golpeo en la frente, como un punetazo, despues otra. Las gotas se deslizaron hasta entrar en sus ojos, saladas y escocedoras. Se llevo la mano a la frente. Pero no habia nada en ella, nada, salvo la ligera humedad de su transpiracion.

– Recibe nuestras oraciones por aquellos que han muerto en Cristo y han sido enterrados con el y que esperan ascender al cielo el dia de su resurreccion. Dios de los vivos y de los muertos, te rogamos por el eterno descanso de Fabian. Por Cristo nuestro Senor. Amen.

El oficiante volvio a consultar su reloj.

– Amen -repitio Allsop.

Matthews se inclino, soplo las velas y comenzo a guardar los ornamentos en el maletin.

Allsop abrio los ojos y sonrio amablemente a Alex, se levanto y se puso a ayudar a su companero.

Alex los observo. «?Esto es todo -le hubiera gustado decirles-, esto es todo?» Pero ni siquiera estaba segura de que Matthews se hubiera molestado en contestarle.

Descendieron al recibidor y ella les abrio la puerta. Matthews salio el primero y se volvio hacia ella.

– Espero que en el futuro se lo pensara detenidamente antes de volver a recurrir al ocultismo, senora Hightower.

Ella asintio con la cabeza, docilmente.

El cura se dio la vuelta y bajo los escalones de la puerta principal. Allsop tomo el maletin y le dirigio una sonrisa.

– La telefoneare dentro de unos dias para ver como se encuentra.

– Muchas gracias.

Alex cerro la puerta cuidadosamente y se dio la vuelta.

Fabian estaba erguido al pie de la escalera.

De pronto le llego un fuerte olor a petroleo; todo el recibidor parecia invadido por el humo. Fabian comenzo a moverse hacia ella, deslizandose en silencio, sin mover las piernas, hasta que lo unico que Alex pudo ver fueron sus ojos, unos ojos que eran los de cualquier otro, pero no los de su hijo, unos ojos frios y malignos, que brillaban llenos de odio.

– ?No! -grito cerrando los ojos.

Se dirigio a la puerta y a ciegas comenzo a trastear en la cerradura, hasta que logro abrir y salio a la calle precipitadamente.

«?Ayudadme! -quiso gritar, pero las palabras no acudieron a sus labios-. ?Ayudadme! -?Nada!-. ?Oh, Dios mio! ?Deteneos, volved, volved, por favor!»

Dirigio la mirada hacia ellos, desesperada. Pero los dos clerigos estaban ya casi al final de la calle, caminando a grandes pasos con sus sotanas y la bolsa entre ellos, como una pareja rechoncha y comica que se fuera a merendar al campo.

CAPITULO XXIX

Cruzo a demasiada velocidad el porton y entro en el encharcado camino de carros con tanta fuerza que el Mercedes golpeo el suelo, poniendo a prueba la suspension, con una sacudida que se extendio por todo el automovil. El agua espesa y fangosa salpico el parabrisas y ella puso en accion las escobillas, maniobrando para evitar caer en un surco mas hondo; el morro del coche se inclino profundamente, despues se alzo en el aire, para caer de nuevo con un golpe que lo desvio hacia un lado y estuvo a punto de hacerle chocar contra la cerca.

Las gomas de los limpiaparabrisas chirriaron sobre el cristal como pajaros furiosos. Percibio el olor de los cerdos y vio un pequeno objeto negro que quedaba casi fuera del rayo de luz de sus faros. El Mercedes golpeo contra el objeto pero no se detuvo. Alex seguia con el acelerador apretado a fondo.

Frente a ella, un poco a la izquierda, por entre los restos de fango, y las gomas de los limpiaparabrisas pudo ver el lago cubierto por una ligera capa de niebla. «Como una mortaja», penso con un estremecimiento. El lago siempre tenia su aspecto mas siniestro en la penumbra.

Vio el Land Rover de David aparcado fuera de la casa y dejo su coche a su lado. Quito el contacto, cerro los ojos y estuvo a punto de llorar aliviada. Antes de pararse, el motor produjo unos ruidos de tictac, seguidos de unos golpes agudos, que se repitieron varias veces, como si quisiera expresar su protesta. El olor del aceite quemado cubrio el de las porquerizas. El motor produjo algunos ruidos mas. En algun lugar en la oscuridad que caia sobre los campos se oyo el balido de una oveja.

Se bajo del coche y se quedo quieta. Le temblaban las piernas. Oyo otro balido lejano y, despues, el ruido producido por un pez al saltar en el agua se extendio por el aire tranquilo. Dio unos pasos vacilantes en direccion a la casa, se detuvo y estuvo a punto de caerse. Sintio el fango bajo sus pies. Siguio andando y oyo el salpicar del agua al mismo tiempo que su zapato izquierdo se empapaba y le transmitia una gran sensacion de frio y humedad.

– ?Vaya! -exclamo sacando el pie con cuidado de no dejar su zapato en el charco.

La casa estaba a oscuras, pero vio una franja de luz que salia por la puerta del granero que servia de lagar y cruzo el patio para dirigirse alli.

David estaba de espaldas a ella, observando la grua que habia colgado de un gancho. La polea pendia balanceandose exactamente sobre la nueva gran tinaja que aun seguia en el centro de la estancia.

– ?Hola! -la saludo sin volverse-. ?Tuviste un buen dia?

– No -respondio con calma.

– Esto es un monstruo, un verdadero monstruo.

– ?Como supiste que era yo?

David siguio sin volverse.

– El coche. Puedo reconocer el ruido de tu coche, pese a que conducias mas de prisa de lo que sueles hacerlo. ?Es realmente horrible!, ?que opinas tu?

– ?Sobre que?

– Me pregunto si puedo dejarla donde esta. ?No te parece que tiene un aspecto raro?

Alex miro la cuerda que pendia del techo.

– Parece una horca.

– ?Una horca? -David se dio la vuelta y se inclino para ver a su mujer mas de cerca-. ?Jesus! Tienes un aspecto horrible.

Alex inclino la cabeza y sintio que las lagrimas velaban sus ojos; sorbio por la nariz.

– Vamos -le dijo amablemente, pasando un brazo en torno a su cintura-. Vamos a tomar una copa.

Se sentaron en la cocina.

– Me gusta lo que has hecho -continuo David-, Tu propio servicio religioso personal. -Sonrio-. La Iglesia trata de ser competitiva. Si los fieles no van a la Iglesia es la Iglesia la que acude a su casa. Tienen que luchar con las pizzas, los platos cocinados y las masajistas a domicilio. Servicio telefonico automatico. Comuniones a domicilio. Y todo gratis, sin que nadie pase el cepillo. Supongo que no has pagado nada.

– No, no pasaron el cepillo.

– Cosa rara en esos tipos.

– ?David! -protesto indignada.

– Lo siento. -Tomo la copa por el pie e hizo girar el vino en su interior-. Mejora dia a dia, ?sabes?

Alex sonrio y tomo un trago de su whisky.

– Me alegro.

– ?Significa lo sucedido que ahora piensas volver a tu casa? -Ella advirtio la nota de tristeza en su voz y sujeto su vaso fuertemente entre las manos-. Yo habia pensado… sabes… -dijo David ruborizandose-. Ultimamente las cosas parecen ir bien entre nosotros. Yo habia pensado que quiza… tal vez…

Ella cerro los ojos, fuertemente, sintiendo de nuevo que las lagrimas velaban sus ojos, y se sento, temblando. Comenzo a mecer la silla adelante y atras. Tomo otro sorbo de whisky y gusto el sabor salado de sus propias lagrimas. Abrio los ojos y miro a su marido.

– No todo ha pasado, David. -Su cuerpo sufrio una violenta convulsion que la hizo dar un salto tan fuerte que la lastimo-. ?Solo esta comenzando!

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