambien abuso de la tia Linda.

El rostro de Jason se quedo blanco de la impresion. A1 fin habia logrado hacer que mi hermano comprendiera.

– ?La abuela te lo conto?

– Si.

– A mi nunca me dijo nada.

– La abuela sabia que era duro para ti no poder verlo de nuevo, cuando estaba claro que lo querias. Pero no podia dejarte solo con el, porque no le era posible estar al cien por cien segura de que solo le interesaran las ninas.

– Lo he visto algunas veces desde hace un par de anos, mas o menos.

– ?En serio? -eso si que no lo sabia. Tampoco debia de saberlo la abuela.

– Sookie, era un anciano. Estaba muy enfermo. Tenia problemas de prostata y se encontraba muy debil, y tenia que usar un andador.

– Eso habra tenido que serle toda una molestia a la hora de perseguir ninas de cinco anos.

– ?Dejalo!

– ?Si, claro! ?Como si pudiera! -Nos miramos el uno al otro desde ambos lados del asiento del camion-. Entonces, ?que le ha pasado? -pregunte por ultimo, reluctante.

– Un ladron entro anoche en su casa.

– ?Si? ?Y?

– Y le rompio el cuello. Lo tiro por las escaleras.

– Vale, ahora ya lo se. Me voy a casa. Tengo que ducharme y prepararme para el trabajo.

– ?Eso es todo lo que tienes que decir?

– ?Y que mas puedo decir?

– ?No quieres saber nada del funeral?

– No.

– ?Ni de su testamento?

– No.

Levanto las manos.

– De acuerdo-dijo, como si hubiera estado discutiendo de algun asunto muy serio conmigo y se diera cuenta de que yo era intratable.

– ?Que mas? ?Hay algo?

– No, solo que tu tio abuelo se ha muerto. Pense que era suficiente.

– Y tienes razon -dije, abriendo la puerta del camion y bajandome de el-, es suficiente-le pase el vaso-. Gracias por el cafe, hermano.

Hasta que llegue al trabajo no cai en la cuenta.

Estaba secando unos vasos, sin pensar conscientemente en el tio Bartlett, y de repente se me fue toda la fuerza de los dedos.

– Jesucristo y todos los apostoles-susurre, contemplando las astillas de vidrio junto a mis pies-. Bill ha hecho que lo maten.

No se como estaba tan segura, pero el caso es que lo estaba, desde el mismo instante en que la idea se me habia cruzado por la cabeza. Puede que oyera a Bill marcar el telefono mientras estaba medio dormida. O puede que la expresion del rostro de Bill cuando termine de contarle lo del tio Bartlett dispararse una alarma silenciosa en mi interior.

Me pregunte si Bill pagaria al otro vampiro con dinero o le compensaria en especie.

Realice mi jornada laboral estupefacta. No podia hablar con nadie de lo que estaba pensando, no podia ni decir que estaba enferma sin que nadie me preguntara que me ocurria, asi que no dije nada, me limite a trabajar. Desconecte de todo excepto del siguiente pedido que tenia que servir. Conduje hasta casa tratando de estar igual de aislada, pero cuando estuve sola tuve que enfrentarme a los hechos.

Me quede helada.

Ya sabia, en el fondo lo sabia, que Bill habia matado a un humano o dos durante su larga, larga vida. Cuando era un vampiro joven, cuando necesitaba mucha cantidad de sangre, antes de que tuviera el control necesario de sus impulsos para sobrevivir con un trago aqui, un sorbo alla, sin llegar a matar a las personas de las que bebia. El mismo me habia dicho que habia dejado algun cadaver a su paso. Y habia matado a los Rattray. Pero ellos hubieran acabado conmigo aquella noche detras de Merlotte's, sin lugar a dudas, si Bill no hubieraintervenido.Me sentia inclinada de manera natural a perdonarle aquellas muertes.

?En que era diferente el asesinato del tio Bartlett? Tambien me habia hecho dano, de un modo terrible; habia convertido mi infancia, ya de por si dificil, en una autentica pesadilla. ?Acaso no me habia sentido aliviada, incluso contenta, de enterarme de que habian encontrado su cadaver? ?No se debia mi horror ante la intervencion de Bill a una hipocresia de la peor especie?

Si. ?No? Agotada e increiblemente confundida, me sente en los escalones de mi casa y espere en medio de la oscuridad, abrazandome las rodillas. Los grillos cantaban entre las altas hierbas cuando el llego, como siempre con tanta rapidez y silencio que no pude oirle. En un momento dado estaba sola en la noche, y al instante siguiente Bill se sentaba en los escalones junto a mi.

– ?Que quieres hacer esta noche, Sookie? -Su brazo me rodeo.

– Oh, Bill-mi voz estaba cargada de tristeza. Dejo caer el brazo. No lo mire a la cara, y de todos modos no podria haber visto nada en la oscuridad-. No deberias haberlo hecho.

Al menos no trato de negarlo.

– Me alegro de que este muerto, Bill -anadi-. Pero no puedo…

– ?Crees que podria hacerte dano, Sookie? -su voz era serena y crujiente, como unos pies que caminaran sobre hierba seca.

– No, aunque suene extrano no creo que me llegaras a hacer dano, incluso aunque te pusieras de verdad furioso conmigo.

– ?Entonces…?

– Es como salir con el Padrino, Bill. Ahora me da miedo decir cualquier cosa delante de ti. No estoy acostumbrada a que mis problemas se resuelvan de esa manera.

– Te amo.

Nunca antes me lo habia dicho, y casi podria haber sido solo mi imaginacion, de lo baja y susurrante que fue su voz.

– ?De veras, Bill? -No alce la mirada, mantuve mi frente apretada contra las rodillas.

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