habitacion que se le habia asignado. Con una rapida mirada, comprobo el pasillo a ambos lados. Sin testigos. Bien. Cerrando la puerta silenciosamente, se deslizo sobre la alfombra persa, sin hacer ruido. Cuando llego al inicio de la gran escalera se detuvo, intentando recordar que camino tomar.

El corredor con estatuas, penso, recordando otra excursion por aquel largo pasillo hacia muchas, muchas semanas.

Camino deprisa para despues echar a correr, asiendo las solapas de la bata y manteniendo los bordes cerrados a la altura de los muslos. Paso de largo estatuas y puertas, hasta que llego al final y se detuvo enfrente del ultimo par. No se preocupo de recomponerse, porque lo suyo no tenia arreglo. Perdida, desmotivada, en peligro de desintegracion-ahi no habia nada que recomponer. Llamo a la puerta con fuerza.

A traves de esta escucho:

– Jodete. Estoy roto.

Giro el pomo y empujo. La luz proveniente del pasillo entro inesperadamente, iluminando una porcion de oscuridad. Cuando el resplandor alcanzo a Zsadist, este se incorporo en un jergon de mantas en el rincon mas lejano. Estaba desnudo, los musculos flexionados marcandosele bajo la piel, los aros de sus pezones brillaron plateados. La cara, con aquella cicatriz, era un anuncio de la categoria de tipos duros.

– He dicho, joder… ?Bella? -Se cubrio la cara con las manos-. Jesucristo. ?Que estas haciendo?

Buena pregunta, penso ella mientras su valor disminuia.

– ?Puedo… puedo quedarme aqui contigo?

El fruncio el ceno.

– ?Que estas… No, no puedes.

Recogio algo del suelo y lo sostuvo frente a sus muslos mientras se levantaba. Sin disculparse por mirarlo fijamente, ella se emborracho con su vision: las bandas de esclavo tatuadas sobre las munecas y el cuello, el aro en su oreja izquierda, los ojos de obsidiana, el pelo rapado. Su cuerpo era tan absolutamente enjuto como recordaba, todo musculos estriados con venas marcadas y puros huesos. El poder crudo emanaba de el como una esencia.

– Bella, largate de aqui, ?okay? Este no es sitio para ti.

Ella ignoro la orden de sus ojos y su voz porque, aunque su valor habia desaparecido, la desesperacion le daba la fuerza que necesitaba.

Ahora la voz no le iba a temblar.

– Cuando me metieron en el coche, tu ibas al volante ?no es cierto? -El no respondio, pero tampoco necesitaba que lo hiciera-. Si, ibas, eras tu. Me hablaste. Fuiste el unico que fue a buscarme, ?Verdad?

El se sonrojo.

– La Hermandad te rescato.

– Pero tu condujiste para sacarme de alli. Y me trajiste aqui primero. A tu habitacion. -Ella miro la lujosa cama. Los cobertores estaban echados hacia atras, la almohada hundida en el lugar donde habia reposado su cabeza-. Dejame quedarme.

– Mira, necesitas estar a salvo…

– Estoy a salvo contigo. Tu me salvaste. No permitas que ese lesser me tenga de nuevo.

– Nadie puede tocarte aqui. Este lugar esta alambrado como el jardin del Pentagono.

– Por favor…

– No -estallo el-. Ahora sal de una vez de aqui.

Ella empezo a temblar.

– No puedo estar sola. Por favor dejame quedarme contigo. Necesito… -Lo necesitaba a el especialmente, pero no creia que el se lo tomara muy bien-. Necesito estar con alguien.

– Entonces Phury se aproxima mas a lo que estas buscando.

– No, el no. -Ella queria al hombre que tenia enfrente. Pese a toda su crueldad, confiaba en el por instinto.

Zsadist se paso la mano por la cabeza unas cuantas veces. Entonces su pecho se ensancho.

– No me eches -susurro.

Cuando el maldijo, ella suspiro con alivio, imaginandose que era lo mas cercano a un si que iba a conseguir.

– Tengo que ponerme algo encima -murmuro el.

Bella dio un paso para entrar y cerro la puerta, bajando la mirada solo un momento. Cuando la levanto de nuevo, el se habia girado y se estaba subiendo por los muslos un par de calzoncillos negros de nylon.

La espalda, con los rastros de cicatrices, flexionada mientras se inclinaba. Observando el despiadado mapa, le golpeo la necesidad de saber exactamente por lo que habia pasado. Todo ello. Todos y cada uno de los latigazos. Habia oido rumores sobre ello; pero queria su version.

Habia sobrevivido a lo que le habian hecho. Quizas ella tambien pudiera.

El se giro.

– ?Has comido?

– Si, Phury me trajo comida.

Una expresion fugaz le cruzo la cara, pero fue tan rapida que no pudo leerla.

– ?Te duele algo?

– No particularmente.

El se acerco a la cama y ahueco las almohadas. Entonces permanecio de pie a un lado, mirando al suelo.

– Metete.

Mientras se acercaba, deseo rodearlo con sus brazos, y el se tenso, como si pudiera leerle la mente. Dios, sabia que no le gustaba que lo tocaran, lo habia aprendido de la peor manera. Pero de todas formas queria acercarsele.

Por favor, mirame, penso.

Cuando estaba apunto de pedirselo noto que llevaba algo alrededor del cuello.

– Mi collar -susurro-. Llevas mi collar.

Alargo la mano, pero el se echo atras. Con un movimiento rapido se quito la fragil cadena de oro con sus pequenos diamantes y lo deposito en su mano.

– Aqui tienes. Te lo devuelvo.

Ella bajo la mirada. Diamantes por la Yarda. De Tiffany. Los habia llevado durante anos… su joya favorita. Habia sido una parte de ella, siempre se sentia desnuda sin el puesto. Ahora los fragiles eslabones le parecian totalmente ajenos a ella.

Estaba calido, penso, tocando un diamante. Calentado por su piel.

– Quiero que te lo quedes -barboto ella.

– No.

– Pero…

– Basta de charla. Metete en la cama o sal de aqui.

Guardo el collar en el bolsillo de la bata y lo miro. Sus ojos estaban fijos en el suelo, y cuando respiraba los aros de sus pezones capturaban la luz.

Mirame, penso ella.

Como no lo hizo, se metio en la cama. Cuando el se inclino se movio para dejarle sitio, pero todo lo que hizo fue taparla y entonces se volvio al rincon, al jergon en el suelo.

Bella miro al techo durante unos pocos minutos. Entonces agarro una almohada, salio de la cama y se fue tras el.

– ?Que estas haciendo? -su voz se elevo. Alarmada.

Solto la almohada y se acosto, echandose en el suelo tras su gran cuerpo. Su aroma era ahora mucho mas fuerte, oliendo a hojas y destilando poder masculino. Buscando su calor, se acerco poco a poco hasta que apoyo la frente en la parte de atras de su brazo. Era tan solido, como un muro de piedra, pero era calido, y el cuerpo de ella se relajo. Cerca de el era capaz de sentir el peso de sus huesos, el duro suelo bajo ella, las corrientes de la habitacion que traian el calor. A traves de su presencia, se conecto de nuevo al mundo que la rodeaba.

Mas. Mas cerca.

Se movio hasta quedar pegada a su lado, desde el pecho hasta los talones.

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