– Es una perra desalmada y ahora entiendes por que no puedo volver al infierno y no llevarla conmigo. No soy el unico hombre al que ha jodido, pero, por los dioses del Olimpo, quiero ser el ultimo.

Si, ahora lo entendia, pero el entendimiento no cambiaba el hecho de que no queria que resultara herido. O peor aun, muerto.

– Yo jamas te traicionaria asi.

La mirada de el se suavizo, pero en lo profundo de sus ojos vio un atisbo de duda que la hirio.

?Como podria ganarse la confianza de un hombre que habia sido tan profundamente traicionado?

Simone recosto la cabeza contra la peor de las cicatrices de su torso y le puso una mano entre las suyas. De alguna manera se ganaria su confianza. Ya no estaba solo en esta lucha.

– Satara merece pagar por lo que hizo.

?Como podia alguien, despues de haber recibido tanto, volverse contra la persona que le habia dado todo? Era cruel y aun mas que cruel.

– Creeme, lo hara. Aunque tenga que descender al infierno y arrastrarla del pescuezo.

Simone sacudio la cabeza.

– Ahi esta el pequeno rayito de sol que conozco tan bien. Siempre listo para animar a las personas.

– Vale, podria ser peor.

– ?Peor, como?

– Honestamente, no lo se. Pero es lo que dicen los humanos, por lo tanto, pense que seria apropiado.

Simone se rio hasta que vio la escritura sobre el brazo.

– ?Que es esto?

El le cubrio la mano con la suya.

– Es un recordatorio que escribi sobre el motivo por el que debo tener la sangre de Satara. Por el que no puedo abandonar mi busqueda. Sin importar las tentaciones.

Simone aferro con su mano las palabras. Que triste que las hubiera marcado ahi. Se preguntaba si habria alguna manera de borrarlas y reemplazarlas por algo mas agradable.

Stryker se detuvo al avistar a su hermana escribiendo en el escritorio.

– ?Que estas haciendo?

Ella dio un salto, luego cubrio la hoja con un libro.

– Escribo una carta.

– ?Para quien?

– Es personal. -Se puso de pie y se le acerco tranquilamente-. Tengo buenas noticias para ti. Los gallu han encontrado a la Dimme.

Stryker enarco una de sus cejas con interes.

– ?En serio?

Ella asintio.

– Una Dimme podria acabar con la Destructora, ?no es asi?

Esa era la teoria.

– La necesitamos.

– No… -dijo Satara con una sonrisa maligna-, tu la necesitas. Pero hay un pequeno inconveniente.

– ?Y cual es?

– ?Recuerdas cuando Dionisio casi abre el portal hacia Kalosis y Apollymi envio su Caronte para detenerlo?

Por supuesto que lo recordaba. Apollymi habia estado livida ese dia.

– Fueron enviados para evitar que Acheron muriera, pero si, lo recuerdo. ?Que pasa con eso?

– No todos los Carontes sucumbieron. Parece que un gran numero sobrevivio y ahora protegen a nuestra Dimme.

Stryker se atraganto.

– ?Los Caronte estan custodiando a una Dimme? ?Es que se acerca el fin del mundo y se me paso leer el memorandum? ?Como demonios ha ocurrido?

– No estoy segura. Pero si alguien… -lo miro inquisitivamente- me prestara algunos de sus Daimons Spathi, yo podria ser capaz de coger a la Dimme. Despues podemos usarla para acabar con mi asunto sobre Xypher y tu problema con la Destructora. ?Que opinas?

Sonaba como una buena idea, pero tambien una bastante arriesgada. A pesar de que sus Sphati estaban muy bien entrenados y eran asesinos sobresalientes, tambien lo eran los Caronte. Lo ultimo que queria era mermar su ejercito. Sin embargo, si pudiera asesinar a Apollymi y reclamar sus poderes como propios, valdria la pena perder algunas docenas de soldados.

– Muy bien, hermana. Tendras los soldados que quieras. Tan solo recuerda que si fallas, toda la culpa caera sobre tu cabeza. Yo no se nada de este plan.

– No te preocupes, Stryker. No tengo intencion de fallar. Y para manana, nuestros problemas estaran resueltos.

CAPITULO 15

Xypher se desperto con la sensacion mas extrana de su existencia. Una mujer acurrucada contra el. Se quedo en silencio, tendido de costado, tan solo sintiendola contra su columna. El brazo izquierdo de ella estaba acomodado sobre su cintura, y el muslo acomodado entre los de el. La mejilla reposaba sobre su hombro y su aliento le hacia cosquillas en la piel.

Cerro los ojos, saboreando cada matiz de su cuerpo contra el suyo. ?Era asi como se sentia ser humano? ?Acaso los hombres tomaban esto a la ligera?

?Como podian? Tener a alguien que confiara lo suficiente en ti como para reposar inconsciente a tu lado mientras tu hacias lo mismo, y ambos despertaban ilesos…

Esto era el paraiso.

No, Simone lo era.

?Por que no habia nacido humano? Hubiera nacido en esta epoca para poder asi estar con ella. El hecho de que no fuera posible era aun mas cruel que la tortura que habia soportado en el Tartaro. Queria internarse en ella y quedarse alli para siempre.

Pero no estaba destinado a suceder y por mucho que sonara no cambiaria el hecho de que una vez que este aplazamiento terminara, el estaria de regreso en el infierno, donde los recuerdos de ella lo torturarian para siempre.

?Como haria para soportarlo?

Con su corazon hecho trizas, se giro lentamente para no lastimarla. Ella se quejo en suenos, hasta que se movio y le pego con el codo en la nariz.

– ?Ouch!- El se froto el tabique de la nariz y pestano para contener lagrimas involuntarias.

– Voy a hacerte pagar por eso, – le susurro contra la piel.

Retirando el cobertor miro su cuerpo desnudo. Sus curvas exuberantes y llenas, sus pezones ligeramente arrugados, sus labios encendidos e inflamados, y sus piernas ligeramente apartadas. Lo suficiente para que el pudiera ver que aun estaba humeda. Era la perspectiva mas incitante que el hubiera contemplado en su vida.

El ceno volvio al rostro de ella antes de que cogiera la sabana para cubrirse y se volviera para esconderse en ella.

Xypher se rio. Ella era realmente grunona por la manana. Toda esa palabreria de comenzar el dia con un proposito. Mas bien lo comenzaba con un puchero. Divertido, se inclino para mordisquear la parte inferior de su pecho.

A Simone la despertaron los pequenos lametones que causaron que su estomago se contrajera y su cuerpo se derritiera. Abriendo los ojos, vio a Xypher observandola con tanta intensidad que le quito el aliento.

– ?Que estas haciendo?

– Te estoy lamiendo, -le dijo, antes de introducir un pezon profundamente en su boca,-no hay manera de que

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