paredes altas.
– Dentro de una hora habra corrido la voz por todo el monasterio -dijo Mark.
– Estupendo. Se acabaron los secretos. -Rompi el sello y lei la unica hoja que contenia la carta mordiendome el labio con impaciencia-. Copynger ha empezado a indagar. Ha citado a sir Edward y a otro terrateniente que aparecia mencionado en el libro azul. Le han enviado mensajes alegando que estan aislados por la nieve en sus propiedades; pero, si los mensajeros han podido pasar, ellos tambien pueden hacerlo, asi que les ha mandado otro requerimiento. Esto huele a tactica dilatoria. Esos dos tienen algo que esconder.
– Ya podeis enfrentaros al hermano Edwig.
– No quiero que esa escurridiza anguila vuelva a salirme con que solo eran calculos y presupuestos. Quiero ponerle delante pruebas solidas. Pero no dispondre de ellas manana, ni pasado, a este paso -dije doblando la carta-. ?Quien podia saber que esta manana ibamos a ir a la iglesia, Mark? Te lo he dicho cuando estabamos en el estanque, ?lo recuerdas?
– El prior Mortimus estaba alli, pero no lo bastante cerca para oirlo.
– A lo mejor tiene el oido tan fino como tu… Es extrano, pues nadie sabia que ibamos a la iglesia. Eso suponiendo que quien intento matarme nos estaba esperando, claro.
– Pero ?como iba a saber ese alguien que os parariais justo debajo de la estatua? -pregunto Mark tras pensar unos instantes.
– Es verdad. ?Oh, Dios, no consigo pensar con claridad! -dije golpeandome la frente con los nudillos-. De acuerdo. ?Y si nuestro asesino hubiera subido a la galeria por otro motivo? ?Y si simplemente decidio aprovechar la oportunidad que se le habia presentado de librar al mundo de mi cuando me detuve debajo?
– ?Y con que motivo iba a subir alli? Ni siquiera estan trabajando en las reparaciones.
– ?Quien estara al corriente de las obras ahora que Gabriel ha muerto?
– El prior Mortimus es el responsable del dia a dia del monasterio.
– Creo que hablare con el. -Hice una pausa mientras me guardaba la carta-. Pero antes, Mark, hay algo que debo decirte.
– ?Si, senor?
Lo mire muy serio.
– En la carta sobre las ventas de tierras que llevaste a Copynger le pedia que averiguara si habia algun barco que fuera a zarpar a Londres, pues con estas nieves me llevaria una semana cruzar el Weald. Ahora que conozco el contenido de la carta de Jerome, necesito ver a Cromwell. Pense que podia haber algun barco, y asi es. Zarpara con la marea vespertina con un cargamento de lupulo. Deberia llegar a Londres dentro de dos dias y regresar al siguiente. Si el tiempo nos acompana, solo estaria fuera cuatro dias. No puedo desaprovechar la ocasion. Pero quiero que tu te quedes aqui.
– ?Y es necesario que os vayais ahora?
– Tengo que aprovechar esta oportunidad -dije caminando de un lado para otro. Recuerda que el rey no sabe lo que esta ocurriendo aqui. Si Jerome consiguio enviar alguna otra carta y ha llegado a manos del rey, Cromwell podria estar en aprietos. No deseo marcharme, pero debo hacerlo. Y hay algo mas. ?Recuerdas la espada?
– ?La que saque del estanque?
– Tenia la marca del armero. Las espadas como esa solo se hacen por encargo. Si consigo encontrar al armero, tal vez descubra para quien la hizo. Es la unica pista que tenemos.
– Tambien podemos interrogar al hermano Edwig cuando tengamos pruebas sobre las ventas de tierras.
– Si. Pero no me imagino al tesorero trabajando con un complice. Es demasiado independiente.
– El hermano Guy pudo matar a Singleton -dijo Mark tras una vacilacion-. Esta delgado, pero es alto y fuerte.
– Pudo hacerlo, pero ?por que el?
– El pasadizo secreto, senor. Esa noche, pudo utilizarlo con toda facilidad para ir a la cocina. No necesitaba llave.
Volvi a golpearme la frente con los nudillos.
– Cualquiera de ellos pudo hacerlo. Esa pista apunta en demasiadas direcciones. Necesito algo mas, y espero encontrarlo en Londres. Pero quiero que tu te quedes aqui. Quiero que te mudes a casa del abad. Revisa las cartas y no pierdas detalle de nada de lo que ocurre.
Mark me lanzo una mirada de reproche.
– Me quereis lejos de Alice.
– Te quiero en lugar seguro, como el viejo Goodhaps. Puedes ocupar su habitacion; es un sitio muy adecuado para alguien de tu edad y tu situacion. -Solte un suspiro-. Y, si, preferiria que te mantuvieras alejado de Alice. He hablado con ella; le he dicho que vuestra relacion podria perjudicar tu futuro.
– No teniais ningun derecho, senor -replico Mark con subita vehemencia-. El derecho a elegir mi camino es mio.
– No, Mark, no lo es. Tienes obligaciones, con tu familia y con tu propio futuro. Te ordeno que te mudes a casa del abad.
Vi hielo en los grandes ojos azules que habian cautivado al hermano Gabriel.
– Os he visto mirarla con lujuria -murmuro Mark despectivamente.
– Yo se controlarme.
Mark me miro de arriba abajo.
– No teneis mas remedio.
Aprete los dientes.
– Deberia lanzarte al camino de una patada en el culo. Ojala no te necesitara aqui mientras estoy fuera, pero te necesito. Bueno, ?vas a hacer lo que te he dicho?
– Hare todo lo que pueda para ayudaros a coger al hombre que ha matado a esas personas. Se merece la horca. Pero no os prometo nada sobre lo que hare despues, aunque me repudieis totalmente -dijo, y respiro hondo-. Tengo intencion de pedirle a Alice Fewterer que se case conmigo.
– Entonces, si, tal vez deba repudiarte -respondi con calma-. ?Vive Dios que no lo haria por gusto, pero no puedo pedirle a lord Cromwell que readmita a un hombre casado con una criada! Eso es imposible.
Mark no respondio. En el fondo de mi corazon, sabia que, si ocurria lo peor, acabaria aceptandolo como pasante, a pesar de lo que acababa de decirme, y les encontraria una habitacion en Londres para ellos dos. Pero no se lo pondria facil. Le lance una mirada tan acerada como la suya.
– Preparame la bolsa -le ordene con sequedad-. Y ensilla a
Me habria gustado que me acompanara a interrogar a Mortimus, pero, despues de lo que acababa de ocurrir, estariamos mejor separados.
En el despacho de Gabriel, los obedienciarios formaban un grupo patetico, como pocas veces habia visto. Me llamo la atencion lo distantes que se mostraban entre ellos; el abad, con su altivez, cada vez mas fragil; Guy, austero y solitario; el prior y el tesorero, los dos hombres que hacian funcionar el monasterio, y que, a pesar de ello, seguian sin parecerme amigos. Esa era su fraternidad espiritual.
– Debo comunicaros, hermanos, que voy a ir a Londres. Tengo que informar a lord Cromwell. Estare fuera unos cinco dias, durante los cuales delego mis atribuciones en el senor Poer.
– ?Como vais a ir y volver en cinco dias? -se asombro el prior-. Dicen que hay nieve de aqui a Bristol.
– Ire en barco.
– ?De que teneis que informar a lord Cromwell? -me pregunto el abad con inquietud.
– De asuntos privados. Bien. He divulgado como murio el hermano Gabriel. Y he decidido que el cuerpo de Orphan Stonegarden se entregue a la senora Stumpe para que lo entierre. Por favor, ocupaos de ello.
– Pero entonces toda la ciudad sabra que murio aqui… -protesto el abad con el entrecejo fruncido, como si no acabara de entender lo que ocurria.
– Si. Las cosas han ido demasiado lejos para seguir manteniendolo en secreto.
El abad alzo la cabeza y me miro con un asomo de su antigua soberbia.
– Debo protestar, doctor Shardlake. Algo asi, que afecta a todos los que vivimos aqui, deberia haberseme consultado antes, como abad del monasterio.