Alex fue a la cocina a buscarlo y seguidamente entro en su dormitorio. La estancia estaba muy fria y Alex sintio miedo de separarse de los otros dos aunque solo fuera unos segundos. Cogio la mesita que estaba a los pies de la cama y con ella regreso a toda prisa al cuarto de Fabian.
– Muchas gracias.
Matthews tomo de sus manos la mesita y el salero, como si le estuviera confiscando a un nino sus juguetes preferidos.
Los dos sacerdotes empezaron a realizar sus preparativos como si fuera algo ya ensayado muchas veces con anterioridad. Allsop coloco tres sillas en fila, mientras que Matthews empezo a sacar algunos objetos del maletin y los coloco sobre la mesa. Primero situo dos pequenos candelabros en el centro de la mesa, despues un caliz, una botellita de vino y una bandeja de plata. Los religiosos trabajaron en silencio, olvidados de ella, ignorandola, como si pese a su incomodidad no contara para nada.
Matthews saco una copa de plata y puso en ella un poco de agua bendita que llevaba en un recipiente al tiempo que musitaba una oracion en silencio. Despues echo un poco de sal. Se alzo y se dio la vuelta, como si mirase por encima de Alex sin ver su presencia, y oro:
– ?Protegenos, oh Senor, te lo suplicamos!
Saco de la bolsa un hisopo de plata, introdujo su parte superior en el agua, paso junto a Alex y se dirigio a la pared, que salpico fuertemente con el agua bendita. Dejo la copa de plata y el hisopo sobre la mesa, saco del bolsillo un encendedor Dunhill de oro y encendio las velas.
Cuidadosamente, Allsop volvio a poner en el recipiente el agua bendita que habia sobrado y seguidamente coloco la copa en el maletin.
– ?Podemos comenzar? -pregunto Matthews.
Alex se sento frente a los dos sacerdotes.
– Supongo que ha sido usted confirmada -dijo Mathews.
Alex respondio afirmativamente.
– Oremos -indico en voz alta, severo, como si estuviera hablando ante un tribunal de justicia.
El cura unio las manos y las levanto a la altura del rostro.
Parecia mas una clase de religion en la escuela que un verdadero servicio divino. En silencio, Alex imito al sacerdote, temblando de rabia y humillacion.
– Oye nuestras oraciones, Senor, con las que humildemente suplicamos tu gracia.
?Era esto todo lo que sabian hacer aquellos dos? ?Que creian poder conseguir con su maletin de plastico y sus ornamentos de plata? ?Sabian mas que Morgan Ford? ?O que Philip? ?Eran algo mas que un par de charlatanes bienintencionados que actuaban bajo el peso de las conveniencias? ?O eran verdaderamente portadores y representantes de la autoridad divina, del poder supremo que reinaba sobre todo lo demas? ?Que poder?
Alex se inclino hacia adelante y cerro los ojos, tratando de concentrarse, tratando de sentir su union con el Dios con el que ella solia hablar cuando era una nina, con aquel Dios que solia escucharla y protegerla para que todo le saliera bien.
– Escucha nuestras oraciones, Senor, con las que humildemente suplicamos tu gracia, para que el alma de tu siervo Fabian, al que te llevaste de esta vida, sea conducida por ti a un lugar de paz y luz y pueda asi compartir la vida de tus santos. Por Cristo nuestro Senor.
– Amen -dijo Allsop.
– Amen -coreo Alex plenamente consciente del tono de su voz.
– Te rogamos, Senor, que recibas el alma de este tu siervo Fabian, por el cual derramaste tu sangre. Recuerda, Senor, que solo somos polvo y que el hombre es como la hierba y las flores del campo.
«?Pon algo de sentimiento en lo que estas haciendo, hombre! -le hubiera gustado gritar-. ?Maldita sea, pon un poco de sentimiento!» Pero se limito a abrir los ojos y mirarlo, furiosa, por entre los dedos de sus manos unidas frente al rostro.
– Senor, concedele el eterno descanso. -Matthews se detuvo para mirar su reloj-. Deja que tu luz perpetua brille sobre el. Concede, Senor, a tu siervo Fabian un lugar de descanso y perdon.
Alex miro el retrato de Fabian; despues cerro los ojos y se los cubrio de nuevo con las manos. «?Que piensas de todo esto, querido? ?Te importa? ?Lo comprendes?»
– ?Oh, Senor, tu que siempre perdonas y acoges en tu seno a los que a ti acuden! Tu has llamado a tu lado a tu siervo Fabian que creia en ti y habia puesto en ti todas sus esperanzas.
Nada. Ella no lograba sentir nada, excepto que no podia creer que todo aquello estuviera sucediendo. Observo a Allsop, con las manos unidas y expresion piadosa, los ojos fuertemente cerrados. La habitacion empezaba a cargarse; podia oler la cera fundida de las velas y se dio cuenta de que estaba sudando.
– ?Oh, Dios, tu que mides la vida y el tiempo de todos los hombres! Nosotros que sufrimos porque tu siervo Fabian estuvo con nosotros muy poco tiempo, te suplicamos humildemente que le concedas la eterna juventud y la alegria de tu presencia, por toda la eternidad.
La luz de las velas temblo, arrojando sus sombras sobre el rostro de Matthews, como si disgustadas con el le devolvieran el agua que el habia hisopado contra la pared.
– Nuestro hermano fue alimentado con el Cuerpo de Cristo, con el pan de la vida eterna. Permite que llegue a ella en el dia del juicio final. Por Cristo nuestro Senor.
– Amen -termino Allsop.
Alex no consiguio decir nada.
Se produjo un largo silencio.
El calor era cada vez mayor en la habitacion.
– Santo, santo, santo Senor, Dios del poder y la fuerza, el cielo y la tierra estan llenos de tu gloria. Hosanna en las alturas.
Matthews fijo los ojos en la duena de la casa.
– Padre nuestro, que estas en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hagase tu voluntad asi en la tierra como en el cielo. El pan nuestro de cada dia danoslo hoy, y perdonanos nuestras deudas, asi como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en la tentacion, mas libranos del mal.
Matthews hizo una pausa, despues miro por encima de la cabeza de Alex, como si sus palabras fueran demasiado importantes para ser dirigidas solamente a ella.
– Pues tuyos son el reino, el poder y la gloria, por los siglos de los siglos. Amen.
Solemnemente dio la vuelta a la mesa convertida en altar. Tomo la Hostia y rompio un trozo, que puso en el caliz.
– Cordero de Dios, tu que quitas los pecados del mundo; ten piedad de nosotros. -Se dio la vuelta y la miro directamente-. Que esta mezcla del Cuerpo y la Sangre de Nuestro Senor Jesucristo lleve la vida eterna a quien la recibe.
El sacerdote le hizo senas de que se acercara.
Lentamente Alex se levanto y se aproximo vacilante.
El cura le indico que se arrodillara y alzo la Hostia.
– Toma, come -le dijo sin mirarla mientras colocaba la Hostia en el cuenco de sus manos unidas.
Paladeo la seca dulzura de la Hostia y a continuacion noto en sus labios el frio metalico del borde del caliz y la repentina humedad del vino.
– Esta es la Sangre de Cristo.
En silencio, Alex regreso a su silla con un amargo sabor metalico en la boca.
– Dios nuestro Senor, tu hijo nos dio el sacramento de su Cuerpo para apoyarnos en nuestra ultima jornada. Haz que nuestro hermano Fabian pueda sentarse en su sitio en el banquete eterno junto a Cristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
– Amen -musito Alex.
Allsop no dijo nada y Matthews la miro casi con desden, una jovencita incapaz de concentrarse y que hablaba cuando no le correspondia hacerlo. Alex cerro los ojos.
– Dios todopoderoso. Tu que alejaste la muerte de nosotros con el sacrificio de tu Hijo Jesucristo.
Las palabras del sacerdote comenzaban a resonar en su cerebro como un martilleo incesante.
– Con tu estancia en la tumba y tu resurreccion gloriosa de la muerte, has santificado la tumba.
Alex oyo el gotear del agua, un sonido agudo, agresivo, gotas que sonaban como disparos. Una de ellas la