Su cuerpo sufrio espasmo de nuevo, las piernas aplastaban la almohada.

El volvio a mirar hacia la jeringa. Mejor que nada no era lo suficientemente bueno para ella, pero descargarse dentro de ella le parecia un sacrilegio. Maldita fuera, sus eyaculaciones eran la peor de las dos porquerias de opciones que tenia, pero biologicamente hablando, el podia hacer mas por ella que la morfina.

Z se levanto y puso la aguja en la mesita de noche. Entonces se paro y se quito las botas mientras se sacaba la camisa por la cabeza. Se bajo la cremallera, liberando la repugnante y doliente longitud, y quitandose los pantalones de cuero.

El necesitaba dolor para llegar al orgasmo, pero eso no le preocupaba. Demonios, podia herirse lo suficiente como para obtener una liberacion. Para eso tenia colmillos ?no es cierto?

Bella se retorcia en la miseria, mientras el la levantaba y la colocaba sobre la cama. Ella era tan magnifica sobre las almohadas, las mejillas sonrojadas, los labios abiertos, la piel brillando por la necesidad. Pero ella estaba sufriendo.

– Shhh… tranquila -le susurro subiendose a cama. Encima de ella.

Cuando sus pieles desnudas se rozaron, ella gimio y se mordio el labio de nuevo. Esta vez el se agacho y lamio la sangre fresca de su boca. El sabor, el hormigueo electrico de su lengua, le hicieron estremecerse. Lo espanto. Le recordo que llevaba mas un siglo viviendo de un alimento debil.

Con una maldicion empujo todo su estupido y jodido bagaje fuera del camino y se centro en Bella. Sus piernas se apretaban bajo el, y tuvo que forzarlas a separarlas con las manos, entonces los sujeto con los muslos. Cuando le toco el centro con la mano, se sacudio. Ella estaba ardiendo, empapada, hinchada. Ella grito, y el orgasmo que siguio alivio su lucha un poco, sus brazos y sus piernas quedandose quietas, la respiracion volviendose menos dura.

Quizas iba a ser mas facil de lo que pensaba. Quizas Vishous estaba equivocado en que ella necesitaba tener a un hombre dentro. En ese caso, podria hundirse en ella una y otra vez. Chico, amaria hacerlo durante todo el dia. La primera vez que habia puesto su boca sobre ella no le habia durado lo suficiente.

El observo su ropa. Probablemente podia haberse quedado vestido…

La fuerza de la energia que salio de ella fue tan grande que fue como si le hubieran levantado sobre su cuerpo, como si manos invisibles lo hubieran empujado por el pecho. Ella grito con angustia mientras el se cernia sobre ella. Cuando la oleada paso se coloco de nuevo sobre ella. El orgasmo obviamente habia empeorado la situacion, y ahora ella lloraba tan fuerte que las lagrimas ya no caian de sus ojos. Todo lo que ella tenia era un estado de secos jadeos mientras se retorcia y se contorsionaba bajo el.

– Quedate quieta, nalla -dijo el freneticamente-. Dejame entrar en ti.

Pero ella ya estaba demasiado lejos como para oirlo. Tuvo que usar la fuerza para mantenerla en su sitio, empujandola hacia abajo por la clavicula mientras le levantaba una pierna y la separaba hacia un lado. Trato de posicionar la cosa para la penetracion moviendo las caderas, pero no podia obtener el angulo correcto. Incluso atrapada bajo su mayor fuerza y peso, ella continuaba sacudiendose.

Con una maldicion desagradable Z busco entre sus piernas y agarro la cosa que necesitaba usar en ella. Guio al bastardo a su umbral y entonces empujo duro, uniendolos profundamente. Los dos gritaron.

Y entonces el bajo la cabeza y se aferro a la estimada vida, sintiendose perdido en la sensacion de su apretado y resbaladizo sexo. Su cuerpo la tomo, las cadera moviendose como pistones, el castigador, demoledor ritmo creandole una poderosa presion en las pelotas y en el bajo vientre.

Oh, Dios… Una liberacion estaba llegandole. Como la que tuvo en el cuarto de bano cuando ella lo habia sostenido mientras el vomitaba. Solo que mas caliente. Mas salvaje. Fuera de control.

– ?Oh, Jesus! -grito el.

Sus cuerpos estaban agitandose juntos y el estaba mayormente ciego, sudando sobre ella y la esencia vinculante era un rugido a gritos en su nariz… Y entonces ella dijo su nombre y se aferro a el. Su centro lo agarro con espasmos que lo ordenaban hasta… Oh, mierda, Dios, no…

Intento apartarse por reflejo, pero el orgasmo lo alcanzo desde atras, disparandose por su espina dorsal y clavandosele en la parte de atras de la cabeza mientras sentia el alivio disparandose de su cuerpo al de ella. Y la maldita cosa no paro. Le llego en grandes olas, vertiendose en ella, llenandola. No habia nada que pudiera hacer para frenar las erupciones incluso aunque sabia que estaba derramandose en ella.

Cuando termino el ultimo estremecimiento, levanto la cabeza. Los ojos de Bella estaban cerrados, su respiracion era uniforme, los profundos surcos de la cara habian desparecido.

Sus manos le subian por las costillas hacia los hombros y giro la cara hacia su biceps con un suspiro. La calma en la habitacion, en su cuerpo era vibrante. Asi como el hecho de que el habia eyaculado solo porque ella le habia hecho sentirse… bien.

?Bien? No, eso no era suficiente. Le habia hecho sentirse… vivo. Despierto.

Z le acaricio el pelo, esparciendo las oscuras ondas a traves de la cremosa almohada. No habia habido dolor para el, para su cuerpo. Solo placer. Un milagro…

Excepto cuando fue consciente de la humedad que habia donde estaban unidos.

Las implicaciones de lo que le habia hecho le hicieron ponerse nervioso, y no podia luchar contra la compulsion de limpiarla. Salio de ella rapidamente y fue al cuarto de bano donde cogio una toallita. Cuando volvio a la cama, sin embargo, ella habia vuelto a ondular de nuevo, la necesidad remontaba. Miro hacia abajo a si mismo y vio que la cosa que colgaba de su ingle y se alargo y endurecio en respuesta.

– Zsadist… -gimio ella-. Esto… vuelve.

El dejo la toallita y se monto en ella de nuevo, pero antes de introducirse en ella miro sus ojos vidriosos y tuvo un ataque de conciencia. ?Tan alocado era que estaba ansioso por mas cuando las consecuencias eran tan odiosas para ella? Buen Dios, habia eyaculado en ella, y la mierda estaba sobre todas sus hermosas partes y la piel lisa de sus muslos y…

– Puedo drogarte -dijo-. Puedo hacer que no sientas dolor y no tendrias que tenerme dentro. Puedo ayudarte sin herirte.

Bajo la mirada hacia ella, esperando su respuesta, capturado entre su biologia y su realidad.

CAPITULO 31

Butch estaba hecho un completo lio mientras se quitaba el abrigo y se sentaba en la sala de espera del medico.

Lo bueno era que la noche apenas habia caido y cualquier cliente vampiro no apareceria aun. Algun tiempo a solas era lo que necesitaba. Al menos hasta que se recompusiera.

La cosa era, que esta feliz y pequena clinica estaba localizada en el sotano de la mansion de Havers. Lo cual significada que Butch estaba ahora, en este preciso momento, en la misma casa que la hermana del tipo. Sip… Marissa, el vampiro hembra que el queria mas que nada en el planeta, estaba bajo el mismo techo.

Amigo, su obsesion por ella era una pesadilla nueva y diferente. Nunca habia tenido el tipo de sudores como los que tenia por esta mujer antes, y no podia decir que lo recomendara. No mas que un dolor en el culo. Y en el pecho.

Atras en septiembre, cuando vino a verla y ella le cerro sin ni siquiera tener un cara a cara, se juro que no la molestaria de nuevo. Y no lo habia hecho. Tecnicamente. Esas conducciones que habia hecho desde entonces, esas pateticas, afeminadas conducciones en las que el Escalade de alguna forma acababa yendo a su propia casa, aquellas realmente no la habian molestado. Porque ella no lo sabia.

Era tan patetico. Pero mientras ella no tuviera idea de lo azotado que estaba, casi podria manejarlo. Por lo cual era por lo que el estaba al limite esta noche. No queria que lo pillaran frecuentando la clinica en caso de que ella pensara que estaba alli por ella. A fin de cuentas, un hombre tenia que tener su orgullo. Por lo menos, de cara al mundo exterior.

Comprobo el reloj. Habia pasado la friolera de trece minutos. Se imaginaba que la sesion con el psiquiatra duraria una hora, asi que la manilla larga de su Patek Philippe tendria que dar cuarenta y siete vueltas mas antes de que pudiera embutir al chico de vuelta en el coche y largarse de alli.

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