La mujer volvio a la cocina, y Maschuk maliciosamente, a media voz, se dirigio a Guetmanov:
– Oh, puedo ver ya a la doctora, la medico militar a la que Dementi Trifonovich pronto conocera.
– Si, dispuesto a dar la vida por ella -dijo Sagaidak. Guetmanov esquivo la cuestion:
– Dejadlo, que decis, soy un invalido.
– Si, si, claro -insistio Maschuk-. ?Y quien era el que en Kislovodsk volvia a la tienda a las tres de la madrugada?
Los invitados rieron, y Guetmanov lanzo una mirada fugaz pero atenta al hermano de su mujer.
Galina Terentievna volvio a entrar y, al ver a los hombres riendose, dijo:
– Basta con que la mujer salga y solo el diablo sabe que ensenan a mi pobre Dima.
Guetmanov se puso a servir el vodka en los vasitos, y todos se lanzaron a elegir algo para comer.
Guetmanov, tras mirar el retrato de Stalin que colgaba de la pared, levanto el vaso:
– Bueno, camaradas, el primer brindis sera a la salud de nuestro padre, que conserve la salud.
Pronuncio estas palabras en tono expeditivo, desenfadado. Esta pretendida sencillez debia significar que para todos era conocida la grandeza de Stalin, pero que los hombres reunidos en torno a la mesa que brindaban por el apreciaban ante todo al hombre sencillo, modesto y sensible. Y Stalin, entornando los ojos desde su retrato, miraba la mesa y el busto opulento de Galina Terentievna y parecia decir: «Eh, chicos, enciendo la pipa y me siento con vosotros».
– Si, que nuestro papaito viva por siempre -dijo el hermano de la anfitriona, Nikolai Terentievich-. ?Que hariamos sin el?
Se volvio para mirar a Sagaidak, que tenia el vaso levantado cerca de sus labios, a la espera de que anadiera algo mas, pero Sagaidak miro el retrato pensando: «?Que mas se puede decir, padre? Tu lo sabes todo». Bebio y todos lo imitaron.
Dementi Trifonovich Guetmanov era originario de Liven, en la provincia de Voronezh, pero tenia antiguos vinculos con camaradas ucranianos, puesto que durante anos habia dirigido el trabajo del Partido en Ucrania. Sus lazos con Kiev se habian consolidado a partir de su matrimonio con Galina Terentievna, cuyos numerosos parientes ocupaban puestos eminentes en el aparato del Partido y del soviet de Ucrania.
La vida de Dementi Trifonovich era mas bien parca en acontecimientos. No habia participado en la guerra civil. La policia zarista no lo habia perseguido y los tribunales zaristas nunca lo habian exiliado en Siberia. En las conferencias y congresos solia leer sus informes a partir de textos escritos. Leia bien, sin errores, con expresividad, aunque el no fuera el autor de los informes. A decir verdad leerlos era facil: se los imprimian en caracteres grandes, a doble espacio y con el nombre de Stalin siempre en rojo.
En una epoca habia sido un joven sensato y disciplinado. Queria estudiar en el Instituto de Mecanica, pero lo reclutaron para los organos de seguridad y pronto se convirtio en el guardia personal de un secretario del kraikom [20]. Destaco y lo mandaron a estudiar a la escuela del Partido y, al poco tiempo, fue elegido para trabajar en el aparato del Partido: primero en el departamento de organizacion e instruccion del kraikom, luego en la seccion de personal del Comite Central. Un ano mas tarde se convirtio en instructor de la seccion administrativa de los cuadros. Y poco despues de 1937, en secretario del obkom (como se suele decir, el dueno de la region).
Una palabra suya podia decidir el destino del catedratico de una universidad, de un ingeniero, del director de un banco, del secretario de un sindicato, de un koljos, de una produccion teatral,
?La confianza del Partido! Guetmanov conocia el gran significado de estas palabras. ?El Partido confiaba en el! Todo el trabajo de su vida, donde no habia lugar para grandes libros, ni para descubrimientos famosos, ni para victorias militares, habia sido enorme, constante, perseverante, siempre intenso e insomne. El sentido principal y supremo de este trabajo residia en que se ejecutaba por exigencia del Partido y en nombre de sus intereses. La recompensa principal y suprema consistia unicamente en una cosa: la confianza del Partido.
Sus decisiones en cualquier circunstancia, bien se tratara del destino de un nino recluido en un orfanato, de la reorganizacion de la catedra de biologia, del desalojo del local de la biblioteca, o de una cooperativa que producia articulos de plastico, debian estar impregnadas del espiritu y los intereses del Partido. De espiritu del Partido debia estar impregnada la actitud del dirigente en relacion con cualquier asunto, libro, cuadro, y por ello, por duro que pudiera ser, debia renunciar sin reservas a sus costumbres, a su libro favorito, si los intereses del Partido chocaban con sus gustos personales. Pero Guetmanov sabia que existia un grado superior de espiritu de Partido: un verdadero lider de Partido no tiene ni gustos ni propensiones susceptibles de entrar en contradiccion con el espiritu del Partido; amaba o apreciaba algo en la medida que expresaba el espiritu de Partido.
A veces los sacrificios que hacia Guetmanov en nombre del espiritu de Partido eran crueles y severos. Ahora ya no habia ni paisanos, ni profesores a los que desde la juventud se les debia tanto; ahora no debia tener en cuenta ni el amor ni la compasion. Palabras como «dar la espalda», «apoyar», «arruinar», «traicionar» no debian desasosegarle… El espiritu de Partido se manifiesta cuando el sacrificio, un buen dia, no es ni siquiera necesario, y no lo es porque los sentimientos personales como el amor, la amistad, la solidaridad, no pueden sobrevivir naturalmente si estan en contraposicion con el espiritu de Partido.
El trabajo de los hombres que gozan de la confianza del Partido pasa desapercibido. Pero es un trabajo inmenso, exige consumir generosamente cuerpo y alma, sin reservas. La fuerza del dirigente del Partido no requiere el talento del cientifico, el don del escritor. Esta por encima de cualquier talento o don. La palabra dirigente y decisiva de Guetmanov era escuchada con avidez por cientos de personas que poseian el don de la investigacion, del canto, de la escritura de libros, aunque Guetmanov no solo fuera incapaz de cantar, tocar el piano o dirigir una obra teatral, sino que tampoco era capaz de apreciar con gusto y comprender con profundidad las obras de la ciencia, la poesia, la musica, la pintura… La fuerza de su palabra decisiva consistia en que el Partido le habia confiado sus intereses en el campo del arte y la cultura.
Y la suma de poderes que ostentaba como secretario de la organizacion del Partido de toda una oblast [21] dificilmente habria podido tenerla un tribuno, un pensador.
A Guetmanov le parecia que la esencia mas profunda del concepto «confianza del Partido» se encarnaba en los pensamientos, opiniones y sentimientos de Stalin. En la confianza que el transmitia a los companeros de armas, comisarios del pueblo, mariscales, residia precisamente la esencia de la linea del Partido.
Los invitados hablaban sobre todo de la nueva destinacion asignada a Guetmanov. Comprendian perfectamente que Guetmanov podria haber optado a una destinacion mas importante; no era raro que los hombres de su posicion, cuando recibian misiones belicas, se convirtieran en miembros de los Consejos Militares y a veces incluso de los Consejos de los frentes.
Tras recibir su nombramiento para el cuerpo del ejercito, Guetmanov se sintio inquieto y desilusionado; se informo, sin embargo, por medio de un amigo, miembro del Buro de organizacion del Comite Central, de si la cupula estaba descontenta con el. Pero, por lo visto, no habia nada de lo que alarmarse.
Entonces Guetmanov, buscando consuelo, empezo a encontrar aspectos positivos de su nombramiento porque, en realidad, el destino de la guerra estaba en manos del cuerpo de tanques; de este se esperaba la intervencion decisiva. No se envia a cualquiera al cuerpo de tanques; es mas facil que un miembro del Consejo Militar sea enviado a un regimiento insignificante en una zona de segunda fila. Con esta eleccion el Partido le expresaba su confianza. Sin embargo, se sentia disgustado; despues de ponerse el uniforme y mirarse al espejo, le habria gustado mucho pronunciar las palabras: «Miembro del Consejo Militar, comisario de brigada Guetmanov».
Por alguna razon el comandante del cuerpo de ejercito, el coronel Novikov, le provocaba la maxima irritacion. Si bien nunca lo habia visto, todo lo que sabia y de lo que se enteraba de el le resultaba desagradable.
Los amigos que se sentaban alrededor de el en la mesa comprendian su estado de animo y todo lo que le decian a proposito de su reciente nombramiento trataba de ser agradable.
Sagaidak dijo que lo mas probable era que enviaran el cuerpo del ejercito a Stalingrado; que el camarada Stalin conocia al comandante del frente, el general Yeremenko, desde la epoca de la guerra civil, incluso antes del primer Ejercito de Caballeria, y que a menudo hablaba con el por telefono, y cuando el general estaba de paso por Moscu, el camarada Stalin lo recibia. Recientemente, Yeremenko habia estado en la dacha del camarada Stalin, a las afueras de Moscu, y mantuvieron una conversacion que duro dos horas. Era bueno combatir bajo el mando de un hombre que gozaba de tanta confianza por parte del camarada Stalin.
Continuaron diciendo que Nikita Sergueyevich [22] se acordaba de Guetmanov por el trabajo que habia desarrollado en Ucrania y que la mayor suerte para el seria ser enviado al frente donde Nikita Sergueyevich era miembro del Consejo Militar.
– No es casualidad -dijo Nikolai Terentievich- que el camarada Stalin haya enviado a Stalingrado a Nikita