unica libertad a nuestro alcance es la de mostrarnos en desacuerdo con ellos.
Lentamente Philip afirmo con la cabeza.
– Esos programas fueron elegidos para nosotros en el momento de nuestra concepcion, al azar entre la seleccion de genes del esperma del padre y del ovulo de la madre. En esa fraccion de segundo se determina todo lo que vamos a heredar o rechazar de nuestro padre y de nuestra madre. ?Correcto?
Main se volvio y miro vagamente en su direccion.
– Has heredado los poderes de tu padre y no quieres admitirlo.
De nuevo Philip aparto la mirada de ella y la fijo en el vacio.
– Por favor, Philip -le suplico-, por favor, explicame lo sucedido.
– Es solo una teoria y nada mas -dijo sin mirarla-, solo una teoria, chiquilla. No hay ninguna prueba que la confirme.
– ?Ni siquiera gracias a la ingenieria genetica?
– Ese es un campo distinto.
– Pero tengo razon, ?verdad?
– Quiza -dijo con calma-, aunque se considera poco probable. El color de tu cabello se transmite por genes, como la forma de tu nariz. Pero los poderes psiquicos son algo diferente. -Se encogio de hombros-. Se supone que se trata de un don especial.
– ?La inteligencia no se transmite con los genes?
– Si, claro que si.
– Yo siempre crei que la inteligencia tambien estaba considerada como un don.
– No, en absoluto.
– ?Y que pasa con el comportamiento? ?Se transmite tambien con los genes?
– Hasta cierto punto.
– Entonces, ?por que no puede ocurrir lo mismo con los poderes psiquicos?
La miro por unos instantes y despues aparto la mirada.
– ?Por que no querias entrar en mi casa? ?Que sucedio?
– Todo eso es un misterio, chiquilla; yo no se de donde vienen todas esas voces, espiritus u otras manifestaciones. Nosotros, los seres humanos, solo podemos ver una banda muy estrecha de ondas luminosas y oir una banda igualmente estrecha de ondas de sonido. Es posible que al morir dejemos detras algunas improntas en otras longitudes de onda al margen de aquellas y que haya personas capaces de conectar con ellas y captarlas. Pero eso no significa que los difuntos sigan vivos en algun otro lugar; no, desde luego que no.
– ?Que significa entonces?
– Que dejaron tras de si una huella, una impronta, como una fotografia. El truco esta en ser capaces de verla. -Se golpeo levemente en la cabeza-. Lo mas probable es que todos nosotros tengamos ese poder, pero la mayoria no sabemos como usarlo; algunos si lo saben pero permanecen sin llamar la atencion durante toda la vida; otros se hacen mediums. Es un buen sistema para fomentar falsas esperanzas. -Philip la miro; el color volvia a sus mejillas-. No queria darte falsas esperanzas.
– ?Falsas esperanzas?
Philip reflexiono cuidadosamente antes de hablar.
– Tenia la sensacion de que podria entrar en comunicacion con Fabian, pero ?Te serviria de algo? ?Te haria algun bien? ?Para que darte falsas esperanzas de que tu hijo esta en alguna otra parte?
Ella lo miro con fijeza, se echo hacia adelante y, sorprendida de la rapidez con que se habia fumado el cigarrillo, apreto la colilla hasta apagarla.
– Me estas mintiendo, Philip -le reprocho.
– No, no estoy mintiendo. He tratado de explicartelo todo con las palabras mas claras y comprensibles.
– Si solo hubiera sido eso, no habrias estado tan asustado. Y lo estabas, aterrorizado por algo. ?Por que, Philip?
El nego con la cabeza.
– Eso son imaginaciones tuyas; eso es lo que suele ocurrir cuando la gente trata de entrar en este terreno.
– Philip. -Lo miro-. Mirame, por favor. Eres mi amigo. ?Crees seriamente que puedes convencerme de que si existe algo como esa impronta que se deja al morir, despues de veintiun anos de vida lo unico que quedarian serian esas dos palabras, «Hola, madre»? Deja de evadir la cuestion y cuentame la verdad.
Philip cogio su vaso de whisky y parecio estudiarlo con atencion; hizo girar el licor dentro del vaso, lo olio atentamente, como si buscara en el alguna senal oculta. Hablo sin mirarla.
– Es posible que haya una presencia en tu casa; una presencia maligna.
Algo humedo y viscoso resbalo por su espina dorsal. Tuvo un escalofrio y bebio un poco mas de brandy; le supo como hielo seco. Dejo el vaso a un lado, le ardia la boca, recorrio la estancia con la mirada y despues cerro los ojos, tratando de aclarar su mente.
– Si verdaderamente hay una presencia en casa, tiene que ser Fabian.
– Los que creen en estas cosas… son de la opinion de que el mal puede ser muy complicado y perverso: que puede hacer presa en las personas que sufren de una profunda afliccion, aprovecharse de su debilidad y de su ceguera ante la verdad.
– ?Que quieres decir?
– Espiritus traviesos, malignos, chiquilla. Es posible que uno de ellos se haya instalado en tu casa y trata de hacerse pasar por tu hijo.
Lo miro largo tiempo, en silencio, temblando. La desesperacion penetraba en ella. Busco en el un apoyo, como el naufrago busca un salvavidas al que aferrarse; el ultimo salvavidas sobre toda la superficie del mar.
– ?Por que? -pregunto finalmente, desesperada.
– A veces los espiritus tratan de regresar.
– ?Y lo consiguen?
– Hay pruebas de que pueden llegar a poseer a otras personas. E influirlos. Para bien… y para mal. -Sonrio con ironia.
Alex movio la cabeza.
– Me sorprendes. Eres tan cinico y… no se, pero tengo la impresion de que sabes mucho mas de lo que pretendes, ?no es asi? Eres como un escenario con cien telones de fondo.
– No, Dios mio, no. -Movio la cabeza-. No me sobrestimes, chiquilla.
– ?Por que tratan de regresar?
Jugo con el vaso en la mano y despues observo a Alex. Aparto la mirada, recorrio con ella la habitacion y despues volvio a fijarla en su vaso y siguio jugando con el. Finalmente alzo la vista hacia ella, con el rostro lleno de dudas. Las palabras surgieron lentamente, como si para poder hacerlo tuvieran que vencer una profunda resistencia interna.
– Porque dejaron sin terminar algunos asuntos.
CAPITULO XVIII
Arthur Dendret tenia la barba puntiaguda y el craneo igualmente puntiagudo; se movia por su despacho a pasos cortos, con movimientos uniformes y mecanicos, como si fuera un automata regido por el programa de un ordenador situado en su interior.
Cada centimetro del espacio disponible en el suelo y en las estanterias de su atestada oficina estaba cubierto por polvorientos legajos, montones de documentos y una gran cantidad de libros de consulta no menos sucios y polvorientos. De las paredes colgaban grabados frios y sin vida que representaban a las Regency Terraces y que no decian nada de la personalidad de su dueno. En contraste con su propia estatura y tamano, su mesa era enorme y estaba casi vacia. Lo unico que destacaba sobre la superficie de cuero verde era un secante de rodillo completamente limpio, una lupa y la fotografia enmarcada de una mujer de aspecto serio.
– Por favor, sientese.
Se quito sus lentes con montura de oro, los miro con aire acusador y los sustituyo por otros. Coloco ambas