– Por supuesto que lo creen. Vale, ?como lo encuentro?
– Te dare su numero.
Simone repitio el numero para que Jesse la ayudara a recordarlo. Colgo la llamada con Tate, e inmediatamente llamo a Julian.
Cogio el telefono a la tercera llamada.
– ?Dr. Alexander?
– ?Si?
– No se si me recordara, pero nos hemos encontrado en un par de funciones de la facultad. Soy la Doctora Simone Dubois, la profesora de Examinacion Medica y Patologia…
– Si, la recuerdo.
Eso era impresionante, dado que no tenia nada de especial. Era de estatura mediana, peso mediano, tenia el cabello ondulado de color castano oscuro y ojos pardos y normalmente vestia en tonos beige o marrones, o usaba su bata blanca de laboratorio. Como regla general, no permanecia en la memoria de las personas. De hecho, su grupo de secundaria la habia votado como la “Persona Con Mas Probabilidades de Ser Olvidada” o “Que Se le Sentaran Encima Por Accidente”. El hecho de que el Dr. Alexander la recordara, le provocaba una pequena e infundada emocion.
– Bien, porque estoy metida en algun tipo de embrollo.
– ?Y eso seria? -Aun a traves del telefono ella podia oir su tono de reserva.
Xypher le arrebato el movil de las manos y empezo a hablar con Julian en una lengua que ella ni siquiera pudo identificar. A pesar de eso, la suave y lirica cualidad del lenguaje era increiblemente sexy. Era el tipo de tono que podria calentar a una mujer aun si estuviera pidiendo una pizza. Odiaba el hecho de que le afectara.
Apuesto o no, era un cretino y lo ultimo que una mujer necesitaba era alimentar su masivo y prepotente ego.
Pocos minutos despues, le devolvio el telefono.
– Va a darte indicaciones para llegar a su casa.
– Gracias, -le dijo friamente. Tomo el telefono que le entregaba. -?Dr. Alexander?
– Llameme Julian.
Escucho mientras le explicaba como encontrar su casa. Afortunadamente, no estaban muy lejos.
No le llevo mucho tiempo encontrar el pequeno bungalow en las afueras de St. Charles. Simone no habia terminado de aparcar antes de que Xypher los transportara hasta el porche.
– Sabes, eso es realmente molesto y desconcertante.
– No me importa en absoluto. -Llamo a la puerta.
Simone sacudio la cabeza y Jesse la imito. Lucia tan encantado como ella.
Julian abrio la puerta con cara de pocos amigos. Nunca fallaba en conmocionarla la magnitud de lo apuesto que era ese hombre. Y no era la unica que pensaba asi. Sus clases estaban siempre colmadas de estudiantes femeninas que no querian otra cosa que mirarlo fijamente. El hecho de fuera uno de los mayores expertos en el mundo sobre civilizaciones antiguas era una especie de bonificacion.
El buen doctor estrecho sus ojos ante Xypher como si no pudiera creer lo que veia.
– Tienes emociones.
Xypher curvo su labio.
– En realidad no. Solo tengo una. Ira. A menos que cuentes una insaciable sed de venganza como tal. Entonces serian dos.
El ceno de Julian se profundizo.
– Como es que puedes.
– Mira -Xypher hablo bruscamente-. No tengo tiempo para esto. Quita el brazalete para que pueda largarme a hacer lo que tengo que hacer.
– Tiene la idea fija, -explico Simone.
– Si, ya veo. -Julian dio un paso atras-. Entra y dejame verlo.
Literalmente arrojo su brazo en la cara de Julian. El hombre era realmente odioso.
– Ahi.
– Tengo la sospecha de que ha sido criado por simios, -le dijo Simone a Julian.
Rio por lo bajo antes de coger el antebrazo de Xypher y examinar el brazalete mientras permanecian de pie en la entrada.
– Esto no es griego.
Xypher se mofo.
– Por supuesto que lo es. Conozco el trabajo de Hefesto.
– Tambien yo y esto no lo es. -Doblo su brazo para ver mejor el cerrojo.
– No puedo saberlo con exactitud, pero creo que el origen de esto es Atlante.
Aun no parecia del todo convencido.
– ?Estas seguro?
Julian asintio severamente.
– Hefesto es mi padrastro. Tengo sus baratijas por toda mi casa… y experiencia con algunos de sus articulos. Incluyendo esposas. El cerrojo en estas es definitivamente algo diferente.
Simone queria gemir por la frustracion. Si Julian no podia ayudarlos, entonces ?quien podria?
– ?Sabes para que sirve?
– En realidad no, pero si pudieran entrar en la casa y salir asi del campo de vision de mis vecinos, puedo preguntar.
Los ojos de Xypher se oscurecieron peligrosamente.
– Ni siquiera lo intentes, -le dijo-. He enfrentado cosas muchos peores que un Skotos cabreado.
Xypher lo miro amenazadoramente.
– Tendras que dormir en algun momento.
– Tambien tu.
Simone dejo escapar un sonido de disgusto.
– Tranquilos, chicos, tranquilos. Por favor. Tan solo quisiera liberarme antes de morir por una sobredosis de testosterona.
Sin decir una palabra, Julian los guio dentro de la casa, hacia la sala de estar. Simone sonrio ante la vision de los juguetes dispersados por el suelo en contraste con el resto de la inmaculada casa. Sobre la repisa de la chimenea habia fotografias de Julian junto a una mujer de cabello oscuro y unos ninos, dos varones y dos ninas. Aparentaban felicidad absoluta.
– No sabia que tenia hijos, -le dijo ella, enternecida por la vision.
El sonrio orgullosamente.
– Estan en la casa de unos amigos con su madre. Estaba intentando armar un programa de estudios para mi nueva clase, aprovechando la tranquilidad y la falta de un bebe que garabatee mis notas. Su hermana mayor acaba de ensenarle como dibujar tulipanes y ha estado plantandolos por todos lados.
Para constatar sus palabras, habia dos brillantes tulipanes rosa, de la altura de un bebe, dibujados sobre la pared tras ellos.
Simone se podia imaginar lo dificil que podria ser, idear material de estudio interesante y beneficioso mientras atendias a un bebe.
Personalmente, odiaba tener que preparar programas de estudio y eso sin contar con el… pensandolo bien, tenia a Jesse. Realmente podia identificarse con la situacion de Julian.
– Siento que estemos molestandote.
– Descuida, -le dijo en un tono amistoso-. Si esta es la peor interrupcion que tengo por el dia, entonces me ha ido notablemente bien.
Despues de eso y sin decir una palabra, Julian inclino su cabeza hacia atras y miro hacia el techo.
– Ey Ma, ?tienes un minuto?
Simone miro hacia las escaleras, pensando que su madre estaria en la casa.
Resulto que no era el caso. Un destello de luz la dejo practicamente ciega, antes de que una mujer rubia increiblemente hermosa surgiera ante Julian. Delgada y llena de gracia, vestia un traje de lana blanca; su madre parecia tan asombrada por la presencia de Simone como Simone lo estaba por la suya.
