Sergueyevich. Es el frente decisivo, ?a quien iba a enviar si no?
– ?Y es casualidad que el camarada Stalin envie a mi Dementi Trifonovich al cuerpo de tanques? -pregunto Galina Terentievna con tono desafiante.
– Si, bueno -replico con sencillez Guetmanov-, para mi ser destinado a un cuerpo de blindados es como para un primer secretario de un obkom ser nombrado secretario de un raikom [23]. No es para dar saltos de alegria.
– No… no… -insistio Sagaidak, con semblante serio-. Este nombramiento expresa la confianza que el Partido tiene depositada en ti. raikom si, pero no uno cualquiera, no un raikom rural, sino de Magnitogorsk, de Dnieprodzerzhinsk. Cuerpo del ejercito si, pero no uno cualquiera, sino el de tanques.
Maschuk, por su parte, senalo que el comandante del cuerpo donde Guetmanov habia sido destinado como comisario habia sido nombrado hacia poco, y que nunca antes habia estado al frente de una unidad de semejante relevancia. Esto se lo habia dicho un oficial de la seccion especial del frente, que recientemente habia estado en Ufa.
– Tambien me dijo… -continuo Maschuk y, despues de una breve pausa, anadio-: Pero ?para que seguir hablandole de esto, Dementi Trifonovich? Usted debe de saber mas sobre el que el de si mismo.
Guetmanov entorno los ojos, ya de por si estrechos, penetrantes, inteligentes, hasta convertirlos en una fina rendija; aleteo la nariz carnosa y dijo:
– Bueno, ya basta.
Maschuk esbozo una sonrisa apenas perceptible, pero aun asi todos los presentes la advirtieron. Era extrano, asombroso…, aunque Maschuk tenia parentesco con los Guetmanov por partida doble y durante las reuniones familiares se comportaba como un hombre modesto, amable, amante de las bromas, los Guetmanov, no obstante, sentian cierta tension al escuchar aquella voz suave y engatusadora, al mirar aquellos ojos oscuros y tranquilos, aquella cara palida y alargada. Al propio Guetmanov no le extranaba esta sensacion, comprendia la fuerza que habia detras de Maschuk: este sabia cosas que el a veces todavia ignoraba.
– ?Y que clase de hombre es? -pregunto Sagaidak. Guetmanov respondio con condescendencia:
– Es uno de esos que han sido promocionados durante la guerra, y que antes no se habia destacado por nada en especial.
– ?No formaba parte de la nomenklatura? -insinuo sonriendo el hermano de la anfitriona.
– ?La nomenklatura? ?Que va! -dijo Guetmanov haciendo un gesto con la mano-. Pero es un hombre util, un buen tanquista, segun dicen. Y su jefe de Estado Mayor es el general Neudobnov. Lo conoci en el XVIII Congreso del Partido. Es un hombre sensato.
Maschuk insistio:
– ?Neudobnov? ?Illarion Innokentievich? Como no. Comence a trabajar con el, despues el destino nos separo. Antes de la guerra me lo encontre en la sala de recepcion de Lavrenti Pavlovich [24].
– El destino os separo… -repitio sonriendo Sagaidak-. Enfocalo dialecticamente: busca la identidad y la unidad, y no la contradiccion.
Maschuk replico:
– En tiempo de guerra todo se trastoca. Un coronel cualquiera asciende a comandante de un cuerpo de ejercito, ?y Neudobnov se convierte en su subordinado!
– No tenia experiencia militar. Conviene tenerlo en cuenta -observo Guetmanov.
Maschuk no salia de su asombro:
– ?Bromeas? ?Neudobnov! Hubo un tiempo en que una palabra suya era determinante. Forma parte de la vieja guardia, es miembro del Partido desde antes de la Revolucion. ?Tiene una enorme experiencia militar y de trabajo al servicio del Estado! Durante un tiempo su nombre sono como posible miembro del Soviet Supremo.
Los otros invitados asintieron.
Resultaba comodo compadecer a Neudobnov para poder consolar a Guetmanov.
– Si, la guerra lo ha enmaranado todo; ojala acabe pronto -dijo el hermano de la anfitriona.
Guetmanov levanto la mano con los dedos abiertos en direccion a Sagaidak y dijo:
– ?Conoce usted a Krimov, un moscovita que dio una ponencia en Kiev sobre la situacion internacional para el grupo de conferenciantes del Comite Central?
– ?Fue poco antes de la guerra? ?Aquel desviacionista que trabajaba en el Komintern?
– Si, el mismo. Pues, mi comandante tiene intencion de casarse con su ex mujer.
Quien sabe por que, la noticia divirtio a todos, aunque ninguno de los presentes conocia a la ex mujer de Krimov ni al comandante con quien ella pensaba casarse.
– Si, no en vano nuestro amigo Guetmanov comenzo con nosotros, en los organos de seguridad. De hecho ya esta al corriente del futuro matrimonio -dijo Maschuk.
– No tiene un pelo de tonto, digamoslo claro -dijo Nikolai Terentievich.
– Como no… Al Alto Mando no le gustan los papanatas.
– Si, nuestro Guetmanov no es un papanatas -corroboro Sagaidak.
Maschuk dijo en un tono serio y prosaico, como si se encontrara en su despacho:
– Si, recuerdo a este Krimov de su visita a Kiev, un tipo algo turbio. Durante anos ha estado relacionado con toda clase de trotskistas y derechistas. Y si lo miraramos con lupa, lo mas seguro es que…
Hablaba de manera sencilla, sin rebozo, lo hacia con tanta naturalidad como lo habria hecho el director de una fabrica de generos de punto o el profesor de una escuela tecnica. Pero todos comprendian que esta sencillez y libertad solo eran aparentes; Maschuk sabia mejor que nadie de que se podia hablar y de que no se debia hablar. Guetmanov, al que le gustaba dejar perplejo a sus interlocutores con su audacia, sencillez y sinceridad, era consciente de la profundidad oculta bajo la superficie de una conversacion viva y animada.
Sagaidak, que por norma se mostraba mas pensativo, preocupado y reconcentrado que el resto de los invitados, no queria que decayera la atmosfera de ligereza y explico despreocupadamente a Guetmanov:
– La mujer lo ha abandonado porque es un hombre poco de fiar.
– Si fuera por ese motivo estaria bien -sentencio Guetmanov-. Pero tengo la impresion de que es mi comandante el que quiere casarse con una mujer no del todo de fiar.
– Bueno, dejalo -dijo Galina Terentievna-. Mira que preocuparse por eso… Lo principal es que se amen.
– Cierto, el amor es importante; eso todo el mundo lo sabe y lo comprende -dijo Guetmanov-. Pero ademas hay otras cosas que algunos sovieticos olvidan.
– Es cierto -confirmo Maschuk-, y no debemos olvidarnos.
– Y despues algunos se asombran porque el Comite Central no ha ratificado un nuevo nombramiento, por que este y por que aquel. Pero ?que han hecho para merecer la confianza del Partido?
De repente, Galina Terentievna dijo sorprendida, con voz cantarina:
– Me parece extrana la conversacion que estais manteniendo, como si no hubiera guerra, y los unicos problemas fueran con quien se va a casar un comandante y quien es el ex marido de su futura mujer. Pero ?contra quien vais a combatir, Dima?
Miraba con aire de burla a los hombres y sus bellos ojos castanos guardaban cierto parecido con los pequenos ojos del marido, tal vez porque tenian la misma intensidad penetrante.
– ?Y donde puede olvidarse uno de la guerra? Nuestros hijos y hermanos parten de todos lados hacia la guerra, desde la cabana del ultimo koljos hasta el Kremlin. Esta guerra es grande y patriotica.
– El camarada Stalin tiene en la guerra a su hijo Vasili, piloto de cazas; el hijo del camarada Mikoyan combate en la aviacion; y he oido que tambien Lavrenti Pavlovich tiene a su hijo en el frente, en no se que ejercito. Luego Timur Frunze, el teniente, parece que en infanteria… Despues tambien, ?como se llama…?, Dolores Ibarruri, su hijo cayo en Stalingrado.
– El camarada Stalin tiene a dos hijos en el frente -corrigio el hermano de la anfitriona-. El segundo, Yakov, esta al mando de una bateria de artilleria. Para ser mas exactos, el es el primogenito, Vaska [25] bis es el menor y Yakov el mayor. Un muchacho desventurado: ha caido prisionero.
Se callo al darse cuenta de que habia tocado un tema del que, segun la opinion de los viejos camaradas, no habia que hablar.
Nikolai Terentievich quiso romper el silencio y dijo en tono despreocupado y alegre:
– A proposito, los alemanes lanzan falsas octavillas como si Yakov Stalin les proporcionara informacion de