– Si, a mi tampoco me va mucho esa mierda emotiva… ?Ouch! Wellsie, ?que demonios pasa?
Hubo una rapida conversacion en el Lenguaje Antiguo.
– De cualquier forma -dijo Tohr al telefono-. Mandame un mensaje de texto cuando acabes, ?okay?
John silbo dos veces, colgo, y puso el plato y el tenedor en el fregadero.
Terapia… entrenamiento… Ninguna de las dos era algo por lo que esperar, pero todas estas cosas eran lo mismo, iba a tomar cualquier ventaja sobre Lash cualquier dia. Demonios, por lo menos la cita con el medico no duraria mas de 60 minutos. Lash habia tenido que tratar con el durante horas.
En la salida cogio su chaqueta y el bloc de notas. Cuando abrio la puerta el gran humano estaba de pie delante de el mirando hacia abajo y sonriendole.
– Hola, tio. Soy Butch. Butch O'Neal. Tu taxi.
Y los zapatos…
Lo curioso era que no era guapo, no del tipo Don Perfecto, al menos. El tipo tenia una nariz que habia sido claramente rota dos o tres veces, y los ojos color avellana eran demasiado sagaces y agotados para ser considerados atractivos. Pero era como un arma cargada: tenia una inteligencia aguda y le rodeaba un poder peligroso que respetabas. Porque la combinacion era de un rotundo asesino, literalmente.
– ?John? ?Estamos bien?
John silbo y saco la mano. Ellos se saludaron y Butch sonrio de nuevo.
– Asi que ?estas listo para ir? -pregunto el hombre un poco mas gentilmente. Como se le habia dicho, John tenia que volver a ver a Havers para “hablar con alguien”.
Mientras John cerraba la puerta, se imagino que los tipos de la clase de entrenamiento se enteraban y quiso vomitar.
El y Butch caminaron hacia el Escalade negro con ventanas tintadas y algo realmente cromado (
Arrancaron y Butch encendio el estereo, Mystikal sono a traves del coche. Mientras John miraba por las ventanillas, las nubes de tormenta y la luz melocoton que estaba manando del cielo, deseo realmente que estuvieran yendo a cualquier otro sitio. Bueno, excepto a clase.
– Asi que John -dijo Butch-, no voy a fingir. Se por que estas yendo a la clinica, y quiero decirte que yo tuve que ir al psiquiatra tambien.
Cuando John lo miro con sorpresa, el hombre asintio.
– Si, cuando yo estaba en la policia. Fui detective de homicidios durante 10 anos, y en homicidios ves algunas preciosas cosas que te horrorizan. Siempre habia algun tipo profundamente sincero, con gafas de abuela y un divan, incordiandome para que hablara. Lo odiaba.
John respiro hondo, curiosamente tranquilizado porque al tipo no le habia gustado mucho mas la experiencia de lo que le estaba gustando a el.
– Pero lo divertido fue… -Butch hizo el stop y puso las intermitentes. Un segundo despues se lanzaron al trafico-. Lo divertido fue… que creo que me ayudo. No cuando yo estaba sentado enfrente del Dr. Earnest
John inclino la cabeza hacia un lado.
– ?Que vi? -murmuro Butch. El hombre permanecio en silencio durante un largo rato. No fue hasta que giraron hacia otro vecindario muy lujoso que contesto-. Nada especial, hijo. Nada especial.
Butch giro hacia una entrada, se paro en un par de puertas y bajo la ventanilla. Despues de que el pulsara el intercomunicador y dijera su nombre, se les permitio pasar.
Cuando aparco el Escalade detras de una mansion estucada del tamano de un instituto, John abrio su puerta. Cuando encontro a Butch al otro lado del todoterreno, se dio cuenta de que habia sacado una pistola: Tenia la cosa en la mano y la sostenia contra el muslo, casi no se notaba.
John habia visto este truco antes. Phury se habia armado de forma parecida cuando fueron los dos a la clinica hacia un par de noches. ?No estaban los Hermanos seguros ahi?
John miro alrededor. Todo parecia realmente normal, para una propiedad de lujo.
Quizas los Hermanos no estaban seguros en ningun lugar.
Butch tomo a John del brazo y camino rapidamente hacia la puerta de hierro macizo, escudrinando todo el tiempo los diez coches aparcados detras de la casa, los robles de la periferia, los otros dos coches aparcados en lo que parecia la entrada de la cocina. John corrio para mantenerse a su ritmo.
Cuando llegaron a la puerta de atras Butch le mostro la cara a una camara, y los paneles de hierro enfrente de ellos hicieron pequeno chasquido y se deslizaron hacia atras. Cuando entraron en un vestibulo, las puertas se cerraron tras ellos, y un montacargas se abrio. Lo cogieron para bajar un nivel y salieron.
Enfrente de ellos estaba una enfermera que John reconocio de antes. Cuando ella sonrio y les dio la enhorabuena, Butch guardo la pistola en la funda bajo su brazo izquierdo.
La enfermera senalo con una mano hacia el pasillo.
– Petrilla esta esperando.
Apretando su cuaderno, John respiro hondo y siguio a la mujer, sintiendose como si fuera hacia la horca.
Z se detuvo enfrente de la puerta de la habitacion. Iba simplemente a comprobar como estaba Bella y despues iba a ir en linea recta hacia la habitacion de Phury y conseguir sentirse bien y drogado. Odiaba cualquier tipo de bienestar producido por las drogas, pero todo era mejor que esta vehemente urgencia de tener sexo.
Abrio de golpe la puerta y se apoyo en el marco. El aroma del cuarto era como un jardin en plena flor, la cosa mas adorable que alguna vez le habia entrado por la nariz.
El frente de sus pantalones salto, la
– ?Bella? -dijo a la oscuridad.
Cuando oyo un gemido, entro, cerrando la puerta tras el.
Bella estaba retorciendose encima de las mantas, enredada en las sabanas. Cuando lo vio grito, pero entonces se sento, como si deseara calmarse.
– Estoy bien. -Rodo sobre su estomago, juntando los muslos mientras tiraba del edredon sobre su cuerpo-. Estoy… realmente… Va a ser…
Otra oleada salio de ella, tan fuerte que lo impulso hacia atras mientras ella se plegaba como una pelota.
– Vete -gimio ella-. Es peor… cuando estas aqui. Oh…
Cuando ella solto una enfurecida maldicion, Z volvio a trompicones a la puerta a pesar de que su cuerpo rugia para quedarse.
Conseguir salir al pasillo fue como apartar a un mastin de su objetivo, y una vez que cerro la puerta corrio buscando a Phury.
Por todo el pasillo de las estatuas podia olerse lo que habian encendido su hermano y V. Y cuando el irrumpio en la habitacion, el manto de humo era ya casi tan espeso como la niebla.
Vishous y Phury estaban en la cama, con gruesos cigarros entre los dedos, con las bocas apretadas y los cuerpos tensos.
– ?Que demonios estas haciendo aqui? -pregunto V.
– Dame algo -dijo apuntando con la cabeza a la caja de caoba entre ellos.
– ?Por que la has dejado? -V aspiro duro, la punta anaranjada resplandecio mas brillante-. La necesidad no ha