lesser ahora. Unicamente el asesino superior tenia esa clase de control fisico sobre sus subordinados.

– Olvidaste dos cosas importantes. -O con indiferencia saco un cuchillo de la funda que colgaba de la pared-. Uno, Omega es muy inconstante. Y dos, tiene una personal predileccion por mi. Realmente no me costo mucho trabajo regresar al redil.

Cuando el cuchillo fue hacia el, U lucho, trato de correr, queria gritar.

– Asi es que di buenas noches, U. Y dale a Omega un enorme ‘hola’ cuando lo veas. Te esta esperando.

Las seis en punto. Casi hora de marcharse.

Bella miro alrededor de la habitacion de huespedes en la que estaba y se imaginaba que habia recogido todo lo que habia traido. No tenia mucho para empezar, y de todas formas, lo habia trasladado todo de la habitacion de Zsadist la noche anterior. La mayoria de sus cosas estaban todavia en la maleta L.L. Bean.

Fritz vendria a por sus cosas de un momento a otro, y las trasladaria hasta Havers y Marissa. Gracias a Dios que el par de hermano y hermana estaban dispuestos a concederle un favor a Rehvenge y acogerla. Su mansion, y la clinica, eran realmente una fortaleza. Incluso Rehv quedo satisfecho de que estaria a salvo.

Luego, a las seis y media, se desmaterializaria hacia alli, y se reuniria con Rehv.

Compulsivamente entro en el bano y reviso tras la cortina de la ducha de nuevo para asegurarse de que tenia el champu. Yup, nada alli. Y tampoco habia dejado nada en el dormitorio. O en la casa, de hecho. Cuando se fuera, nadie notaria nunca que habia estado en la mansion. Nadie lo notaria…

Oh, Cristo. Para ya con eso, penso.

Hubo un golpe en la puerta. Camino hacia alli y la abrio.

– Hola, Fritz, mi maleta esta encima de…

Zsadist estaba de pie en el vestibulo, vestido para pelear. Cueros. Pistolas. Espadas.

Ella salto hacia atras.

– ?Que estas haciendo aqui?

Entro en la habitacion sin decir nada. Pero Jesus, parecia preparado para abalanzarse sobre algo.

– No necesito un guardia armado -dijo Bella, tratando de mantener la calma-. Quiero decir, si eso es todo. Voy a desmaterializarme alli, y la clinica es perfectamente segura.

Zsadist no dijo una palabra. Solo la miraba fijamente, todo poder y fuerza masculina.

– ?Has venido a amenazarme? -dijo bruscamente-. ?O hay una razon para esto?

Cuando cerro la puerta tras el, su corazon empezo a latir mas fuerte. Especialmente cuando oyo que cerraba.

Retrocedio hasta quedar contra la cama.

– ?Que quieres, Zsadist?

Fue hacia ella como si la escudrinara, con los ojos amarillos obsesionados. Su cuerpo era una completa espiral de tension y de repente no hizo falta ser un genio para adivinar que clase de liberacion estaba buscando.

– No me digas que viniste aqui para emparejarte.

– De acuerdo, no lo hice. -Su voz no fue sino un grunido profundo y ronroneante

Saco la mano. Bien, eso marcara la diferencia. El la podia tomar si quisiera, tanto si ella decia que si o no. Solo… que como una idiota no lo rechazaria. Aun tras toda la mierda que le habia echado, todavia lo deseaba. Maldita sea.

– No tendre sexo contigo.

– No estoy aqui por mi -dijo llegando a su altura.

Oh, Dios. Su perfume… su cuerpo… tan cerca. Iba a volverse loca.

– Apartate de mi. Ya no te deseo mas.

– Si, lo haces. Puedo olerlo. -Extendio una mano y toco su cuello, recorriendo con el dedo indice su yugular-. Y puedo sentir el latido de esta vena.

– Te odiare si lo haces.

– Ya me odias.

Si solo fuera verdad…

– Zsadist, de ninguna manera quiero acostarme contigo.

Se inclino hasta que la boca estuvo en su oreja.

– No te estoy pidiendo esto.

– ?Entonces que quieres? -Empujandolo por los hombros. Sin resultado-. ?Maldito seas, por que estas haciendo esto?

– Porque vengo de la habitacion de mi gemelo.

– ?Perdon?

– No le dejaste beber de ti -la boca de Zsadist rozo su cuello. Entonces retrocedio y la miro fijamente-. ?No lo aceptaras nunca, no? Nunca estaras con Phury, no importa cuan correcto sea para ti socialmente, personalmente.

– Zsadist, por todos los infiernos, dejame sola…

– No estaras con mi gemelo. ?Asi que nunca volveras aqui, verdad?

Exhalo rapidamente.

– No, no volvere.

– Y por eso tuve que venir.

La furia hirvio en ella, creciendo hasta convertirse en deseo de sexo.

– No lo comprendo. Has aprovechado cada oportunidad para apartarme. ?Recuerdas el pequeno episodio en el callejon la pasada noche? Bebiste de ella para mandarme a paseo, ?no? No fue por el comentario que hice.

– Bella…

– Y luego quieres que este con tu hermano. Mira, se que no me quieres, pero eres consciente de lo que siento por ti. ?Tienes alguna idea de lo que es que el macho que amas te diga que alimentes a otro?

Dejo caer la mano. Retrocediendo.

– Tienes razon -se restrego la cara-, No deberia estar aqui, pero no puedo dejarte marchar sin… En lo mas profundo de mi mente siempre pense que regresarias. Sabes, para estar con Phury. Siempre pense que te veria otra vez, aunque fuera a distancia.

Que Dios la ayudara, estaba harta de esto.

– ?Por que infiernos te importa si me ves o no?

Solo nego con la cabeza y se volvio hacia la puerta. Lo que la hizo enfadar aun mas.

– ?Contestame! ?Por que te importa si nunca regreso?

Tenia la mano en la manija mientras le gritaba.

– ?Por que te importa?

– No me importa.

Se lanzo a traves de la habitacion con la intencion de pegarle, aranarlo, hacerle dano, estaba tan frustrada. Pero el se dio la vuelta y en vez de abofetearle le agarro la cabeza y lo arrastro hacia su boca. Sus brazos se cerraron alrededor de ella, abrazandola tan fuerte que no podia respirar. Mientras la lengua entraba en su boca, la levanto y se dirigio hacia la cama.

El sexo fiero y desesperado era una mala idea. Una muy mala idea.

Estaban enredados en el colchon en un segundo. Le saco los pantalones y estaba a punto de romper con los dientes las bragas cuando un golpe sono en la puerta.

La voz de Fritz se oyo a traves de los paneles, agradable y respetuosa.

– Senora, si las maletas estan preparadas…

– Ahora no, Fritz -respondio Zsadist con voz gutural. Dejo al descubierto los colmillos, cortando a tiras la seda entre los muslos, lamiendo su centro-. Joder…

La lengua descendio otra vez lamiendola, gimiendo. Ella se mordio el labio para no gritar y agarrandole la cabeza giro sus caderas.

– Oh, amo, le pido perdon. Pense que usted estaba en el centro de entrenamiento…

– Mas tarde, Fritz.

– Desde luego. Cuanto tiempo…

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