de Esher hasta que murio.
– Te quedaste con la espada…
– Si, por sentimentalismo. Las noches de invierno, mi tio solia sacarla para ensenarnos algunos movimientos de esgrima. Aprendi algunas cosas sobre equilibrio, pasos, angulos de fuerza… Cuando vi a Singleton, supe que la usaria.
– ?Vive Dios que eres una mujer valiente!
– Fue facil. No tenia llave de la cocina, pero recordaba la historia del viejo pasadizo.
– Y lo encontraste.
– Buscando en todas las habitaciones, si. Luego le escribi una nota anonima a Singleton explicandole que tenia informacion para el y que lo esperaba esa noche en la cocina. Le dije que estaba en condiciones de revelarle un gran secreto -anadio Alice esbozando una sonrisa, una sonrisa que me estremecio.
– Y el supuso que la nota era de un monje…
La sonrisa se desvanecio.
– Sabia que habria sangre, asi que fui a la lavanderia y robe un habito. Habia encontrado una llave de la lavanderia en un cajon de esta habitacion, al poco de llegar.
– La llave que se le cayo al hermano Luke mientras forcejeaba con Orphan Stonegarden. Orphan debio de quedarsela.
– Pobre muchacha. Deberiais buscar a su asesino en lugar del de Singleton. -Alice me miro fijamente-. Me puse el habito, cogi la espada y fui a la cocina por el pasadizo. El hermano Guy y yo estabamos atendiendo a uno de los monjes ancianos, y yo le dije que necesitaba descansar una hora. Fue muy facil. Me escondi detras del aparador de la cocina y, cuando paso junto a mi, le aseste el golpe. -Alice esbozo una sonrisa, una escalofriante sonrisa de satisfaccion-. Habia afilado la espada; su cabeza rodo por el suelo de un solo tajo.
– Como la de Ana Bolena.
– Como la de Mark. -La sonrisa se esfumo de sus labios y su ceno se cubrio de arrugas-. Cuanta sangre… Esperaba que la sangre de Singleton apagara mi colera, pero no fue asi. Aun veo el rostro de mi primo en suenos.
De pronto, sus ojos se iluminaron, y Alice solto un profundo suspiro de alivio al tiempo que una mano me agarraba la muneca y me inmovilizaba el brazo a la espalda, y otra me agarraba el cuello. Al mirar hacia abajo, vi una daga junto a mi garganta.
– ?Jerome? -balbuci.
– No, senor -respondio la voz de Mark-. No griteis. -La daga me presiono el cuello-. Sentaos en la cama. Moveos despacio.
Atravese la habitacion con paso vacilante y me derrumbe en la carriola. Alice se levanto, corrio hacia Mark y le rodeo la cintura con el brazo.
– Crei que no llegarias nunca. Lo he entretenido hablando.
Mark cerro la puerta y se quedo guardando el equilibrio sobre las puntas de los pies, con la daga a un palmo de mi garganta; en un momento podia inclinarse hacia mi y rebanarme el pescuezo. En su rostro ya no habia frialdad, sino una firme determinacion.
– Hace un momento, en el patio, ?eras tu? -le pregunte mirandolo a los ojos-. ?Me seguias?
– Si. ?Quien mas lo sabe, senor?
Seguia llamandome «senor». Casi me eche a reir.
– El mensajero era uno de los servidores de lord Cromwell, asi que Su Senoria debe de conocer el contenido del mensaje. Entonces, ?sabes lo que ha hecho Alice?
– Me lo conto la primera vez que nos acostamos juntos, el dia que partisteis a Londres. Le dije que erais un hombre listo. Al ver que estabais a punto de desvelar la identidad del asesino, hicimos los preparativos para partir esta noche. Si hubierais llegado unas horas mas tarde, no nos habriais encontrado aqui. Ojala hubiera sido asi.
– Ya no hay huida posible. En Inglaterra, no.
– No nos quedaremos en Inglaterra. En el rio nos espera un bote que nos llevara a un barco.
– ?Contrabandistas?
– Si -dijo Alice con toda naturalidad-. Os menti. Mis amigos de la infancia no desaparecieron durante una tormenta y siguen siendo mis amigos. Hay un barco frances esperando frente a la costa; manana por la noche recibiran un cargamento del monasterio, pero van a mandar un bote para recogernos esta noche.
– ?Un cargamento del monasterio? -pregunte asombrado-. ?Sabes de quien, o que es?
– Eso me trae sin cuidado. Esperaremos en el barco hasta manana por la noche y luego partiremos a Francia.
– Mark, ?sabes que es ese cargamento?
– No -contesto el chico mordiendose el labio-. Lo siento, senor. Ahora lo unico que me importa es Alice y nuestra huida.
– En Francia no sienten demasiado aprecio por los reformistas ingleses…
Mark me miro con lastima.
– Yo no soy reformista. Nunca lo he sido. Y, ahora que se como trabaja lord Cromwell, menos que nunca.
– Eres un traidor -le espete-. Desleal con tu rey y desleal conmigo, que te he tratado como a un hijo.
– Para vos no soy un hijo, senor -replico Mark mirandome con conmiseracion-. Nunca he estado de acuerdo con vuestras ideas en materia de religion. Os habriais dado cuenta si hubierais escuchado lo que os decia en lugar de utilizarme como caja de resonancia de vuestras opiniones.
Solte un grunido.
– No merecia que me hicieras esto, Mark. Ni tu, Alice.
– ?Quien sabe lo que se merece cada uno? -dijo Mark con inesperada vehemencia-. En este mundo no hay ni orden ni justicia, como veriais si no estuvierais tan ciego. Despues de lo que me conto Alice, ya no me queda ninguna duda. Me voy con ella; lo decidi hace cuatro dias.
Y, sin embargo, mientras hablaba, vi que su rostro se demudaba, que estaba avergonzado y que el afecto que sentia por mi no habia desaparecido por completo.
– ?Vas a decirme que te has convertido en un papista? No estoy tan ciego como piensas, Mark. Muchas veces me he preguntado en que creias realmente. ?Que piensas de que esta mujer profanara la iglesia? Porque fuiste tu, ?verdad, Alice? Despues de matar a Singleton, depositaste ese gallo sacrificado sobre el altar para dejar una pista falsa…
– Si -respondio Alice-. Lo hice. Pero si creeis que Mark y yo somos papistas estais muy equivocado. Sois todos iguales, papistas y reformistas; os inventais credos que imponeis a las personas so pena de muerte, mientras vosotros os disputais el poder, la tierra y el dinero, que es lo unico que en realidad os importa.
– Eso no es lo que yo quiero.
– Puede que no. Teneis buen corazon, y habria preferido no verme obligada a enganaros. Pero en lo que concierne a lo que esta ocurriendo en Inglaterra estais tan ciego como un murcielago -dijo Alice con una mezcla de colera y lastima-. Deberiais ver las cosas a traves de los ojos del pueblo, pero la gente de vuestra clase nunca lo hara. ?Creeis que me importa alguna Iglesia despues de lo que he visto de la una y de la otra? Me dolio mas tener que matar aquel gallo que lo que hice en el altar.
– ?Y ahora que? -les pregunte-. ?Vais a matarme?
Mark trago saliva.
– No podria hacerlo. A menos que me obligueis -dijo, y se volvio hacia Alice-. Podemos atarlo, amordazarlo y encerrarlo en el aparador. No se les ocurrira mirar aqui. ?Cuando descubrira el hermano Guy que has desaparecido?
– Le he dicho que me acostaria temprano. No me echara en falta hasta que vea que no aparezco por la enfermeria, a las siete. Para entonces, ya estaremos en el barco.
– Por favor, Mark, escuchame -dije tratando de ordenar mis ideas-. ?Te has olvidado del hermano Gabriel, de Simon Whelplay de Orphan Stonegarden?
– ?Yo no tuve nada que ver con sus muertes! -grito Alice.
– Lo se. Habia considerado la posibilidad de que hubiera dos asesinos actuando juntos, pero nunca se me ocurrio que podia haber dos asesinos sin relacion entre si. Piensa en lo que has visto, Mark. Orphan Stonegarden, pudriendose en el estanque; el hermano Gabriel, aplastado como un insecto; Simon, trastornado por un veneno… Me has ayudado, has estado a mi lado… ?No te importa que el asesino siga suelto?