– ?Hijo? ?Que pasa? -Ni iria a ver ningun terapeuta. Trauma del pasado
John saco su block y escribio:
–
– ?Seguro? -Asintio con la cabeza y miro a Tohr para que el hombre pensase que no mentia. Mientras tanto, se marchitaba en su propia piel. ?Que pensaria Tohr si supiera lo que habia sucedido? Los verdaderos hombres no permitian que les hicieran eso sin importar que clase de arma tenian contra sus gargantas.
John escribio:
–
Tohr fruncio el ceno.
– Ah… eso no es muy inteligente hijo. Necesitas un guardia.
La voz de Tohr se volvio muy baja.
– OK. Eso es… ah, eso esta muy bien. Quizas Butch pueda llevarte.
John cerro los ojos y exhalo. Quienquiera que fuera este Butch le serviria.
Tohr arranco el coche.
– Como quieras, John.
John. No hijo.
Mientras salian, todo lo que el podia pensar era, querido Dios, no dejes que Tohr lo descubra nunca, por favor.
CAPITULO 13
Mientras Bella colgaba el telefono, le rondo el pensamiento de que lo que estaba ocurriendo en el interior de su pecho era tan explosivo, que iba a hacerse anicos en cualquier momento. No habia manera de que sus quebradizos huesos y su fragil piel soportaran el tipo de emocion que estaba sintiendo.
Con desesperacion miro alrededor de la habitacion, viendo los indefinidos y borrosos perfiles de pinturas al oleo, muebles antiguos y lamparas hechas de jarrones orientales y… a Phury mirandola desde una tumbona.
Se recordo a si misma, que al igual que su madre, era una dama. Asi que al menos debia fingir que tenia algun autocontrol. Se aclaro la garganta.
– Gracias por quedarte aqui mientras llamaba a mi familia.
– De nada.
– Mi madre estaba… muy aliviada de oir mi voz.
– Puedo imaginarmelo.
Bueno, al menos su madre habia dicho palabras de alivio. Su afecto habia sido tan suave y calmado como siempre. Dios… la hembra era casi como un estanque de agua sin gas, imperterrita ante los acontecimientos terrenales por mas crueles que fueran. Y todo por su devocion a la Virgen Escribana. Para mahmen, todo ocurria por una razon… incluso nada le parecia verdaderamente importante.
– Mi madre… estaba muy aliviada. Ella… – Bella se detuvo.
Habia dicho ya esas mismas palabras, ?verdad?
– Mahmen estaba… realmente estaba… estaba aliviada.
Pero habria ayudado si al menos se hubiera sofocado. O hubiera mostrado algo que no fuera la beatifica aceptacion de la espiritualidad ilustrada. Por Dios, la hembra habia enterrado a su hija y habia sido testigo de su resurreccion. Cabria pensar que mostrase algun tipo de reaccion emocional. En cambio, fue como si hubieran hablado justo ayer, y nada de las pasadas seis semanas hubiera pasado.
Bella volvio a mirar hacia el telefono. Se abrazo por el estomago.
Sin ninguna advertencia de lo que iba a ocurrir, se desmorono. Los sollozos salieron de ella como estornudos: rapidos, duros, sacudiendola con su ferocidad.
La cama se inclino y unos fuertes brazos la rodearon. Ella lucho contra la atraccion, pensando que un guerrero no querria tratar con tal sucia debilidad.
– Perdoname…
– Esta bien, Bella. Apoyate en mi.
Cuando finalmente se calmo se sintio mas ligera, pero no era agradable. Las furiosas emociones la habian llenado, le habian dado curvas y peso. Ahora, que su piel no era mas que un cedazo, estaba filtrandose, convirtiendose en aire… convirtiendose en nada.
Queria desaparecer.
Inhalo y se separo del abrazo de Phury. Parpadeando rapidamente, intento enfocar la mirada, pero el aturdimiento producido por el l unguento persistia. Dios, ?que le habia hecho aquel
Ella levanto los parpados.
– ?Que me hizo?
Phury solo sacudio la cabeza.
– ?Fue tan malo?
– Se acabo. Estas a salvo. Eso es todo lo que importa.
No siento nada de eso sobre mi, penso ella.
Pero entonces Phury sonrio, su mirada amarilla increiblemente tierna, un balsamo que la tranquilizo.
– ?Seria mas facil si estuvieras en tu casa? Porque si quieres, encontraremos una manera de llevarte, incluso aunque el amanecer esta muy proximo.
Bella recordo a su madre y no pudo imaginarse en la misma casa que esa hembra. No precisamente ahora. Y yendo mas al grano, estaba Rehvenge. Si su hermano la veia con cualquier clase de herida, iba a volverse loco, y lo ultimo que ella necesitaba era que se pusiese en pie de guerra contra los
– No, no quiero irme a casa. No hasta que este completamente curada. Y estoy muy cansada…-Su voz se fue debilitando mientras miraba las almohadas.
Tras un momento Phury se levanto.
– Estoy en la puerta de al lado si me necesitas.
– ?Quieres que te devuelva el abrigo?
– Oh, si… dejame ver si hay una bata ahi. -El desaparecio en un armario y volvio con una bata de raso negro colgando de su brazo-. Fritz abastece esta habitacion de invitados para hombres, asi que probablemente sea demasiado grande.
Ella cogio la bata y el se volvio. Cuando encogio los hombros para quitarse el pesado abrigo de piel el aire la enfrio, asi que se envolvio rapidamente en la bata.
– Esta bien -le dijo ella, agradecida por su discrecion.
Cuando Phury se volvio hacia ella, le puso el abrigo en las manos.
– Siempre estoy dandote las gracias, ?no? -murmuro ella.
El la miro durante un largo rato. Entonces lentamente levanto su abrigo hasta la cara y aspiro profundamente.
– Eres… -Su voz decayo. Dejo resbalar el cuero a un lado y una curiosa expresion aparecio en su rostro.
Realmente, no, eso no era una expresion. Era una mascara. El se habia escondido.
– ?Phury?
– Estoy contento de que estes con nosotros. Intenta dormir algo. Y, si puedes, come lo que te he traido. -La puerta se cerro tras el sin hacer ningun ruido.