– Es muy normal que durante la meditacion, lo subliminal juegue un papel importante. Usted se esta proyectando sobre el desde el plano terrenal. La imagen que usted tiene de el es su imagen carnal y resulta inevitable que sea asi como usted lo vea. Mas tarde, cuando el llegue a traves de usted, proyectara su cuerpo encarnado y sera asi como a usted le gustara recordarlo.
– Trataba de alejarse de mi, como si me huyera. -Se dio cuenta de que se ruborizaba y se sintio ridicula; miro a David y se percato de que su marido intentaba decirle algo con los ojos, quizas una advertencia, pero aparto la mirada antes de captar el mensaje.
– Probablemente de nuevo la intervencion de lo subliminal, la expresion inconsciente de su temor a perderlo para siempre. Esto pasara tras su primera comunicacion; despues le sera posible unirse a el en su meditacion siempre que lo desee y creo que eso le sera de gran ayuda.
Ford sonrio de nuevo, se dirigio al magnetofono, saco la cinta y le dio la vuelta.
Alex miro a su alrededor y se dio cuenta de que empezaba a temblar de nuevo. Fabian, en su retrato, tenia una expresion mas severa que nunca, en aquella luz rojiza, y el rostro cruel y frio de Orme le causo desasosiego. Miro a Milsom, que le devolvio la mirada con una sonrisa de animo.
– Es posible que oiga una voz extrana, senora Hightower -dijo Ford-. Tengo un guia llamado Herbert Lengeur que fue medico en Viena en el mil ochocientos ochenta; una persona excelente, que se traslado a Paris diez anos mas tarde. Durante algun tiempo trato de entrar en comunicacion con Oscar Wilde.
Alex lo miro. Ford hablaba como quien menciona algo normal y como de pasada. Ella estaba demasiado nerviosa para preguntarle que queria dar a entender.
– ?Estan todos listos para continuar? Esta noche siento influencias muy poderosas; deben recordar todos ustedes lo que les diga. Es muy importante. ?De acuerdo? -Miro a Alex, que le devolvio la mirada.
Alex se estremecio y percibio una profunda sensacion de temor. No deseaba seguir adelante; no queria que el medium volviera a apagar la luz.
Se oyo el profundo clic que puso en marcha el magnetofono, del que broto un extrano batir de tambores, con un ritmo rapido que parecia acelerarse cada vez mas.
Despues la luz se apago.
Lo sintio casi de modo inmediato, con la misma claridad que si acabara de entrar y cerrar la puerta tras el. Estaba en la habitacion, de pie detras de ella, observando.
Un escalofrio le descendio por los brazos. Vio una sombra que cruzaba la habitacion, estaba segura de ello; algo mas oscuro que la propia oscuridad; hubiera deseado que se encendiera la luz, tocar a alguien. Pero no se atrevio a moverse, por temor a perder el contacto con su hijo, con su mirada extranamente penetrante. Y se dio cuenta de que estaba asustado. Esto es lo que tu querias, querido, ?no es asi? Esta es la razon de todas las senales que me has venido haciendo. Ahora estamos reunidos aqui, por ti. Se amable, por favor, se amable.
«Dios mio -penso de repente-, que lejos parece ahora el pasado.» ?Cuanto tiempo desde que su hijo vivia y todo era perfectamente normal!
Se produjo un horrible gemido de afliccion, como el grito de una zorra en la noche, que llego a sus oidos por encima, aparte, del ritmico sonar de los tambores; provenia de alguien que estaba en el circulo. Lo oyo de nuevo. Mas bajo, cada vez mas bajo, disolviendose en un sonido horrible, entrecortado, como si alguien tratara de respirar con la garganta rota. «?Quien produjo aquel sonido?», se pregunto. ?Ford? ?Milsom? ?Orme? ?Sandy? Era imposible decirlo.
– Madre.
Era la voz de Fabian, debil y asustada. Se oyo un clic y la musica ceso.
– Madre.
Ni la menor sombra de duda; era su hijo el que hablaba. Sintio frio, como si la habitacion se transformara en un gigantesco bloque de hielo, y temblo de tal modo que apenas podia mantenerse sentada.
– ?Carino? -dijo nerviosa, en voz alta-. ?Hola, carino!
Oyo de nuevo el horrible sonido entrecortado y, despues, repentinamente, un solitario grito de horror, penetrante, el grito de una mujer joven; el grito mas penoso y terrible que habia oido en su vida; creyo que su eco seguiria resonando en la habitacion para siempre.
«?Oh, Jesus, haz que todo esto termine -penso-, que cese inmediatamente!»
– ?Quien esta aqui?
Oyo la voz de Ford, tranquila, segura.
Una voz respondio con un fuerte acento aleman; era una voz culta, con una entonacion diferente de la de todos los presentes en la habitacion.
– Soy Herbert. Aqui hay un joven al que le gustaria hablar con su madre.
– Dile, por favor, que lo estamos esperando. Ya ha comenzado a llegar hasta nosotros.
A traves de la oscuridad Alex miro a Ford. El tambien habia oido a Fabian. No era un engano de su imaginacion. No era posible que su voz fuera imitada. Trato de animarse, de apartar el miedo, pero el temor y el frio la rodeaban. ?Como era posible que alguien se sintiera tan sola en medio de una habitacion llena de gente? Y ella, al sentir la fuerza del frio y del miedo, como dos manos apoyadas sobre sus hombros, se sintio como si la hubieran dejado sola en el mundo.
– Necesito algo de energia. -El acento aleman era casi como una reprimenda.
– Quiero que todos se cojan de las manos -dijo Ford-. Esto permitira que nuestra energia surja de nosotros y le de fuerza al espiritu.
Alex sintio que le cogian la mano; la pequena de Ford estaba tan caliente que tuvo la sensacion de que la quemaba; la gran piedra de su anillo se clavaba en su piel, pero no se atrevio a cambiar de posicion. Levanto la otra mano, la derecha, y sintio sobre ella una mano flaccida y huesuda; ?quien estaba a su derecha?, trato de recordar: Milsom. La mano respondio y apreto la suya.
– ?Apreciad la fuerza -dijo Ford-, dejad que surja de vosotros, que surja!
Se dio cuenta de que Ford y Milsom se mecian adelante y atras y ella los acompano en su movimiento. De repente se detuvieron; la mano de Ford apreto la suya con mayor fuerza, aferrandola tanto que la inmovilizo como una piedra.
– ?Madre!
La voz de Fabian parecio flotar en el aire.
Oyo de nuevo el extrano sonido entrecortado y se dio cuenta de que procedia de Milsom. Lo miro tratando de descubrir algo de el, pero en esos momentos, de improviso, oyo la voz de Carrie, que procedia directamente de un lugar frente a ella, donde se sentaba Orme.
– ?No lo deje, senora Hightower!
Lastimosas, asustadas, resonaron las palabras, con la voz inconfundible de Carrie, y atravesaron el aire como un cuchillo que rascara sobre una losa de marmol.
– Parece ser que hay una joven que quiere entrar en nuestro canal -dijo Ford pacientemente.
– Aqui no hay ninguna joven -dijo la voz con acento aleman.
– ?Quien esta aqui? -dijo Ford con calma-. ?Diganos su nombre, por favor!
Se produjo un rugido feroz, pavoroso, que hizo que Ford y Milsom saltaran asustados, aunque sin soltar las manos de Alex, que tuvo la impresion de que le iban a arrancar los brazos.
Una vez mas Alex sintio una corriente de aire que rozaba su nuca y se extendia sobre sus hombros para despues descender por todo su cuerpo.
– ?Por favor, madre, ayudame! -Se oyo de nuevo la voz de Fabian.
Sonaba tan proxima que tuvo la sensacion de que si extendia la mano podria tocarlo. Trato de penetrar la oscuridad.
– ?Donde estas, carino?
Nuevamente sono una voz profunda, extranamente nasal.
– ?No escuchen a ese bastardo!
– ?Quien es usted, por favor? -oyo preguntar a Ford, que no perdio el tono de calma de su voz-. Diganos su nombre, o si no quiere hacerlo, abandone al medium inmediatamente, en nombre de Dios.
– ?Madre! -grito Fabian, desesperado.
La voz profunda volvio a sonar en la oscuridad.
– Soy su padre.
Alex se dio cuenta de que la cabeza empezaba a darle vueltas, se tambaleo y sintio sobre las suyas la presion