Sin mencionar el hecho de que no aparentaba ser si quiera un dia mayor que el. ?Santa hostia! ?Habia una real y viviente diosa ante ella! ?Que apareceria a continuacion? ?Un dragon? Asi fuera Brad Pitt, estaria dentro de lo normal.
– ?Que sucede? -pregunto Afrodita.
Julian senalo con la cabeza a Xypher, que lucia su usual y amenazante mirada de ira.
– Tenemos un problema.
Afrodita se volvio e hizo una mueca.
– ?Tu? ?Que estas haciendo aqui? Creia que estabas muerto.
– Lo estoy. Gracias. Tu tambien te ves bien, para ser una vieja decrepita.
Afrodita lo miro como si sus palabras le dejaran un mal sabor de boca.
Xypher la ignoro al tiempo que alzaba el brazalete hacia ella.
– Estoy aqui para quitarme esto, y si no es posible quitarlo, al menos quiero saber lo que es y lo que hace.
Simone no creyo que la diosa pudiera lucir mas asqueada y aun asi se acerco amablemente. Al menos hasta que se rio.
– Lo juro por el rio Styx, Xypher, jamas he visto a nadie enfurecer mas a los dioses que tu. ?A quien has irritado esta vez?
Un musculo se tenso en la mandibula de Xypher.
– No juegues conmigo, Afrodita. ?Que es?
– Es un deamarkonian. Una bonita baratija creada por los dioses Atlantes para vencer lo invencible. No tenia idea de que aun existieran. ?Donde lo encontraste?
– Lo encontre prendido a mi muneca. Ahora, ?Que es lo que hace exactamente?
Se encogio de hombros de la forma mas gracil que Simone hubiera visto.
– Vincula las fuerzas vitales de dos entidades. Tu y -se volteo hacia Simone-tu pequena amiga. Si uno de vosotros muere, el otro muere tambien. Los Atlantes lo usaban para matar a alguien mas fuerte. Lo vinculas con alguien debil, entonces matas al debil para acabar asi con el fuerte. Simple.
Xypher maldijo.
– Oh, pero se pone aun mejor, -dijo Afrodita, arrugando la nariz en direccion a el-. Debeis permanecer juntos. Si os alejais demasiado uno del otro, ambos morireis.
Simone se quedo estatica.
– ?Que?
Ella asintio.
Xypher maldijo otra vez.
– ?Como de lejos?
– No tengo idea. Adivino que lo descubriremos en cuanto uno de vosotros cruce el limite y ambos caigais muertos.
Esta vez la maldicion de Xypher fue tan obscena que Simone se sonrojo.
– No puedo quedarme atado a ti -le gruno.
Ella abrio la boca ante sus palabras de furia.
– Como si tu fueras mi sueno hecho realidad. Creeme, ese retorcido sentimiento que tienes en tu estomago, lo comparto ampliamente.
Estrecho los ojos hacia ella, pero se rehuso a dejarse intimidar.
– ?Conoces alguna manera con la que podamos quitarnos esto? -le pregunto a Afrodita.
– No lo se.
Por su expresion, Simone adivino que esa no era la respuesta que Xypher queria.
– ?A que te refieres con que no lo sabes? -le pregunto.
– ?Que te pasa? ?Estas ciego? No soy Atlante, el brazalete fue creado para acabar con nosotros, y eso significa que los dioses Atlantes que lo crearon no estaban realmente interesados en compartir sus debilidades. Si conoces a alguien vinculado a su panteon muerto, te sugiero que lo intentes con ellos. -Se volvio hacia Julian y sus facciones se suavizaron.
– Te veo luego, corazon. -Y se esfumo.
– ?Afrodita! -Xypher grito hacia el techo-. ?Trae tu flaco trasero aqui!
Simone se mofo.
– No imagino por que no responderia a eso-. Entrecerro los ojos hacia Xypher.
– ?Donde aprendiste modales? ?En la prision?
El la miro como si pudiera visualizar sus manos alrededor de su cuello. A ella no le importaba, ya que casualmente, albergaba la misma fantasia con respecto a estrangularlo… preferentemente, con uno de esos brazaletes que los tenian vinculados.
Julian dejo escapar un largo suspiro al tiempo que apoyaba las manos en las caderas.
– Espero que seas amigo de Acheron. Es el unico Atlante que conozco.
Xypher no parecia muy emocionado al respecto.
– Dame su numero.
Simone enarco una ceja hacia Xypher.
– ?Acaso no puedes hacerlo aparecer de la nada?
Julian se rio.
– Buena suerte. Es la unica persona que conozco que puede ser mas irritable que mi madre o incluso Xypher. No invocas a Acheron. Lo solicitas amablemente.
– Estoy harto de que los dioses jueguen con mi vida -Xypher gruno mientras Julian le entregaba un trozo de papel con el numero garabateado en el.
Un rayo de esperanza atraveso los ojos de Julian.
– Conozco el sentimiento. Pero a veces, la salvacion llega en el momento menos esperado. Sus ojos se posaron sobre Simone.
– Y de parte de la persona menos probable.
Xypher puso los ojos en blanco.
– No me vendas esa mierda. Estoy en una cuenta atras. En veintidos dias vuelvo al infierno. Mi unica meta es asegurarme de que esta vez, no ire solo.
– Entonces te deseo suerte. -Julian les enseno la puerta-. Si necesitais algo mas, hacedmelo saber.
Simone le dio las gracias antes de liderar el paso a traves del porche. Le entrego el movil a Xypher mientras caminaba hacia el coche, estaba realmente sorprendida de que no los hubiera hecho aparecer dentro.
Despues de todo, el estaba distraido. No dijo una palabra. Se limito a coger el movil y marcar el numero con una expresion irritable, que era de algun modo, tentadora.
– Por supuesto que no estas disponible… -dijo en un tono gutural. Despues, en un tono de voz mas normal dijo, -Acheron, soy Xypher. Cuando oigas los mensajes, necesito que me devuelvas la llamada. Tengo un problema y necesito que te pongas en contacto conmigo lo antes posible. Cerro el movil y se lo devolvio.
Simone lo puso en su bolsillo trasero.
– ?Crees que respondera?
– No lo dudes.
Lo obligo a detenerse sobre la acera,
– ?Necesitas ser tan hosco cada vez que respondes?
– ?Y tu necesitas ser tan condenadamente alegre? Era demasiado pedir que me encadenaran a una muda depresiva o a alguna de esas tias que visten de negro y escriben patetica poesia.
En su vida la habian ofendido tanto.
– ?Que es lo que pasa contigo?
Sus ojos centellaron en la oscuridad.
– Agradece humana, que jamas podras entenderlo.
?Entender que? ?Que el era un imbecil? No habia excusa para eso.
– ?Sabes? no eres el unico con problemas en esta ecuacion. Resulta que yo tengo una vida y un trabajo. Lo ultimo que necesito es cargar con un gorila de ciento cuarenta kilos con un resentimiento tan grande sobre sus hombros, que es un misterio que no le haya salido una joroba.
– No peso ciento cuarenta kilos.