– Quiza convenga que estes al pendiente de las cosas del Trotador en el pueblo.
– Correre la voz -dijo el alguacil con seriedad. Luego miro su reloj-. La indagatoria sobre el Trotador empezara en cualquier momento. Tengo que irme. Todavia no me he afeitado ni vestido.
– Espero tu llamada mas tarde.
Prometio que se comunicaria y se alejo en su auto. Lizzie bostezo en la cocina y anuncio que si la necesitaba, estaria dormida arriba. Me pidio que la despertara, por favor, a las once para llevarla a Heathrow a tomar el avion a Edimburgo. Tenia que dar una conferencia esa tarde. Me beso en la mejilla y me aconsejo que volviera a acostarme.
– Voy a la granja -respondi-. Tengo mucho que hacer.
– Entonces, por favor cierra la puerta con llave cuando salgas, si eres tan amable.
Asegure la puerta trasera y conduje hasta la granja. Encontre a Nina bebiendo cafe en el restaurante, acompanada de Nigel. Los dos conductores hablaban sobre el viaje a Francia para ir a recoger el saltador de exhibicion que pertenecia a la hija de Jericho Rich. Harvey les habia informado todo acerca de los sobresaltos nocturnos y se alegraban, me manifestaron, de encontrarme ileso.
Nina trajo su cafe y me siguio a la oficina.
– ?En realidad estas bien? -inquirio.
– Mas o menos.
– Te tengo una noticia -comento-. Se trata del anuncio publicado en
– Continua.
– Fue un senor K. Ogden de Nottingham.
– ?No! -levante las cejas todo lo que pude-. ?En realidad es extraordinario!
– Crei que asi lo considerarias. En la revista se aseguraron de verificar sus datos la primera vez que publico el anuncio. Querian tener la certeza de que no se trataba de nada ilegal. Parece que se sintieron satisfechos. El numero de telefono que aparece alli es el de la casa del senor Ogden. Suponen que debe de haber conseguido trabajo, ya que siguio pagando las inserciones.
– No puede haberle ido muy bien -repuse desconcertado-. La policia lo buscaba por cheques sin fondos y otros asuntos lastimosos relativos a fraudes pequenos.
– ?Que piensa la policia acerca de anoche?
– No dijeron gran cosa. Mencionaron que un hombre sabio es aquel que conoce a sus enemigos o una cosa parecida, pero con la misma intencion.
– ?Oh! -parpadeo-. ?Y lo eres?
– Creo que Sandy tiene razon. Destruir de esa manera mis cosas fue un vandalismo fuera de control. Probablemente llegue a la granja cuando no me esperaban, y el resto vino por anadidura.
Nina termino su cafe.
– Considero que es mejor que nos pongamos en marcha si es que queremos alcanzar el transbordador. ?Es probable que algo extrano suceda durante este viaje?
– No lo se. El recipiente que se encuentra debajo de tu camion esta muy a la mano.
– Lo vigilare -repuso.
Harvey dio algunos golpecillos en la ventana, senalando su reloj.
Nina se despidio.
– Tenemos que irnos. Adios, Freddie.
Lamente verla partir. Con excepcion de Sandy y Lizzie, ella era la unica persona a mi alrededor en la que descubri que podia confiar. La suspicacia era para mi una companera desacostumbrada y muy desagradable.
Nigel condujo el camion fuera de la granja. Pude ver que Nina agitaba la mano desde la cabina para despedirse de mi, que me encontraba en la ventana.
Supuse que todas las buenas personas dedicadas a los caballos ya se habrian levantado a esa hora, asi que sin problema llame por telefono a la hija de Jericho Rich para avisarle que su nuevo caballo llegaria al dia siguiente por la noche.
– ?Tan pronto? ?Que buen servicio! -exclamo la mujer-. ?Vaya, muchas gracias!
– Fue un placer -respondi sinceramente.
En ese momento, Marigold English entro en la granja conduciendo su
Sali a recibirla.
– Buenos dias, Marigold. ?Ya empezaste a adaptarte?
– Hola, Freddie. En verdad me siento como si hubiera vivido siglos en este lugar -su sonrisa iba y venia-. Oye, cuentame todo lo que sepas acerca de John Tigwood y su proyecto para el retiro de caballos viejos. El tipo quiere que participe, pero no se que hacer. ?Que hago? Dime con sinceridad.
Le respondi con tanta franqueza como me parecio prudente.
– Es un hombre dedicado que persuade a muchas personas de los alrededores de proveer un buen hogar para los caballos viejos. Michael Watermead va a aceptar a dos del nuevo lote que trajimos ayer a Pixhill. Tambien lo hara Benyi Usher. No hay nada de malo, si cuentas con espacio y pasto.
– ?Entonces le dirias que si?
– Es una caridad acostumbrada en Pixhill -pense por un momento y anadi-. En realidad, yo solia montar hace mucho tiempo a uno de los caballos del lote nuevo. Fue una gran estrella. ?Podrias pedirle a John Tigwood que te permitiera tener ese caballo en particular? Se llama Peterman. Si lo alimentas con avena, yo la pagare.
– ?De manera que ahi dentro si existe un corazon que se conmueve! -bromeo ella.
– Bueno, gano carreras para mi.
– Esta bien. Llamare por telefono a John Tigwood y le ofrecere el trato.
– No menciones la avena.
Marigold me vio de reojo con diversion amistosa.
– Uno de estos dias tus buenas obras van a desatarte.
Se apresuro a volver a su jeep, acelero el motor y arranco. Le grite 'gracias', pero probablemente no alcanzo a escucharme debido al ruido de la transmision.
Varios conductores llegaron a trabajar y se dirigieron al restaurante. El recuento de Harvey acerca de mis experiencias nocturnas los hizo salir a todos otra vez para inspeccionarme como, si de alguna manera, yo no fuera real. Uno de ellos era el favorito de la familia Watermead, Lewis, el mago con los conejos, que supuestamente estaba en cama aliviando sus penas.
– ?Que paso con la gripe?
Respondio con voz ronca:
– Creo que se trata de un simple resfriado. Ya no tengo fiebre, ?ves? -estornudo y disemino su infeccion sin darle importancia.
– Sera mejor que no esparzas tus germenes -aconseje-. Ya hay aqui muchos conductores enfermos. Tomate otro dia libre.
– Muy bien -resollo con dificultad e indiferencia-. Gracias.
Phil me pregunto:
– ?Es verdad que destruyeron tu casa? ?Y tambien el Jaguar?
– Creo que si.
– Mataria al bribon -respondio.
– Solo dame la oportunidad.
Los otros asintieron y comprendieron el sentimiento.
– ?Supongo -inquiri- que nadie de ustedes paso por la grana anoche despues de las once?
Nadie lo habia hecho, segun parecia. Lewis pregunto:
– ?No viste quien te golpeo?
– Ni siquiera oi a nadie. Pregunten por ahi, ?quieren?
Contestaron que si, entre indecisos y dispuestos.
Muchos de los conductores que trabajaban en mi empresa se veian igual en la superficie, pense, mientras