mejor dar aviso al cuartel general.

Me encogi de hombros y me apoye en su auto mientras el hablaba por telefono. No, decia, nadie habia muerto, no habia heridos, el dano era a la propiedad. Escucho con atencion las instrucciones, que me confio despues. Dos detectives vestidos de civil llegarian en su momento.

– ?Por que dijo usted que no habia heridos? -Lizzie parecia indignada-. Freddie esta lesionado.

Sandy me contemplo desde su vasta experiencia.

– Herido, para el, significa tener ambas piernas rotas y las entranas de fuera -comente.

– ?Hombres! -protesto Lizzie.

Sandy me pregunto:

– ?Quieres que llame al doctor Farway?

– No.

Escucho mi respuesta enfatica y le sonrio a Lizzie.

– ?Ya lo ve?

La puerta lateral de la casa de Harvey daba directamente a la granja. Mi asistente salio angustiado, tratando de ponerse a toda prisa unos pantalones vaqueros.

– ?Freddie! ?Sandy! Uno de mis hijos me desperto para decirme que habia visto una patrulla cerca de los camiones. ?Que sucedio?

– Unos vandalos asaltaron mi casa -le explique-. Venimos a ver si habian pasado por aqui tambien, pero no es asi.

Harvey parecio preocuparse mas.

– Hice una ronda alrededor de las diez de la noche -comento-. Todo estaba bien. Cerre las rejas. Ya habian llegado todos.

– Mmm -repuse-. ?No oiste nada una hora mas tarde?

Nego con la cabeza.

– ?Por que?

– Vine apenas unos minutos despues de las once. Las puertas se hallaban abiertas y habia un merodeador. No llegue lo suficientemente cerca para ver si se trataba de alguien conocido.

– Pero si no causaron ningun dano -agrego Harvey, al tiempo que fruncia el entrecejo-, ?a que vinieron?

Era una pregunta a la que valia la pena dar alguna respuesta, sin embargo, en ese momento no iba a exponer la unica razon que me venia a la mente.

Sandy y Lizzie le contaron a Harvey acerca de mi bano en la costa. El horror de Harvey iba en aumento.

– ?Pero pudiste haberte ahogado! -exclamo.

– Mmm… pero ya lo ves, no sucedio asi -entonces ya pasaban de las tres y media de la madrugada. De manera tardia le pedi a Harvey que vigilara la granja lo que quedaba de la noche-. Duerme en tu propio camion -le sugeri- y llamame por telefono en el instante en que notes algo extrano.

Harvey me prometio hacerlo. Regrese a casa con Sandy y Lizzie. Subi las escaleras exhausto, decidido a tomar una ducha, pero en vez de eso me acoste un minuto encima del sobrecama de tela aterciopelado, todavia llevaba las botas y la chaqueta puestas, senti que el mundo giraba por un momento y me quede dormido en cuestion de segundos.

No me desperte sino hasta que Lizzie me sacudio. Su voz sonaba apremiante.

– ?Freddie! ?Freddie! La policia esta aqui.

La conciencia y el recuerdo volvieron a mi con una claridad mal recibida. Gemi:

– Diles que bajare en cinco minutos.

Cuando Lizzie salio, me quite la ropa que habia usado por la noche, rapidamente tome una ducha, me afeite, me puse ropa limpia, me peine y, cuando menos en la apariencia externa, empece a verme como el senor Freddie Croft,

La sala no se veia mejor bajo la luz opalina del amanecer. Recorri desastre por desastre con los policias, que no eran los mismos que habian venido para el caso del Trotador. Estos eran mas viejos, mas cansados y no se impresionaron con mis problemas, mas bien parecian insinuar que yo mismo me los habia acarreado. Respondi a sus preguntas con monosilabos, en parte por el malestar que sentia, pero principalmente por desconocimiento.

No, no sabia quien habia causado todos los danos.

Tampoco sabia de nadie que tuviera una querella de negocios en mi contra.

?Habia despedido a algun trabajador? No. Pero uno de ellos se habia marchado recientemente.

Debia de tener algunos enemigos, plantearon. Todo el mundo los tenia.

Bueno, medite al tiempo que pensaba en Hugo Palmerstone, no tenia enemigos personales que supieran con certeza que mi casa estaba sola ese dia a las dos de la madrugada. A menos, por supuesto, que me golpearan en la cabeza…

?Habian robado algo?

La pregunta me detuvo en seco. Habian destruido tantas cosas que no se me habia ocurrido pensar en el hurto. No habia tenido oportunidad, aclare sin conviccion, de revisar mi caja fuerte. Los policias se mostraron incredulos de que no la hubiera revisado primero que nada.

– No hay mucho dinero -repuse-. Menos de mil.

La caja fuerte se encontraba detras de mi escritorio, su cubierta metalica contra incendio se disimulaba por un gabinete de madera. La chapa de combinacion habia sido cortada con el mismo instrumento filoso como todo lo demas. La cerradura habia resistido el asalto, aunque su mecanismo estaba trabado.

– No robaron absolutamente nada -explique-. Sin embargo, la caja fuerte no puede abrirse.

Mi propia ira, no rabiosa, inmediata y conmovedora como la de Lizzie, sino una llamarada interna de furia, que ardia lentamente, iba en aumento. Quienquiera que hubiera hecho todo esto, el que me arrojo al agua, tenia la intencion de hacerme sufrir, se habia propuesto hacerme sentir del modo en que me sentia. Pero no le daria el placer adicional, decidi, de oirme gritar y quejarme. Descubriria quien y por que y despues empataria el marcador.

La policia trajo a un fotografo, que tomo unas cuantas instantaneas y en seguida se marcho, asi como a un experto en tomar huellas dactilares, quien se quedo mas tiempo, pero dio su opinion en una palabra sucinta: 'guantes'.

La manana parecia dislocada. Los oficiales de policia escribieron una declaracion en la que asentaron en terminos policiacos todo lo que habian encontrado y lo que les habia dicho. La firme en la cocina. Sandy preparo te. Los otros policias le dieron un sorbo y dijeron: gracias.

– Gracias -repuse yo tambien. Frivolo, a mi modo de ver.

Uno de los oficiales afirmo su suposicion de que el dano causado a mi propiedad era resultado de una vendetta personal. Sugirio que yo debia considerar este punto. Me previno acerca de hacerme justicia por cuenta propia.

Contuve un arrebato de irritacion y les agradeci su visita.

Cuando sus colegas se marcharon, Sandy comento incomodo:

– Son buenos chicos, ?sabes? Es solo que han visto demasiado. Es dificil experimentar compasion una y otra vez. Terminamos por no sentirla.

– Tu eres un buen chico, Sandy -replique.

Parecio complacido y me dio a cambio su opinion.

– La gente de Pixhill te quiere bien -advirtio-. Si tuvieras enemigos tan terribles, ya me habria enterado. Supongo que lo hicieron solo por el placer de destruir. Lo disfrutaron.

– Si -medite unas cuantas cosas y prosegui-: ?Recuerdas las herramientas del Trotador, las que se robaron de su camioneta? El tenia una hacha.

Sandy presto mucha atencion a mi comentario.

– Pense que se trataba solo de herramientas de mecanico.

– Habia una corredera y en una caja grande de plastico rojo guardaba un gato hidraulico, maquinas para desmontar neumaticos, pinzas, un inyector de grasa, todo tipo de baratijas… y un hacha, como la que usan los bomberos, y la llevaba consigo desde que un arbol cayo encima de uno de los camiones.

Sandy asintio.

– Si, lo recuerdo.

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