de las manos de Ford y de Milsom.
– No -dijo Ford-. Su padre esta en esta habitacion con nosotros.
– Madre -gimio otra vez Fabian.
– Por favor, terminemos con esto -pidio Alex- Quiero pararlo.
– El padre del espiritu esta aqui con nosotros; por favor, dejenos, quienquiera que sea.
– Me llamo John Bosley. Soy el padre del chico -gruno de nuevo la voz.
Alex trato de librar sus manos de la presion que sobre ellas ejercian Milsom y Ford, pero no pudo lograrlo.
– ?Oh, Dios mio, haz que todo esto se detenga!
Temblaba sin poderse contener y se dio cuenta de que estaba a punto de vomitar.
– ?Morgan, por favor, detenga esto! -grito.
– Carino -oyo la voz de David suave y llena de ansiedad-. ?Te encuentras bien, carino?
– Quiero detener esto. Por favor, pidele que acaben de una vez.
– ?Madre! -grito de nuevo la voz de Fabian-. ?Carrie!
Alex se encogio en su silla, trato de liberar sus brazos para poder ocultar la cabeza entre ellos.
– ?Ayudame! ?Ayudame!
Despues volvio a oir a Carrie, que imploraba en voz baja:
– ?Por favor, no lo deje, senora Hightower!
– Que no le deje hacer, ?que? Dime, ?que es lo que no tengo que dejarle hacer?
– El cuatro de mayo, madre -oyo otra vez la voz de Fabian, ahora muy distinta, confiada, como siempre lo oyo en vida-. Ellos me dejaran fuera el cuatro de mayo.
– ?Fuera de donde, carino? -pregunto debilmente-. ?Fuera de donde?
Se produjo un silencio prolongado y Alex tuvo consciencia de la habitacion, del crujir de las sillas, del respirar de los presentes y del rasguear de las ropas. Se relajo la presion de la mano de Ford sobre la suya y despues la dejo completamente libre. Se dio cuenta de que Fabian se habia ido de modo tan concreto como habia llegado. Ya no quedaba nada en la habitacion, excepto la oscuridad y el silencio. Libro su mano de la de Milsom y, vacilante, se toco el rostro con los dedos: estaba empapado de sudor.
– Senor Ford -Alex oyo decir a David-, creo que debe parar. Mi mujer esta asustada.
No hubo respuesta; ella miro a su alrededor, tratando de distinguir las siluetas, pero no pudo ver nada; sintio que el corazon le latia con tal fuerza que le dolia el pecho.
– ?Te encuentras bien, querida?
– Si, yo… -Hizo una pausa-. Estoy bien.
Se produjo una larga pausa y despues oyo la voz de Ford, otra vez amable:
– Los espiritus se han ido.
Oyo el crujir de una silla, el sonido de unos pies sobre la alfombra y despues se encendio la luz. Alex cerro los ojos para protegerse de la repentina luminosidad. Cuando los abrio de nuevo, Ford estaba de pie, junto a la puerta, con la cabeza ligeramente baja y profundamente sumido en sus pensamientos.
Alex recorrio la habitacion con la mirada; nada habia cambiado. Temblando aun, se pregunto que habia esperado ver, seguidamente se echo hacia atras en su silla, totalmente agotada. Frente a ella, Orme seguia sentado, extranamente contorsionado sobre el brazo del sillon, con la boca entreabierta y la mandibula adelantada, como un pez fuera del agua, con los ojos muy abiertos fijos en el techo. Durante un momento, Alex penso que estaba muerto. Despues gimio suavemente y volvio a dejarse caer en su silla.
Milsom estaba echado hacia adelante, las manos unidas descansando sobre sus rodillas. Sandy estaba retrepada en el sillon y se secaba la frente con un panuelo.
Alex miro nerviosa a David, que tenia una mano dentro del bolsillo de la chaqueta y miraba a todos con aire de sospecha. Despues sus ojos se fijaron en Ford.
– ?Que ha pasado? -pregunto.
Ford se volvio para mirarla extranado y no dijo nada.
– Digamelo, por favor -dijo temblando-. Por favor, digame que ha ocurrido.
De nuevo miro a Orme frente a ella, despues a Milsom y seguidamente a Sandy. Todos parecian raros, demasiado alejados, como extranos. Se fijo en el retrato de Fabian en la pared y en el frio telescopio de metal junto a la ventana. Penso que aspecto tan desolado tenia la habitacion sin la cama, que fria e indiferente era la luz, y como, de repente, la habitacion recupero de nuevo su aspecto de normalidad. ?Habia estado en trance?, se pregunto. Quizas ocurrio asi y todo no fue mas que un sueno extrano, fantastico y sobrenatural. Se relajo un poco y de nuevo miro a los presentes. «?Por que nadie quiere mirarme? -Fijo los ojos en Milsom, en Sandy, en David-. ?Que alguien me mire, por favor, que alguien me sonria, que alguien me diga que todo esto no fue mas que un mal sueno; decidme que todos estuvisteis sentados aqui y nadie vio nada! ?Por favor, por favor, habladme!»
El miedo disminuyo lentamente y fue sustituido por el aburrimiento y la monotonia. Al fin y al cabo, ?que habia sido todo? ?Solo unas voces? ?Donde se quedaron los ectoplasmas? ?Los espectros? ?El fango verde brotando de las bocas de los presentes? ?Las levitaciones?
David volvio a buscar algo en el interior de su chaqueta. «?Sigo viva todavia? -se pregunto Alex de improviso-. ?Estoy muerta y esta es la razon por la que nadie me mira? -De nuevo el panico se apodero de ella-. ?Es que no pueden verme? Me he muerto, eso es lo que ha ocurrido. Oh, David, mirame, por favor. ?Que estas haciendo?» De repente sus manos tocaron algo en su regazo, algo duro y puntiagudo que produjo un ruido crujiente como un trozo de pergamino, que le produjo un verdadero sobresalto de terror. Era como un gran insecto muerto. Trato de apartar sus manos de aquel extrano objeto pero no pudo hacerlo, como si se le hubiera quedado pegado a ellas. Sintio un ligero corte en un dedo. Siguio con los ojos levantados, muy abiertos, sin atreverse a bajar la vista. ?Que era aquello, que demonios era aquello?
Volvio a mirar a David, en busca de ayuda, pero su marido seguia concentrado en la chaqueta. Sintio un profundo dolor en el dedo, como una picadura que la hizo gritar y tuvo que mirar abajo. Por un momento fue incapaz de creer lo que veian sus ojos. Despues dejo escapar un grito que lleno toda la habitacion.
Lo que habia sobre su falda no era un insecto, sino un rosa seca, pequena, negra y carbonizada.
CAPITULO XXI
Alex abrio los ojos y con mirada turbia contemplo el retrato del caballo en la pared. En algun lugar, en la distancia, oyo el rumor de voces. Miro a su alrededor, extranada, tratando de ver donde estaban todos. ?Era cierto que habia estado en la habitacion de Fabian? Ahora se encontraba en el salon. Antes hubo mucha gente a su alrededor; ahora solo podia ver a dos personas, a David y a Morgan Ford, y ambos parecian estar muy lejos, tanto que bien podian hallarse en otra habitacion. O, quizas, hasta en otra casa.
– Nunca me despido de nadie.
Ellos no se dieron cuenta de su presencia.
– Sus conjuros trucados pueden ser muy adecuados para senoras ancianas -le oyo decir a David.
– La presencia de objetos se da con frecuencia, senor Hightower.
?Que hora era?, se pregunto Alex. ?Cuanto tiempo llevaba ya en el sofa? ?Que habia pasado con los otros?
– ?Quiere usted decir, verdaderamente, que las rosas pueden desmaterializarse, viajar por el tiempo y el espacio y volver a materializarse posteriormente? -pregunto David.
– En el mundo del espiritu ocurren cosas que no pueden ser explicadas en terminos ordinarios. Esos objetos que se materializan son mensajes que los difuntos dedican a las personas amadas; es su unico medio de ofrecer pruebas tangibles.
– ?Que clase de prueba es una rosa quemada?
– Nunca me despido de nadie -repitio Alex. Tampoco ahora los dos hombres parecieron apreciar su presencia.
– Sabemos solo muy poco sobre el mundo del espiritu; pero aprendemos continuamente.
– ?Experimentando con aquellos que estan en sus peores momentos?
– Nunca dejo formar parte de una sesion a alguien si no estoy seguro de que es lo suficientemente fuerte para resistirlo.