estremecio-. David esta mas enterado.
– Horrible.
Alex llevo las tazas a la sala de estar y las dos se sentaron. A Alex empezaba a dolerle la cabeza y cerro los ojos.
– Creo que deberias ver a un medium, querida -dijo Sandy mirando el cafe y revolviendolo hasta disolver el ultimo grano de polvo.
– ?Un medium?
– Si.
– No, Sandy, eso no es para mi. Yo no creo en ese tipo de cosas.
– Yo creo que si.
– ?Tu lo crees asi? -pregunto incredula.
– Eres cristiana, por lo tanto crees en la vida eterna.
– No estoy segura de ello.
Alex miro a aquella mujer, un manojo de nervios, que se sentaba frente a ella, que en aquellos momentos trataba de introducir la punta de un cigarrillo en el extremo de una boquilla larga y delgada, con tanta dificultad como si tratara de enhebrar una aguja. Conocia a la chica desde sus dias escolares, loca, chiflada, pero amable; una mujer que habia soportado tres divorcios, que fue drogadicta, alcoholica, miembro de los Christian Scientist, vegetariana, que habia practicado la meditacion con el Maharishi Yogi e intentado practicar virtualmente todas las religiones existentes bajo la capa del sol; que convirtio su vida en un desorden general, en la mayor confusion posible. ?Y esa mujer trataba de aconsejarla!
– David me ha dicho que Fabian vino a verlo la manana en que murio. Y que tambien vino a verte a ti.
– Los dos tuvimos el mismo sueno.
– ?Sueno? -Movio la cabeza negando-. Eso no fue un sueno, querida, vino a verte. Algo que ocurre con frecuencia.
– ?Que quieres decir?
Sandy la miro con fijeza, su rostro fino, torturado, que antano fuera tan bello, pero que ahora tenia un aspecto fatigado, y sus grandes ojos azules, abultados, «como estanques olvidados», penso.
– Todos nosotros tenemos espiritus que nos guian, querida, que nos protegen, pero no siempre estan junto a nosotros. Y si alguien muere de repente, cuando los guias no lo esperan, estos pueden perder el contacto y el espiritu de la persona vagara perdido de un lugar a otro. Es posible que esto sea lo que le paso a Fabian; esta es la razon de que los dos lo vierais. Trataba de buscar vuestra ayuda para comprender que le estaba ocurriendo.
Alex tomo un sorbo de cafe y se quedo mirando a su amiga con una mezcla de desden y piedad.
– Tu crees que soy una vieja chiflada, carino. ?No es asi? Alguien que destrozo su propia vida. Bien, es posible que sea asi desde vuestro punto de vista, pero yo se que he tenido muchas otras vidas y algunas de ellas extremadamente felices y he sido enviada de vuelta al mundo en esta ocasion para aprender a enfrentarme mejor con los problemas de los tiempos dificiles. Soy un espiritu viejo, querida, endurecida y capaz de soportarlo todo. Tu, no. Tu eres un espiritu joven y tienes que aceptar mi ayuda. Esa es una de las razones por las que estoy en este mundo: para ayudar a los demas.
Alex sacudio la cabeza. De repente se sintio cansada, cercada, como si la habitacion estuviera llena de gente; deseaba escapar, abrir la puerta y salir por ella, pasear fuera de la casa.
– Quizas el sueno fue obra de la telepatia -dijo-. Es posible, ?no?
– Si, es posible, querida. Eso ocurre con mucha frecuencia en el mundo de los espiritus, pero ?por que razon iba a ser un fenomeno telepatico? No sabemos mas sobre telepatia de lo que sabemos sobre espiritismo. Yo creo que acudio a ti porque necesitaba ayuda.
– ?Que tipo de ayuda?
– Quizas ahora ya este bien, querida. Es posible que ya haya vuelto a reunirse con sus guias espirituales, quizas han vuelto a hacerse cargo de el. Pero si no es asi, es muy posible que ande vagando por ahi, perdido.
– ?Cuanto tiempo podria estar en esa situacion?
– En el mas alla el tiempo tiene otra perspectiva, querida. Puede ser para siempre. Tu se lo debes, estas obligada a asegurarte de que esta bien y, si no es asi, ayudarle a conseguirlo.
– ?Como?
– Consulta a un medium para saberlo. Ellos te lo diran. Si lo haces asi, querida, al menos tendras la tranquilidad de saber que hiciste todo lo posible por ayudarle. Yo puedo ponerte en contacto con una medium excelente. -Hizo una pausa y dio una fuerte chupada a su boquilla. Dejo escapar el humo, que avento con la mano-. No crees nada de lo que te estoy diciendo, ?verdad, carino?
– No -le respondio Alex moviendo la cabeza-. Lo siento, pero no te creo.
CAPITULO VI
Alex se desperto de repente, asustada. Habia una luz latiendo en la habitacion; sintio que el pelo se le erizaba, no se atrevio a abrir los ojos, sino que se los restrego con fuerza y apreto los parpados para cerrarlos aun mas y evitar que se abrieran accidentalmente. Habia algo extrano en la habitacion que podia percibir claramente.
Vio el solido ataud de madera, la rosa roja; de pronto sintio una ola de calor en el rostro, percibio el olor de la gasolina quemada, y el calor… El rostro le quemaba. Empezo a perder el control de la respiracion; temblaba, sus rodillas chocaron debajo de las sabanas. Sus ojos se abrieron por completo. Vio una luz verde, oscilante. La luz paso de un verde mitigado a convertirse en un fuerte foco. Cuatro puntos. Encendidos, apagados, encendidos, apagados. La sensacion ardiente desaparecio y solo sintio frio. Y poco a poco el miedo tambien fue abandonandola.
Miro el dial del despertador. Los cuatro puntos, cuatro ceros oscilantes, que se apagaban y encendian al ritmo del paso de los segundos. «Medianoche», penso. Miro a su alrededor por el dormitorio. Las formas familiares. De nina siempre tuvo miedo a la oscuridad y siempre durmio con la luz encendida; pero ese miedo habia cesado hacia ya mucho tiempo, desde mucho antes de casarse. Los puntos luminosos del reloj seguian parpadeando ritmicamente.
Encendio la luz de la mesilla de noche; la habitacion parecia normal, todo parecia normal, sonaba normal. Oyo un camion en la distancia descendiendo por la Fulham Road; sonaba como si hubiese llovido. Tomo su reloj de pulsera: las cinco, pero los puntitos del reloj digital continuaban encendiendose y apagandose, sin cambiar, siempre los mismos cuatro ceros. Recordo que en otra ocasion le habia ocurrido lo mismo con otro reloj digital electrico, cuando se corto la corriente y el reloj paso a los cuatro ceros de la medianoche exacta.
Tomo el despertador y trato de recordar que debia hacer para volver a ponerlo en hora, sin dejar de mirar con sus ojos cansados y nerviosos las lucecitas oscilantes. Y temblando de frio. Un frio casi insoportable.
Se levanto de la cama, se dirigio a la ventana abierta; corrio las pesadas cortinas y saco una mano. El aire era templado y suave y dejo la mano fuera, extranada. Vio como dentro de la habitacion su respiracion dejaba un vaho de vapor y no pudo evitar un gritito de sorpresa. Sintio que el cabello se le erizaba de nuevo en la nuca. Volvio a mirar por entre las cortinas abiertas a los coches aparcados fuera, la luz de las farolas de la calle; fuera todo estaba tranquilo, normal. Separo un poco mas las cortinas para que la luz anaranjada entrara en la habitacion. Una de las tablas del suelo crujio ligeramente bajo sus pies y no pudo evitar saltar asustada. Se metio de nuevo en la cama, se tapo con las ropas y cerro los ojos. Seguia sintiendo frio, un frio intenso que hizo que volviera a tener miedo. Tomo el telefono, escucho como el zumbido indicador de linea rompia el profundo silencio y marco un numero que estaba muy dentro de su corazon. Y espero.
El timbre sono, una, dos, tres, cuatro veces… ?Por favor, esta ahi, coge el telefono…! Tres, cuatro veces…
– ?Oh, por favor, esta ahi! -repitio, ahora en voz baja, como en un susurro.
– ?Quien…?
Alex oyo la voz, casi un grunido, y de pronto se sintio aliviada, libre del frio.
– ?David? -pregunto, todavia sin atreverse a alzar la voz.
Al otro lado del hilo un nuevo grunido malhumorado.
– Siento despertarte, carino,
– ?Alex?