– Bien, gracias, ?podria hablar con Fabian?
– ?El senorito Fabian? No esta aqui.
– Esta durmiendo, en su cama.
– No, no durmiendo. Acabo de hacer su cuarto. Usted me dijo que venir esta noche. Acabar de limpiar su cuarto para el.
Alex colgo el telefono, tomo su abrigo y se dirigio al pasillo. Asomo la cabeza en el despacho de su secretaria.
– Estare de vuelta en una hora.
Julie la miro con ansiedad.
– ?Algo va mal?
– No, no pasa nada -respondio.
Al llegar a su casa aparco en doble fila y entro corriendo. Seguia oyendo el aspirador y habia un fuerte olor a cera. Vio a Mimsa, agachada como un polluelo pasando el aspirador por la alfombra del cuarto de estar. Corrio escaleras arriba y cruzo el pasillo hacia el cuarto de Fabian, se detuvo junto a la puerta y llamo suavemente. Abrio la puerta. La cama estaba recien hecha y no habia ninguna maleta, ni un solo bulto en el suelo y todo olia a limpio, recien aireado, sin la menor senal de que la habitacion hubiese sido usada.
Recorrio la habitacion con la mirada, que detuvo en el extrano y desvaido retrato de su hijo. El muchacho aparecia con la mirada baja, pero con aire arrogante y la mano en el pecho, bajo la chaqueta, como Napoleon. Los ojos estaban mal pintados, con expresion fria, cruel, completamente distinta a la suya, calida y llena de vida. Fabian le habia dado aquel retrato el ano anterior, como regalo de cumpleanos, pero le habia causado una impresion desagradable, incomoda. Intento colocarlo en diversas paredes de la casa hasta que acabo en la propia habitacion de su hijo. Sintio un escalofrio al volver a verlo.
Salio de la habitacion y miro en el cuarto de los invitados, despues en el cuarto de bano; en ninguna parte hallo nada que indicara el regreso de su hijo. Entro en su dormitorio, tomo el telefono y llamo a su marido.
– ?Puedes esperar un momento? Cuelga y ya te volvere a llamar -le dijo su esposo-. Estoy haciendo algo urgente.
– Yo tambien -replico y se dio cuenta de que su voz sonaba mas histerica de lo que hubiera deseado-. ?Esta Fabian contigo?
– No -fue la respuesta impaciente-. Anoche estuvo en esa fiesta de cumpleanos en Arboisse. No puede haber vuelto a Inglaterra.
– David, esta ocurriendo algo muy extrano.
– Mira… Te llamare dentro de media hora. ?Estas en la oficina?
– No, en casa.
Alex se dio cuenta de que alguien estaba tocando el claxon fuera en la calle, cada vez con mayor impaciencia. Colgo el telefono y corrio escaleras abajo. Al verla aparecer de modo tan inesperado, Mimsa dio un salto, asustada.
– ?Oh, senora Aitoya, que susto me ha dado!
Alex salio de la casa.
– Lo siento -le dijo al hombre pequeno y de labios delgados, sentado al volante del gran BMW, que la miro y movio la cabeza con aire de reproche.
Alex subio a su Mercedes, se adelanto un poco y despues aparco en el espacio dejado libre por el BMW. Seguidamente volvio a su casa.
– ?No ha visto a Fabian, Mimsa?
La asistenta movio la cabeza negativamente. La parte superior de su cuerpo agachado se agito como si estuviera unido a las piernas por un resorte.
– No, no ver al senorito Fabian. No volver todavia.
Alex cruzo el salon y se dejo caer en un sofa, mirando a su alrededor las paredes de color albaricoque. De repente penso en lo bonita que era aquella habitacion. Subitamente se le ocurrio lo raro que era estar en casa por la manana en un dia de trabajo. Contemplo el jarron de rosas rojas sobre la mesa junto a la puerta y sonrio. Le habian llegado tres dias antes, por Interflora. En una de las rosas aun estaba la tarjeta de Fabian. Rosas rojas, sus flores preferidas. Cerro los ojos y oyo el sonido del aspirador que de nuevo ascendia y descendia, como en oleadas, a medida que Mimsa lo movia adelante y atras sobre la alfombra.
Su hijo entro en su habitacion aquella manana. Lo habia visto. Tan cierto como que hay Dios que lo habia visto. ?No era asi?
Oyo el timbre de la puerta principal pero no hizo caso. Probablemente era el lechero. Mimsa podria entenderselas con el.
– Senora Aitoya. -Abrio los ojos y vio a Mimsa, que tenia un aspecto agitado y nervioso-. Aqui un policia.
Mimsa tenia los ojos muy abiertos por la sorpresa y senalo con el pulgar por encima del hombro.
– Esta bien, Mimsa, hazlo pasar.
Mimsa la miro con fijeza y Alex le sonrio y movio la cabeza tranquilizandola.
Un momento mas tarde el agente Harper estaba en la puerta de la sala, vacilante, como asustado, con la gorra en las manos y los labios temblando como los de un conejo.
– Siento tener que molestarla de nuevo -se disculpo el policia.
Alex se aparto un mechon de cabello de la cara y le indico a Harper una silla. El agente se sento con la gorra sobre las rodillas.
– Una bonita casa.
Alex sonrio.
– Muchas gracias.
– Al parecer hay un problema. -Giro la gorra varias veces entre sus manos-. La verdad es que no se como decirlo. Hay un joven en el hospital de Macon, que estaba en el… accidente, el senor Otto -saco su agenda de notas y leyo en ella-, Otto von Essenberg. Dice que los otros dos ocupantes del coche eran Charles Heathfield y Fabian Hightower. Claro que esta bajo una gran impresion.
– ?Charles Heathfield?
– Si.
Alex movio la cabeza.
– ?Lo conoce?
– Si. Sus padres viven en Hong Kong. ?Se encuentra bien?
Harper, palido, bajo los ojos al suelo y agito la cabeza.
– Tengo entendido… que murio en el accidente… -Volviose, miro a Alex y dio otra vuelta a su gorra-. Dice usted que ha visto a su hijo esta manana.
Alex hizo un gesto afirmativo, incomoda por la mirada de Harper.
– Lo siento, esto es muy desagradable para mi. -De nuevo aparto la mirada-. ?Donde lo vio exactamente?
– Entro en mi dormitorio.
– ?A que hora debio de ocurrir?
– A eso de las seis… Creo que mire el reloj, pero no estoy segura.
Harper saco una libreta delgada y escribio algo en ella, cuidadosamente, con mano temblorosa.
– ?A eso de las seis?
– Si.
– ?Aqui?
– Si.
– Pero ahora no esta aqui.
– No.
Alex asintio como si fuera a caer sobre ella algo inevitable y se mordio el labio.
– ?Sabe usted adonde ha ido?
Nego con la cabeza. Cada vez le costaba mas trabajo hablar.
– ?Le dijo algo?
Alex afirmo:
– Me dijo: «?Hola, mama!» Yo le dije que me sorprendia verlo tan pronto; el me respondio que estaba muy cansado y se iba a dormir un rato. Estaba en su cuarto esta manana cuando me fui.