los zapatos llenos de agua me arrastraron nuevamente hacia abajo. El mar salado me reclamaba.
Agua salada, trague y senti nauseas. Todos los vestigios de mi condicion atletica se consumieron en levantar la nariz por encima de la superficie y patalear para permanecer ahi. En cierto modo, comprendi que era una batalla perdida, pero no podia aceptarlo. Si me habian dejado caer desde un bote lejos de la orilla, el final llegaria pronto. Proteste furiosamente, en vano, contra el hecho de ser asesinado.
Vislumbre un resplandor en el agua, un destello de luz. La corriente me llevaba hasta ahi, lejos de la oscuridad.
Luz electrica.
Una luz muy por encima del agua… en un poste de alumbrado.
No me habia dado cuenta hasta que punto habia perdido la esperanza, mientras no comprendi que los postes de alumbrado no crecian a mitad del oceano, pensamiento que retumbo en mi cerebro como halito de vida. Los postes equivalian a la tierra. La tierra significaba vivir. Vivir requeria que nadara hasta el poste.
Muy sencillo.
Pero no lo fue tanto. Era todo lo que podia hacer para resistir. De todos modos, la corriente que me habia arrastrado de la oscuridad hasta la luz continuo su obra benigna y me llevo con lentitud hacia el poste de luz.
En realidad, eran dos postes.
Se encontraban encima de mi, en la parte superior de un muro. Finalmente, el agua me condujo hasta la pared y luego a lo largo, despacio, arrastrandome y golpeandome la espalda contra ella. Trate de gritar para pedir auxilio. El contraflujo sofoco mi voz. Cuando tome aliento para volver a gritar, trague agua salada y senti que me asfixiaba.
El muro era liso y legamoso, no tenia de donde asirme. Me parecio ridiculo ahogarme cuando la tierra firme estaba a tres metros de distancia sobre de mi.
Salve mi vida por casualidad. Sobrevivi gracias a la persona que hizo el diseno y construyo una escalera en ese muro, El oleaje me elevo hasta una especie de hueco en la pared lisa, y el reflujo hizo que flotara en la superficie nuevamente. Tal vez demasiado tarde lance los brazos y las manos contra el concreto resbaloso, desesperado por evitar que el agua volviera a arrastrarme, y luego espere que se elevara otra vez para alcanzar el hueco. Sabia que era mi ultima oportunidad.
Me propulse junto con el agua dentro del hueco y adheri el cuerpo contra un escalon filoso. Senti el tiron de la ola que retrocedia y me hizo dar un vuelco, pero aproveche el peso de los zapatos, pantalones y chaqueta como si fueran un ancla. Con la siguiente ola subi al escalon subsecuente, la cabeza y los hombros estaban ya fuera del agua.
La escalera estaba empotrada en el muro, sin ninguna proteccion hacia el mar abierto. Me arrastre para subir un escalon mas y me quede ahi tirado, exhausto, frio y aturdido. Todavia tenia los pies en el agua, se elevaban y caian al ritmo de las olas.
Cuando fluyo algo semejante al vigor, continue arrastrandome, apretandome contra el lado interno del muro. Me aterraba la idea de caer al mar de nuevo. Por fin me deslice sobre una superficie dura y seca, me arrastre con gran debilidad hasta el poste de alumbrado y cai junto a el a todo lo largo, boca abajo. Abrace el poste para convencerme de que este, por lo menos, no era un sueno.
No tenia idea de donde me encontraba. Habia estado muy ocupado tratando de sobrevivir como para preocuparme de tales insignificancias. Sentia punzadas en la cabeza. Cuando trate de saber la razon, mi memoria se perdio en una especie de niebla.
Escuche entonces unas pisadas que se aproximaban. Por un instante terrible pense que las personas que me habian arrojado al agua habian vuelto, pero la voz que hablo por encima de mi implicaba una clase diferente de amenaza, el profundo resentimiento de una autoridad menor que se sentia afrentada.
– No puede estar tirado ahi -ordeno-. ?Vayase!
Rode sobre la espalda y me encontre mirando los ojos de un perro grande y resuelto. Una figura corpulenta vestida con un uniforme naval sujetaba al perro de una correa. El hombre llevaba una insignia plateada que centelleaba.
Intente hablar, pero solo logre emitir un grunido incoherente. El perro de raza
Trate nuevamente, murmure:
– Me cai al agua.
– No me importa si cruzo a brazadas el Canal. Levantese y larguese ahora mismo.
Hice un esfuerzo por sentarme. Llegue hasta un codo.
– ?Donde estoy?
– En Southampton. Vamos. Muevase. Nadie debe estar aqui cuando el muelle esta cerrado. Ademas, no tolero a los borrachos.
– Me golpee la cabeza -explique.
– De todos modos no puede quedarse aqui -tiro de mi con vigor y me puso de pie. Me sujete al poste de alumbrado porque me sentia profundamente mareado.
– ?Tiene un telefono?
– Si, en el cuarto de la guardia.
Aunque no menciono que podia usarlo, lo considere como una invitacion. Solte el poste y di unos cuantos pasos tambaleantes.
– ?Espere! -dijo con rudeza, sujetandome por el hombro-. Va a volver a caerse al agua-
– Gracias.
Me tomo de la manga, no exactamente para sostenerme, pero sin duda ayudo. Con los pies que parecian ajenos, a duras penas camine por el muelle. Por fin llegamos a un edificio grande.
El guardia nocturno metio una llave en la cerradura.
– Pase -invito-. El telefono esta en la pared. Tendra que pagar por usarlo, por supuesto.
– Mmm -asenti, busque en vano mi billetera o algunas monedas. El vigilante nocturno observo la busqueda prudentemente.
Mire el telefono.
– Puedo llamar por cobrar -sugeri.
El vigilante hizo una senal de asentimiento con la mano- Descolgue el auricular y marque el numero de la operadora. Llamo a mi casa y me informo que nadie contestaba.
– Por favor, vuelva a intentarlo -pedi con ansiedad-. Se que hay alguien ahi, pero es posible que este dormida. Necesita despertarla.
La habitacion de Lizzie estaba junto a la mia, y probablemente ahi estaria sonando el telefono. Dije para mi en silencio: 'Vamos, Lizzie… contesta'.
Me parecio que habian transcurrido siglos antes de escuchar al fin su voz.
– ?Hola? -contesto Lizzle sonolienta. La operadora le pregunto si queria aceptar una llamada de su hermano, Freddie, de Southampton. Cuando hablamos, exclamo asombrada:
– ?Southampton! Crei que estabas en casa acostado.
– Lizzie -repuse con desesperacion-, por favor ven por mi. Estuve en el agua, me estoy congelando y me golpee la cabeza. Ven en el Fourtrak. La llave esta en un gancho al lado de la puerta trasera. Por favor, ven pronto.
– ?Dios mio! ?A donde?
– Dirigete a la carretera principal rumbo a Newbury, pero da vuelta hacia el sur. Es la A treinta y cuatro. Sigue las senales hasta Southampton. Cuando llegues, toma el camino hacia los muelles. Te esperare junto a la terminal de los transbordadores -tosi convulsivamente-. Traeme algo de ropa y dinero.
– Freddie… -se oia muy impresionada e insegura, pero en seguida se decidio-. Aguanta, muchacho. Ya viene la caballeria.
Le di las gracias al vigilante nocturno y le dije que mi hermana iba a venir. Penso que deberia llamar a la policia.
– Prefiero irme a casa -repuse. La fuente de mis problemas no se encontraba en Southampton, decidi, sino en Pixhill, en mi granja, debajo de mis camiones, en mi empresa. Queria irme a casa para tratar de resolverlos.