Carson se estiro para coger una grapa de su inmaculada bandeja.
– ?Con que le cortaron?
– Una espada corta.
El sacudio la cabeza.
– Parece que lo hubieran atacado con una motosierra. Mira el dano que hay aqui. -El retiro la piel para que ella tuviera una vista completa.
Simone le alcanzo una nueva grapa notando cuanto sangraba Xypher. Carson estaba en lo cierto. Era tremendo.
– No se si esto ayuda o siquiera importa, pero el hombre que blandia la espada era una especie de demonio.
– ?Sabes a que panteon pertenece?
Esta tenia que ser la conversacion mas atolondrada que hubiera tenido en su vida. No habia muchas personas, con las que pudieras hablar sobre la aparicion de un demonio en medio de la calle cuyo proposito era atacarte, que lo aceptaran tranquilamente, para luego formular una pregunta tan simple. Deberia ser interrumpida a carcajadas.
Y mucho alcohol.
– Ah, no. Pero Xypher lo llamo Kaiaphas.
Carson maldijo.
Simone se detuvo al notar la inesperada demostracion de ira que causo el nombre.
– ?Le conoces?
– Parte griego y parte sumerio, todos cabrones. Es un milagro que alguno de ustedes haya sobrevivido. Pero la verdadera pregunta es, ?por que os atacaria a vosotros? Ese no es su estilo.
– ?A que te refieres?
– Kaiaphas es un
Ese era un dato interesante. Simone queria reir ante el absurdo de todo lo que habia sucedido desde el almuerzo.
– ?Como demonios he quedado envuelta en esto? Todo lo queria era inspeccionar una simple escena de crimen y volver a casa. No… Retiro lo dicho. Todo lo que yo queria, era compartir un sandwich de jamon y queso con un viejo amigo. Ahora, me veo arrastrada en medio de un conflicto de dioses griegos y ni siquiera es la hora de la cena. No puedo esperar a ver que pasa a continuacion.
Carson sonrio.
– He tenido esos dias.
– Seguro que si.
– No, en serio. Deberias seguirme a todas partes y documentar todas las rarezas en la que me veo envuelto.
– ?Como cuales?
El le quito la grapa de la mano.
– Bueno, hubo una vez en que Marvin nuestra anterior mascota, un mono, escapo de su dueno, Wren, el es un tigre que puede adoptar forma humana y subio al segundo piso a dormir con el dragon. Resulto que nuestro dragon residente es alergico a los monos. ?Quien hubiera podido saber o imaginar algo asi? A Max le broto un sarpullido en areas que aun me hacen encoger al recordarlas. Hasta el dia de hoy, si le mencionas la palabra “mono”, te escupe fuego. Tambien en otra oportunidad… o mejor no te cuento esa. Si llegara a oidos de Dev, me arrancara el corazon para comerselo.
Simone retrocedio ante todo lo que le estaba contando. No… No podia ser.
?Podia?
– ?Vosotros teneis licantropos aqui?
Haciendo una pausa, el levanto la vista para mirarla.
– ?No eres una Escudera?
– No.
El tuvo que contener el aliento y su rostro se cubrio con un velo de irritacion. Grunendo, se puso a suturar.
– No tenias conocimiento sobre nada de lo que dije hasta que lo escuchaste saliendo de mi boca, ?verdad?
– Nop.
El maldijo una vez mas.
– No puedo creer lo que acabo de hacer. Asumi, ya que sabias sobre Xypher y el demonio, y Julian que te manifesto aqui dentro, que sabrias todo sobre nuestro mundo.
No, pero estaba recibiendo una rapida introduccion que la asustaba mas y mas, conforme pasaban los minutos. En todas sus conversaciones con Tate, el jamas habia mencionado a los licantropos.
– Pero parece que ahora si -dijo ella, tratando de hacerlo sentir mejor sobre su verborrea-.
– Si. Y yo acabo de romper novecientas reglas. ?Que opinas de mantenerlo entre nosotros?
– Creeme, carino. No voy a hablar. Valoro la poca salud mental que aun conservo y lo ultimo que quiero, es verme envuelta en medio de lo que estoy envuelta. Senalame la salida y Alicia saldra de la madriguera del conejo. De vuelta en la tierra y feliz de desarrollar el sindrome de Alzheimer sobre todo este incidente. De hecho, ni siquiera estoy segura de encontrarme aqui. Estoy pensando que tal vez un Daimon me golpeo en la cabeza y todo esto es una gran alucinacion causada por una severa perdida de sangre.
– ?Siempre divagas asi?
– Si. Lo encuentro tranquilizador.
El echo a reir mientras continuaba operando a Xypher.
Simone se detuvo al percatarse de algo.
– No le hemos suministrado nada para mantenerlo inconsciente. ?No deberiamos hacerlo?
– No. No serviria de nada. Los Dream-Hunter son inmunes a ese tipo de drogas.
– ?En serio?
El asintio, inclinandose hacia delante para enfocarse mejor en lo que estaba haciendo.
– Son dioses. Las medicinas humanas no surten efecto en ellos.
– Entonces, ?por que lo estamos operando?
– Porque esta inconsciente y sangrando… Nunca antes habia visto sangrar un Dream-Hunter. Especialmente, no de esta forma. Pero intuyo que si puede sangrar, podria desangrarse completamente y morir.
Por un lado eso tenia sentido, pero por el otro…
– Los dioses no pueden morir, ?o si?
– Por supuesto que pueden. Solo que no es cosa facil y usualmente, se requiere alguna clase de arma inmortal, que apostaria, es lo que se encontraba entre las manos de Kaiaphas cuando lo ataco. -Levanto la vista para mirarla agudamente-. Los demonios no suelen atacar a un dios o a ningun otro, a menos que esten convencidos de que le mataran. Tienden a cabrear al objetivo, que ideara maneras de torturar y matar al demonio. Y luego, todo se vuelve un lio, cuando deciden atacarse mutuamente. Como regla general, los demonios pierden. Y mas aun, si nos referimos a un dios enfurecido. Por lo tanto, los demonios tienden a ser un poco mas cautelosos que el depredador habitual. Cuando dan el golpe, suele ser rapido y mortal.
Simone dejo escapar un lento suspiro ante la simple veracidad de la afirmacion. Bajo la vista hacia Xypher que yacia en un aparentemente pacifico reposo. Su cuerpo estaba esculpido y era letal. Un especimen perfecto de belleza masculina.
Dormido, de esa forma, se parecia a un angel, pero dada su austera personalidad, ella solo podia imaginar la lista de personas que lo querrian muerto.
Incluso ella.
?Pero al punto de llamar a un demonio para destruirlo? Eso era cruel.
Pobre Xypher.
Ella guardo silencio mientras Carson, higienizaba, cauterizaba y suturaba la herida de Xypher. Para cuando hubieron acabado, Xypher aun se encontraba inconsciente, pero sudaba profusamente. Deslizo su mano por la incipiente barba de su firme mejilla y como sospechaba, estaba afiebrada.