tenia la casa mas limpia de la parroquia de Renard. Entonces Sam dijo:
– Me marcho, Sookie. Supongo que querras estar sola.
– Si -respondi-. Me gustaria agradecertelo algun dia, pero aun no puedo. Hoy me has salvado.
Senti sus labios en mi frente y un minuto despues oi como se cerraba la puerta. Me sente a la mesa mientras la oscuridad comenzaba a invadir la cocina. Cuando ya casi no se veia nada, sali al porche; me lleve la linterna grande.
No me importo que aun estuviera lloviendo. Solo llevaba un vestido de tela vaquera sin mangas y un par de sandalias, lo que me habia puesto esa manana despues de que Jason me llamara.
Permaneci bajo la calida lluvia, con el pelo aplastado sobre la frente y el vestido apretandose humedo a mi piel. Gire a la izquierda, hacia los bosques, y los cruce, al principio con lentitud y cuidado. La tranquilizadora influencia de Sam acabo por evaporarse y me lance a la carrera, raspandome las mejillas con las ramas y aranandome las piernas con arbustos espinosos. Emergi de los bosques y comence a atravesar a toda prisa el cementerio, con el haz de luz de la linterna bamboleandose por delante de mi. Al principio pense ir a la casa de mas alla, la de los Compton, pero entonces me di cuenta de que Bill debia de estar por alli, en algun lugar de las doscientas cincuenta hectareas de huesos y lapidas. Me ergui en el centro de la parte mas vieja del camposanto, rodeada de estatuas y losas de aspecto sencillo, en compania de los muertos.
– ?Bill Compton! ?Sal ya! -grite. Me movi en circulos, mirando a mi alrededor en la casi completa oscuridad, a sabiendas de que incluso si yo no lograba verlo, el si podria verme a mi. Si es que podia ver algo, si no era una de aquellas atrocidades desmenuzadas y ennegrecidas que presencie en el jardin delantero de aquella casa, a las afueras de Monroe.
No hubo respuesta. Ningun movimiento excepto la caida de la suave lluvia torrencial.
– ?Bill! ?Bill! ?Sal!
Senti, mas que oi, movimiento a mi derecha. Enfoque el haz de la linterna en esa direccion: el suelo se retorcia. Mientras miraba, una mano palida surgio de entre la tierra rojiza. La superficie comenzo a agitarse y partirse, y una criatura emergio de ella.
– ?Bill?
Avanzo hacia mi. Cubierto de manchas granates, con el pelo lleno de tierra, Bill dio un paso dubitativo en mi direccion. No logre correr hacia el.
– Sookie-dijo, muy cerca de mi-, ?por que estas aqui? Por una vez parecia desorientado e inseguro.
Tenia que contarselo, pero no pude abrir la boca.
– ?Carino?
Me desplome como una piedra. Quede de repente de rodillas sobre el suelo empapado.
– ?Que ha pasado mientras dormia? -Estaba arrodillado junto a mi, desnudo y con la lluvia recorriendo su piel.
– No llevas nada de ropa -murmure.
– Se ensucia-dijo con sensatez-. Cuando voy a dormir en la tierra, me la quito.
– Oh, claro.
– Ahora cuentame de que se trata.
– Prometeme que no me odiaras.
– ?Que has hecho?
– ?Oh, Dios mio, no he sido yo! Pero podria haberte advertido con mas claridad, deberia haberte agarrado y hacer que me escucharas. ?Trate de llamarte, Bill!
– ?Que ha ocurrido?
Puse una mano a cada lado de su cara, palpando su piel, dandome cuenta de todo lo que podia haber perdido, y de todo lo que aun podia perder.
– Estan muertos, Bill, los vampiros de Monroe. Y alguien mas que estaba con ellos.
– Harlen -dijo con tono inexpresivo-. Harlen se quedo anoche, Diane y el hicieron buenas migas.
Espero a que continuara, sus ojos fijos sobre los mios.
– Hubo un incendio.
– Provocado.
– Si.
Se agacho junto a mi bajo la lluvia, en la oscuridad, y no pude verle la cara. Aun sostenia la linterna en mi mano, pero se me habian ido todas las fuerzas del cuerpo. Pude sentir su rabia.
Pude sentir su crueldad.
Su hambre.
Nunca habia sido un vampiro de modo tan absoluto. No habia nada humano en el. Alzo el rostro hacia el cielo y aullo. La rabia que emanaba de el era tan intensa que pense que podria matar a alguien. Y la persona mas cercana era yo.
Justo cuando comprendi el peligro al que me enfrentaba, Bill me agarro por los antebrazos. Me arrastro hacia si, poco a poco. No tenia sentido resistirse, de hecho me parecio que eso solo serviria para excitarlo aun mas. Bill me sostuvo a dos centimetros de su cuerpo, casi podia oler su piel, y notaba su confusion interior. Podia paladear su rabia.
Dirigir esa energia en otra direccion podia salvarme la vida. Avance esos dos centimetros, puse la boca sobre su pecho. Lami la lluvia, frote mi rostro contra sus tetillas, me aprete contra el.
En un instante sus dientes rozaron mi hombro y su cuerpo, duro, rigido y listo, me empujo con tanta fuerza que me vi de repente boca arriba sobre el barro. Se deslizo directamente en mi, como si tratase de alcanzar el suelo a traves de mi cuerpo. Chille y el gruno en respuesta, como si de verdad fueramos seres de la tierra, primitivos trogloditas. Mis manos apretaron la piel de su espalda, y mis dedos sintieron la lluvia que nos golpeaba y la sangre bajo mis unas, y su incansable movimiento. Pense que iba a enterrarme en el barro, en mi tumba. Sus colmillos perforaron mi cuello.
De repente me corri. Bill aullo mientras alcanzaba su propio orgasmo y se dejo caer sobre mi, con los colmillos desplegados y la lengua limpiandome las marcas que estos habian dejado.
Estaba convencida de que podria haberme matado sin quererlo siquiera.
Los musculos no me obedecian, y de todos modos no tenia claro que queria hacer. Bill me saco del agujero y me llevo a su casa, abriendo de un empujon la puerta y trasladandome de cabeza al amplio cuarto de bano. Alli me dejo con suavidad sobre la alfombra, que manche de barro, agua sucia y un pequeno reguero de sangre. Bill abrio el grifo del agua caliente del jacuzzi, y cuando estuvo lleno me metio dentro y despues se metio el. Nos sentamos en los escalones y nuestras piernas flotaron sobre la calida agua espumosa que pronto quedo tenida.
Los ojos de Bill miraban un punto a kilometros de distancia.
– ?Todos muertos? -dijo con voz casi inaudible.
– Todos muertos, y tambien una chica humana -dije con tranquilidad.
– ?Que has estado haciendo todo el dia?
– Limpiar. Sam me ha hecho limpiar la casa.
– Sam-repitio Bill pensativo-. Dime, Sookie, ?puedes leer la mente de Sam?
– No -reconoci, exhausta de repente.
Sumergi la cabeza y, cuando volvia respirar, vi que Bill habia sacado el frasco de champu. Me enjabono el pelo y lo aclaro. Y despues me lo peino como la primera vez que habiamos hecho el amor.
– Bill, lo siento por tus amigos -le dije, tan cansada que apenas pude lograr que me salieran las palabras-, y estoy tan contenta de que estes vivo… -Le pase los brazos por el cuello y aprete mi cabeza contra su hombro. Era duro como una roca. Recuerdo que Bill me seco con una enorme toalla blanca, y creo que pense en lo blandita que estaba la almohada y que despues el se metio en la cama a mi lado y me rodeo con su brazo. Entonces me quede dormida.
Me desperte a medias a altas horas de la madrugada, al oir que alguien se movia por el cuarto. Debia de haber estado sonando, quiza una pesadilla, porque me ergui con el corazon latiendo a toda velocidad.