Se estomago se removio otra vez y se balanceo sobre el retrete.

– Pensaba que solo eras cruel. -Dijo Bella detras de el. – No sabia que en realidad te hice enfermar.

Joder. No habia cerrado la puerta.

Nunca se habria imaginado que ella regresaria.

Bella se abrazo a si misma. De todas las cosas que podia haberse inventado, esta superaba la ficcion. Zsadist tumbado y medio desnudo sobre el retrete con su jersey alrededor de su mano, los movimientos ascendentes y descendentes que hacian que se tensara.

Mientras el maldecia, ella miro fijamente su cuerpo. Querido Senor, su espalda. La amplia extension estaba surcada por cicatrices, evidenciando un pasado de azotes, que de algun modo no se habian curado con suavidad. Aunque como habia pasado no lo podia adivinar.

– ?Por que estas otra vez en mi habitacion? -Le pregunto el, la voz resonando alrededor del borde porcelana.

– Yo, ah, queria gritarte.

– ?Te importa si primero termino y me levanto? – El agua salio y gorgoteo mientras se lavaba.

– ?Estas bien?

– Si, esto solo es parte de la diversion.

Ella entro en el cuarto de bano y tuvo la impresion que era muy limpio, muy blanco y totalmente impersonal.

En un abrir y cerrar de ojos, Zsadist estaba de pie mirando hacia ella.

Ella se trago un jadeo.

Aunque claramente poderoso, sus musculos destacaban descarnadamente, las estriadas fibras individuales y visibles. Para ser un guerrero, para cualquier hombre, era delgado, demasiado delgado. Sinceramente estaba cerca de cerca de morir de hambre. Tenia cicatrices delante, aunque solo en dos lugares; sobre su pectoral izquierdo y sobre su hombro derecho. Tenia ambos pezones perforados, pequenos aros de plata con pequenas esferas colgando de ellos captando la luz mientras el respiraba.

Pero nada de eso fue lo que la dejo estupefacta. Las gruesas marcas negras tatuadas en su cuello y munecas eran horribles.

– ?Por que llevas las marcas de un esclavo de sangre? -Susurro ella.

– Haz cuentas.

– Pero que es…

– ?Supones que no le puede pasar a alguien como yo?

– Bien, si. Eres un guerrero. Un noble.

– El destino es una perra cruel.

Su corazon se abrio de par en par para el y todo lo que habia pensado sobre el cambio. Era mas que una emocion, pero un hombre que ella queria aliviar. Reconfortar. Con un impulso, dio una paso hacia el.

Sus oscuros ojos se estrecharon. -Realmente no quieres acercarte, mujer. Sobre todo no ahora.

Ella no le escucho. Cuando ya no hubo distancia entre ellos, el echo marcha atras hasta que quedo atrapado en la esquina entre la ducha de cristal y la pared.

– ?Que diablos estas haciendo?

Ella no le contesto, por que no estaba segura.

– Retrocede. -Chasqueo el. Abrio la boca, alargando sus colmillos al tamano de los de un tigre.

Esto la hizo hacer una pausa. -Pero tal vez puedo…

– ?Salvarme o alguna mierda? Oh, de acuerdo. Es tu fantasia, esta es la parte donde, se supone, me atraviesan tus ojos. Entregando a mi bestia a los brazos de una virgen.

– No soy una virgen.

– Bien, mejor para ti.

Ella extendio su mano, queriendo ponerla sobre su pecho. Directamente sobre su corazon.

El se aparto de ella, apretandose contra el marmol. Cuando el sudor estallo por todo su cuerpo, estiro el cuello distanciandose y su cara tensa se estremecio. Su pecho moviendose arriba y abajo, haciendo brillar intermitentemente los anillos de los pezones.

Su voz atenuada hasta que no fue apenas un sonido. -No me toques. No puedo…no puedo soportar ser tocado ?vale? Duele.

Bella se detuvo.

– ?Por que? – Dijo ella suavemente. -Por que te…

– Joder sal de aqui, por favor.- Apenas podia pronunciar las palabras. -Estoy a punto de destruir algo. Y no quiero que seas tu.

– No me haras dano.

El cerro los ojos. -Maldita seas. ?Que pasa con los tipos refinados? ?Has sido criada para torturar a la gente?

– Buen Senor, no. Solo quiero ayudarte.

– Mentirosa.- Le escupio el, se le abrieron de pronto los ojos. -Eres una mentirosa. No quieres ayudarme, quieres empujar una serpiente de cascabel con un palo para ver lo que hace.

– Eso no es verdad. Al menos…no ahora.

Su mirada fue como el hielo, desalmada. Y su voz perdio toda entonacion. -?Me quieres? Bien. Joder, puedes tenerme.

Zsadist se lanzo sobre ella. La echo al suelo, colocandola sobre su estomago y arrastrando sus manos hacia su espalda. El marmol estaba frio contra su cara cuando estando de rodillas le separo las piernas. Escucho el sonido de algo que se rasgaba. Su tanga.

Ella se entumecio. Sus ideas no podian seguir el paso de sus acciones y menos podian sus emociones. Pero su cuerpo sabia lo que queria. Enfadado o no, ella lo acogeria.

El peso de el la abandono brevemente y ella escucho el sonido de una cremallera. Entonces el estuvo sobre ella sin que hubiera nada entre su enorme ereccion y su centro. Pero el no empujo. Solo jadeo mientras se congelaba en el sitio, su aliento ruidosamente rapido en su oido… ?Sollozaba?

Su cabeza cayo sobre su nuca. Entonces el se aparto, cubriendola mientras abandonaba su cuerpo. Colocandose sobre su espalda, el puso sus brazos sobre su cara.

– Oh, Dios. -Gimio el. -…Bella.

Ella quiso tenderle la mano, pero estaba tan tenso que no se atrevio. Con dificultad ella se puso de pie y aparto la mirada de el. Los pantalones de Zsadist estaban sobre sus muslos, su sexo ya no estaba erecto.

Jesus, su cuerpo estaba en malas condiciones. Su estomago hueco. Los huesos de su cadera Saliendosele de la piel. Era verdad que debia beber solo de las humanas, penso ella. Y no comia nada en absoluto.

Ella se concentro en las bandas de tatuajes que recubrian sus muecas y su cuello. Y en las cicatrices.

Destrozado. No roto.

Aunque ella se avergonzaba de admitir esto ahora, la oscuridad habia sido la parte mas grande de su encanto. Era tal anomalia, un contraste para lo que conocia de la vida. Esto lo hacia mucho mas peligroso. Excitante. Atractivo. Pero eso habia sido una fantasia. Esto era la realidad.

El sufria. Y no habia nada de atractivo o emocionante en ello.

Ella cogio una toalla, se acerco a el, poniendola con cuidado sobre la carne expuesta. El salto y la aferro fuertemente contra el. Cuando elevo la vista hacia ella, el blanco de sus ojos estaba inyectado en sangre, pero no lloraba. Tal vez ella habia estado confundida sobre los sollozos.

– Por favor…dejame.- Dijo el.

– Deseo…

– Ve. Ahora. No deseos, no esperanzas. No nada. Solo dejame. Y nunca te acerques a mi otra vez. Juralo. Juralo.

– Yo…yo lo prometo.

Bella se dio prisa en salir de su dormitorio. Cuando ella estuvo en el pasillo lo bastante lejos, se paro y peinandose con los dedos, intentando alisarlo. Podia sentir su tanga alrededor de la cintura y la dejo alli. No tenia ningun lugar donde dejarla si se la quitaba.

Escaleras abajo al fiesta todavia estaba en plena actividad, pero ella se sintio fuera de lugar, agotada. Se acerco a Mary, se dijeron adios y busco por los alrededores algun doggen para que la llevara a casa.

Вы читаете Amante Eterno
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату