mas que ella.
Desafortunadamente, al Hermano no parecia importarle que estuviera cabreada. Y no se movio de la puerta que bloqueaba.
– Pero quiero verle.
– Ahora no es el mejor momento, Bella.
– ?Cuan serio es el dano?
– Estas son cosas de la Hermandad -dijo Rhage suavemente-. Olvidate de ello. Te haremos saber que pasa.
– Oh, seguro que lo hareis. Igual que cuando me dijisteis que estaba herido. Por el amor de Dios, tuve que enterarme por Fritz.
En ese momento, la puerta se entreabrio.
Zsadist estaba mas serio de lo que alguna vez lo habia visto, y estaba gravemente marcado. Uno de sus ojos estaba hinchado y cerrado, un labio partido, y llevaba el brazo en un cabestrillo. Pequenos cortes aleatorios estaban por todo su cuello y craneo, como si hubiera saltado sobre guijarros o algo por el estilo.
Mientras ella hacia una mueca de dolor, el la miro de arriba a abajo. Los ojos brillaron intermitentes del negro al amarillo, pero entonces miro hacia Rhage hablandole rapidamente.
– Finalmente Phury descansa -inclino la cabeza hacia Bella-. Si ha venido a sentarse a su lado, dejala. Se relajara con su presencia.
Zsadist se dio la vuelta. Mientras caminaba por el vestibulo cojeaba, la pierna izquierda renqueaba tras el como si su muslo no estuviera bien.
Con una maldicion Bella fue tras el, si bien ella no tenia ni idea de por que se tomaba la molestia. No queria aceptar nada de ella, ni su sangre, ni su amor… ciertamente no su simpatia. No queria ninguna maldita cosa de ella.
Bien, excepto su marcha.
Antes de que lo alcanzara, Zsadist se detuvo abruptamente y miro hacia atras.
– ?Si Phury necesita alimentarse, le dejaras tomar tu vena?
Ella se quedo helada. No solo bebia de otra, si no que le resultaba facil compartirla con su gemelo. Un polvo cualquiera, nada especial. Jesus, ?estaba ella tan disponible? ?Nada de lo que compartieron habia significado algo para el?
– ?Le dejaras? -Los ojos recien amarillos de Zsadist se estrecharon en su cara-. ?Bella?
– Si -dijo en voz baja-. Cuidare de el.
– Gracias.
– Creo que ahora mismo te desprecio.
– Ya era hora.
Giro sobre sus talones, preparada para ir andando hacia la habitacion de Phury, cuando Zsadist le dijo suavemente.
– ?Ya tienes el periodo?
Lo miro sobre el hombro.
– He tenido calambres. No tienes que preocuparte por nada.
El asintio.
Antes de que pudiera irse, le pincho.
– Dime algo. Si estuviera embarazada, ?te emparejarias conmigo?
– Te proveeria a ti y a tu bebe hasta que otro macho lo hiciera.
– Mi bebe… ?como si no fuera la mitad tuyo? -cuando no respondio, ella le empujo-. ?No lo reconocerias?
Su unica respuesta fue cruzar los brazos sobre el pecho.
Ella nego con la cabeza.
– Cielos… realmente eres frio hasta la medula, ?no?
La miro fijamente durante mucho tiempo.
– Nunca te he pedido nada, ?no?
– Oh, no. Nunca lo has hecho -dejo escapar una fuerte risa-. Dios te prohibe que seas accesible por eso.
– Cuida de Phury. Lo necesita.
– Tu tambien.
– No me desafies diciendome lo que necesito.
Sin esperar respuesta marcho por el vestibulo hacia la puerta de Phury, empujo fuera a Rhage, y se encerro con el gemelo de Zsadist. Estaba tan cabreada que le tomo un segundo darse cuenta que estaba oscuro y que la habitacion olia como el humo rojo, un delicioso y chocolateado perfume.
– ?Quien hay? -dijo Phury roncamente desde la cama.
Se aclaro la garganta.
– Bella.
Un desigual suspiro se levanto en el aire.
– Hola.
– Hola. ?Como te encuentras?
– Francamente animado, gracias por preguntar.
Sonrio un poco hasta que llego a su altura. Con la vision nocturna, observo que estaba tumbado sobre las mantas, llevando solo un par de boxers. Llevaba una gasa alrededor de su barriga y estaba cubierto de magulladuras. Y… Oh, Dios… su pierna.
– No te preocupes -dijo secamente-. No he tenido ese conjunto de pie y espinilla desde hace un siglo. En realidad estoy bien. Simplemente algun dano estetico.
– ?Entonces por que llevas esa venda como una faja?
– Me hace el culo mas pequeno.
Ella rio. Lo habia esperado medio muerto, y lucia como si hubiera estado en un infierno de pelea. Pero no estaba a las puertas de la muerte.
– ?Que ha pasado? -pregunto.
– Tengo un golpe en el costado.
– ?Con que?
– Con un cuchillo.
Ahora, eso la hizo tambalearse. Quizas solo parecia bien.
– Estoy bien, Bella. Honestamente. Con otras seis horas estare en condiciones de salir. -Hubo un corto silencio-. ?Que esta pasando? ?Estas bien?
– Solo queria ver como estabas.
– Bien… estoy bien.
– Y, ah… ?necesitas alimentarte?
Se tenso, luego abruptamente alcanzo la colcha colocandola sobre las caderas. Ella se pregunto por que estaba actuando como si tuviera algo que esconder…
Por primera vez lo examino como un macho. Realmente era hermoso, con ese primoroso y exuberante pelo, esa cara clasicamente guapa. Su cuerpo era espectacular, cubierto con el tipo de musculo duro del que su gemelo carecia. Pero no importaba cuan bien parecido fuera, no era el macho para ella.
Era una lastima, penso. Para ambos. Dios, como odiaba el lastimarle.
– ?Lo necesitas? -dijo-. ?Necesitas alimentarte?
– ?Te estas ofreciendo?
Ella trago.
– Si. Lo hago. ?Querrias… puedo darte mi vena?
Una oscura fragancia se extendio por la habitacion, tan penetrante que eclipso el aroma del humo rojo: el olor era el denso y rico perfume del hambre de un macho. El hambre de Phury por ella.
Bella cerro los ojos rogando que si la aceptaba, pudiera pasar por ello sin llorar.
Mientras el sol se ponia mas tarde en ese dia, Rehvenge se quedo mirando las telas del funeral que colgaban