estampada en la hoja, sobre la imagen de un edificio cuadrado con cuatro torres puntiagudas: «JS.1507.»
Me acerque a la muralla y me sente en el monton de cascotes; aun no me habia recuperado de la impresion. No podia apartar la vista de los despojos que yacian entre las canas. Ademas, tenia los dedos de las manos y los pies entumecidos de frio, de modo que al cabo de unos instantes volvi a levantarme y empece a agitar los brazos y a patear el suelo para reactivar la circulacion de la sangre.
Comence a pasear a lo largo de la muralla, cavilando sobre el significado de lo que acababamos de descubrir, mientras oia crujir la nieve bajo mis botas. A medida que los hechos encajaban uno con otro, una vision de conjunto iba cobrando forma en mi cabeza. Al cabo de un rato, oi voces procedentes de la huerta y vi a Mark, que volvia a toda prisa, acompanado por dos figuras con habito negro, el abad Fabian y el prior Mortimus. Este llevaba en las manos una manta grande. El abad se detuvo junto al estanque y, con el rostro descompuesto, clavo los ojos en los restos humanos que yacian en la orilla, se santiguo y musito una plegaria. El prior se acerco al cadaver con una mueca de asco. Sus ojos se posaron en la espada, que yo habia vuelto a dejar junto al cadaver.
– ?La mataron con esto? -murmuro.
– No lo creo. El limo que la cubria ha preservado el cuerpo; creo que llevaba mucho tiempo ahi. Pero diria que esa espada es el arma que mato a Singleton. Este estanque ha sido utilizado para ocultar pruebas mas de una vez.
– ?A quien pertenece el cuerpo? -pregunto el abad con una nota de panico en la voz.
– Tengo entendido que la anterior ayudante del enfermero desaparecio hace un par de anos -respondi mirandolo atentamente-. Una tal Orphan Stonegarden.
El prior volvio a observar el cadaver.
– No -lo oi murmurar. Su voz traslucia colera, pero tambien pesar e incredulidad-. Pero… esa joven huyo - balbuceo-. Era una ladrona…
Oirnos voces y nos volvimos. Cuatro criados se acercaban trayendo una camilla. El abad hizo un gesto con la cabeza al prior, que cubrio el cadaver con la manta.
– En el monasterio se ha armado un gran revuelo -dijo el abad inclinandose hacia mi-. La gente ha visto al senor Poer llegar corriendo a mi casa; cuando me ha explicado que habiais encontrado un cuerpo, les he dicho a los criados que trajeran una camilla. Pero, por favor…, ?no podriamos mantenerlo en secreto por el momento, decir simplemente que alguien se ha ahogado en el estanque, y no que es la mujer…?
– Por el momento -acepte escondiendo la espada bajo el habito que habiamos sacado del agua. Los criados, al ver el cadaver, retrocedieron sobrecogidos y se persignaron-. Ayudales, Mark. -El muchacho, que se habia quitado la ropa mojada y ahora llevaba una blusa azul de sirviente bajo la capa, les ayudo a colocar el cadaver cubierto con la manta en la camilla y a levantarla; parecia ligera como una pluma-. Llevad el cuerpo a la enfermeria -les ordene.
Fuimos en procesion detras de los criados. Yo mire al prior Mortimus un par de veces, pero el aparto los ojos. El agua que goteaba del cuerpo dejaba un reguero sucio sobre la nieve.
En la huerta se habia congregado una muchedumbre de monjes y criados que cuchicheaban y bullian como un enjambre de abejas. El prior, irritado, les grito que regresaran a sus ocupaciones, y ellos se dispersaron y empezaron a alejarse, aunque a cada paso se volvian para lanzar medrosas miradas hacia la camilla.
El hermano Guy se acerco a nosotros.
– ?Quien es? -pregunto-. He oido decir que se trata de alguien que se ahogo en el estanque.
Me volvi hacia los criados.
– Llevad el cuerpo a la enfermeria para que el hermano Guy pueda examinarlo. Mark, ve con ellos. Llevate esto y guardalo en nuestra habitacion -dije tendiendole el habito-. Cuidado con la espada -le susurre-. Esta muy afilada.
– Tendre que decirles algo a los hermanos -observo el prior.
– Solo que hemos encontrado un cuerpo en el estanque. Ahora, senor abad, me gustaria hablar con vos -dije haciendo un gesto hacia su casa.
El abad se sento al escritorio, que seguia cubierto de papeles y con el sello del monasterio descansando en el bloque de cera roja. Su rostro parecia haber envejecido una decada en apenas unos dias, y el saludable color de sus mejillas habia dado paso a la palidez del cansancio y el miedo.
Deje la espada sobre el escritorio. El abad la miro con aprension. A continuacion, puse la cadenilla de plata junto al arma y la senale.
– ?La reconoceis, reverencia?
El abad se inclino hacia ella y la examino.
– No, es la primera vez que la veo. ?La llevaba el… el…?
– El cadaver, si. ?Que me decis de la espada?
El abad movio negativamente la cabeza.
– Aqui no tenemos espadas.
– No os preguntare si reconoceis el cuerpo como el de Orphan Stonegarden, porque esta irreconocible. Ya veremos si la senora Stumpe reconoce la medalla. El abad me miro horrorizado.
– ?La gobernanta del hospicio? ?Es necesario que intervenga? No nos tiene ningun aprecio. Me encogi de hombros.
– Y aun os tendra menos si trasciende que su pupila fue asesinada y arrojada al estanque del monasterio. Me conto que la chica no era feliz aqui. ?Que podeis decirme al respecto?
Por toda respuesta, el abad se cogio la cabeza con las manos. Crei que iba a echarse a llorar, pero al cabo de unos instantes volvio a alzar el rostro.
– Tener mujeres jovenes trabajando en los monasterios es un error. En eso estoy totalmente de acuerdo con lord Cromwell. Pero, en esa epoca, el enfermero era el hermano Alexander, que se estaba haciendo viejo y necesitaba ayuda. Nos mandaron a la muchacha, y el estuvo de acuerdo en aceptarla.
– Puede que la encontrara atractiva. Creo que lo era.
El abad carraspeo.
– El hermano Alexander no era de esos. De hecho, me parecio mas seguro que ponerle de ayudante a un muchacho. Eso fue antes de la visita de inspeccion y entonces…
– Entiendo. Entonces el culo de un chico habria corrido peligro. Pero, si no me equivoco, cuando desaparecio Orphan el enfermero era el hermano Guy…
– Si. El nombre del hermano Alexander fue mencionado en la visita del obispo. Eso acabo con el; murio de un ataque poco despues. El hermano Guy ocupo su puesto.
– Entonces, ?quien molesto a la chica? Estoy convencido de que alguien lo hizo.
El abad movio la cabeza.
– Comisionado, tener a una chica atractiva rondando por el claustro es una tentacion. Las mujeres tientan a los hombres, como Eva tento a Adan. Los monjes somos humanos…
– Por lo que he oido, Orphan no tento a nadie; mas bien la importunaron y acosaron. Os lo preguntare una vez mas. ?Que sabeis al respecto?
– El hermano Alexander me expuso alguna queja -respondio el abad dejando caer los hombros-. Decia que un hermano joven llamado Luke, que trabaja en la lavanderia, la habia… molestado.
– ?Quereis decir que la forzo?
– No, no, no. No fue tan lejos. Hable con el y le prohibi que se acercara a la joven. Cuando volvio a molestarla le adverti que si persistia lo obligaria a marcharse.
– ?Algun otro? ?Algun obedienciario, quiza?
El abad me miro con el panico pintado en el rostro.
– Hubo quejas contra el hermano Edwig y el prior Mortimus. Le habian… le habian hecho proposiciones deshonestas, el hermano Edwig, persistentemente. En mas de una ocasion, lo… puse sobre aviso.
– ?Al hermano Edwig?
– Si.
– ?Y vuestra advertencia surtio efecto?
– Soy el abad del monasterio, senor comisionado -replico con un apice de su antiguo orgullo en la voz-. ?No podria ser que la chica se hubiera suicidado? -pregunto el abad tras una vacilacion-. Si estaba desesperada…