– Ibamos a dejaros una nota diciendoos que Alice mato a Singleton.

– Por favor, escuchame. El hermano Edwig. ?Lo han cogido?

Mark nego con la cabeza.

– No. Os segui hasta la puerta del refectorio y oi a Bugge cuando os comunico que teniais un mensaje. Os segui hasta la porteria y luego vi que os dirigiais a la enfermeria. Pero el prior Mortimus me vio y me dijo que el tesorero no estaba en la contaduria ni en su celda. Parece que ha huido. Por eso he tardado tanto, Alice.

– ?No podemos permitir que escape! -exclame con exasperacion-. Ha vendido tierras, creo que a espaldas del abad; tiene mil libras escondidas en alguna parte. Piensa huir en ese barco. Por supuesto, tenia que ganar tiempo hasta que llegara. Por eso mato a Simon, porque temia que el novicio me hablara de Orphan Stonegarden y yo lo hiciera detener.

Mark bajo la daga y me miro asombrado. Habia conseguido captar su atencion.

– ?El hermano Edwig mato a Orphan Stonegarden?

– ?Si! Y luego intento matarme a mi en la iglesia. Con esta nieve, pasarian dias o semanas antes de que llegara alguien de Londres para reemplazarme, y para entonces ya estaria lejos. Haras el viaje a Francia en compania de un asesino.

– ?Estais seguro de eso? -me pregunto Mark.

– Si. Me equivoque con el hermano Gabriel, pero esta vez no hay error posible. Lo que me has contado sobre el barco ha despejado mis ultimas dudas. Edwig es un ladron y un asesino despiadado. En conciencia, no puedes dejarlo escapar.

Por un segundo, lo vi titubear.

– ?Estais seguro de que el hermano Edwig mato a la muchacha? -me pregunto Alice.

– Totalmente. Tenia que ser uno de los obedienciarios que visito a Simon Whelplay. Tanto el prior Mortimus como el hermano Edwig habian acosado a mujeres; Mortimus tambien te molesto a ti, pero Edwig no lo hizo… porque temia perder el control, como lo perdio con Orphan.

Mark se mordio el labio.

– No podemos permitir que escape, Alice.

– Me colgaran -dijo la joven mirandome con desesperacion-, si es que no me queman. Y me acusaran de brujeria por matar al gallo.

– Escucha -le dijo Mark-. Cuando lleguemos al barco, podemos decirles que no esperen, que zarpen esta noche. Asi no podra huir con su apestoso oro. No querran esperar a un asesino.

– Si -respondio Alice aliviada-. Haremos eso.

– Seguira estando libre -les recorde.

Mark respiro hondo.

– Entonces tendreis que capturarlo solo, senor. Lo siento.

– Tenemos que irnos -lo urgio Alice-. La marea cambiara pronto.

– Hay tiempo. Segun el reloj de la abadia, son las ocho; falta media hora para la pleamar. Nos sobra tiempo para cruzar la marisma.

– ?Cruzar la marisma? -les pregunte con incredulidad.

– Si -respondio Alice-. Por el camino que os mostre. El bote nos espera en el estuario.

– ?No podeis hacer eso! -les grite-. ?No habeis visto el tiempo que hace? La nieve se esta derritiendo, la marisma no sera mas que barro liquido… He entrado por el canal esta tarde; he visto como estaba y ahora estara mucho peor. El agua del deshielo esta bajando por las Downs. Y la niebla cada vez es mas espesa. ?No lo conseguireis! ?Debeis creerme!

– Conozco bien los caminos -dijo Alice-. No me perdere -aseguro, pero me parecio que dudaba.

– ?Por amor de Dios, Mark! ?Vais a una muerte segura, creeme!

Mark respiro hondo.

– Alice conoce el camino. Aqui es donde nos espera la muerte.

Solte un profundo suspiro.

– Dejare que Alice escape. Que se vaya ahora mismo y rehaga su vida donde le plazca. No dire nada sobre su implicacion, lo juro. ?Por Dios santo, os estoy diciendo que sere complice vuestro, que pondre en peligro mi vida por los dos! ?Pero no vayais a la marisma!

Alice miro a Mark con desesperacion.

– ?No me abandones, Mark! ?Lo conseguiremos!

– ?Os digo que no lo conseguireis! ?No habeis visto como esta la marisma!

Mark paseo la mirada entre los dos con la angustia y la indecision pintadas en el rostro. Vuelvo a verlo y pienso: que joven era, que joven para tener que decidir su destino y el de Alice en un instante. Mark se volvio hacia mi, y el alma se me cayo al suelo.

– Tengo que ataros, senor. Procurare no haceros dano. ?Donde tienes el camison, Alice?

La muchacha saco la prenda de debajo del almohadon, y Mark la hizo tiras con la daga.

– Tumbaos boca abajo, senor.

– Por lo que mas quieras, Mark… -le suplique, pero el me agarro de los hombros y me obligo a echarme. Me ato las manos a la espalda y luego las piernas, y me dio la vuelta-. Mark, no vayas a la marisma…

Fueron las ultimas palabras que pude decirle antes de que me metiera un trozo de camison en la boca, que a punto estuvo de ahogarme. Alice abrio las puertas del pequeno aparador, y me metieron dentro entre los dos. Mark se irguio y me miro dubitativo.

– Espera un momento. Le dolera la espalda.

Alice lo observo con impaciencia mientras cogia el almohadon y me lo ponia detras de la espalda.

– Lo siento -me susurro.

Luego se levanto y cerro las puertas. A mi alrededor la oscuridad era absoluta. Un instante despues, los oi cerrar la puerta de la habitacion con suavidad.

Tenia ganas de vomitar, pero sabia que si lo hacia seguramente me ahogaria. Me recoste contra el almohadon y respire profundamente por la nariz. Alice habia dicho que el hermano Guy no la echaria de menos hasta las siete, cuando viera que no se presentaba en la enfermeria. Tenia once horas para esperar.

32

Dos veces durante aquella larga y fria noche me parecio oir gritos a lo lejos; la gente estaria buscandonos a Mark y a mi, y tambien a Edwig. Debi de quedarme dormido, porque sone con la cara de Jerome, que me miraba y se reia como un lunatico al verme atado en el interior del aparador; luego me desperte sobresaltado en la densa oscuridad, sintiendo que las ligaduras me desollaban las munecas.

Llevaba despierto horas, cuando al fin oi pasos en la habitacion. Reuni las pocas fuerzas que me quedaban y golpee con los pies la puerta del aparador, que se abrio al cabo de un instante. Subitamente deslumbrado, parpadee hasta que mis ojos se habituaron a la luz del dia y me permitieron ver al hermano Guy, que, de pie junto al aparador, me miraba con la boca abierta. En ese momento, lo primero que se me ocurrio fue que, para ser un hombre de su edad, tenia una dentadura envidiable.

El enfermero me desato y, tras recomendarme que me moviera despacio para no hacerme dano en la espalda, me ayudo a salir del aparador y ponerme en pie. Luego me acompano a mi habitacion, donde me apresure a sentarme ante el fuego, pues estaba muerto de frio. Cuando le conte lo ocurrido y supo que Alice habia asesinado a Singleton, se dejo caer sobre la cama con un grunido.

– Recuerdo que le hable del pasadizo poco despues de que llegara. Solo queria entablar conversacion; se la veia sola y desorientada. Y pensar que la puse al cuidado de mis pacientes…

– Creo que el unico que corria peligro cerca de ella era Singleton. Decidme, hermano Guy, ?todavia no han encontrado a Edwig?

– No, ha desaparecido tan misteriosamente como Jerome. Pero podria haber escapado del monasterio. Anoche, cuando oyo el alboroto, Bugge dejo el porton sin vigilancia. Tambien podria haber salido por la parte posterior de la muralla y huido por la marisma. Pero no entiendo por que teniais tanto interes en hacerlo detener. Desde que estais aqui habeis oido cosas mucho peores que las que dijo el.

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