mente. Ella se retiro, claramente alarmada por su expresion, no se sorprendio. De ninguno modo ella podria manejar la clase de mierda enferma que era el.

Rehv levanto la cabeza

– Es una oferta generosa, thally. Pero lo mantendremos unilateralmente.

Hubo alivio en su cara cuando su celular comenzo a sonar y lo saco para comprobar la identidad de quien llamaba. Su corazon comenzo a latir, era el encargado de la seguridad de su casa.

– Disculpame un momento.

Despues de que escuchara el mensaje de que alguien habia saltado el muro, activado un buen numero de detectores de movimiento y desconectado la electricidad, Rehv le dijo a su gente que apagara todas las alarmar interiores, queria que el responsable permaneciera dentro.

Tan pronto como viera a Bella, regresaria a casa.

– ?Pasa algo malo? -pregunto Marissa en cuanto cerro el telefono.

– No, en lo absoluto. -Por el contrario.

Cuando la aldaba de la puerta de la calle sono Rehv se puso rigido.

Un doggen paso por delante de la puerta de la sala para atender.

– ?Quieres que os deje solos? -dijo Marissa.

La gran puerta de la mansion se abrio y cerro. Hubo un suave intercambio de voces, una de ellas la del doggen la otra de Bella.

Rehv se apoyo en su baston y se levanto despacio cuando Bella aparecio en la entrada. Llevaba vaqueros azules y una parka negra, y su largo pelo brillaba sobre los hombros. Se veia… viva… sana. Pero habia edad en su cara, nuevas lineas de preocupacion y tension ponian un parentesis en su boca.

Espero a que corriera a sus brazos, pero solamente lo miro fijamente… aislada, inalcanzable. O tal vez solamente estaba tan entumecida despues de todo por lo que habia pasado que ya no tenia ninguna reaccion que mostrar al mundo.

Los ojos de Revh se humedecieron cuando coloco su baston en el piso y fue a ella aun cuando no pudiera sentir la fina alfombra bajo sus zapatos, capto la sorpresa en su cara cuando la atrajo a el.

Dulce virgen, Como deseaba poder sentir la manera en que la abrazaba. Se maldijo por no saber si ella le devolvia el abrazo. No queria forzarla asi que se obligo a dejarla ir.

Cuando dejo caer sus brazos ella se pego a el, no se movio pero permanecio cerca, entonces la abrazo de nuevo.

– Oh… Dios, Rehvenge… – Se estremecio.

– Te amo, hermana mia -dijo suavemente sin verguenza en el momento que era menos del hombre que debia ser.

CAPITULO 42

O salio directamente por la puerta de la mansion de ladrillo dejandola abierta de par en par tras el, mientras bajaba por el sendero, la nieve formaba remolinos en el viento frio.

La vision de aquel retrato era un eco en su cerebro que no lo dejaria, no palideceria. El habia matado a su mujer. Golpeandola tan fuerte que habia muerto. Dios… deberia haberla llevado a un doctor. O tal vez si aquel Hermano lleno de cicatrices no la hubiera robado, tal vez habria vivido… Quizas habia muerto porque la habian trasladado.

Entonces, ?O la habia matado? ?O habria vivido si le hubieran permitido quedarse con el? Que tal si. - Oh joder… Buscar la verdad era algo estupido. Ella estaba muerta y el no tenia nada que enterrar porque aquel Hermano bastardo la habia alejado de el. Punto.

Abruptamente observo las luces de un coche mas adelante. Cuando estuvo mas cerca vio que un SUV negro habia parado ante las puertas.

Ese maldito Beta, ?Que diablos estaba haciendo?, O no habia llamado al asesino para recogerlo. Y el lugar era incorrecto. Espera, el auto era un Range Rover no una Explorer

O corrio a traves de la nieve permaneciendo en las sombras. Estaba a un par de yardas cuando las ventanas del Rover descendieron. Escucho una voz femenina decir:

– Con todo lo que le ha ocurrido a Bella no se si su madre nos recibira pero por lo menos debemos intentarlo.

O camino hasta la puerta y saco su revolver mientras se escondia detras de uno de los pilares. Vio un destello de cabello rojo cuando la mujer detras del volante se asomo y toco el intercomunicador, al lado de ella habia otra mujer en el asiento de pasajeros con el cabello rubio y corto, esta dijo algo y la pelirroja sonrio revelando sus colmillos.

Cuando ella presiono el intercomunicador O dijo con fuerza:

– No hay nadie en casa.

La pelirroja alzo la vista y O apunto su Smith amp; Wesson hacia ella.

– Sarelle corre -grito ella.

O apreto del gatillo.

John estaba profundamente concentrado, y listo para que la cabeza le estrellara contra el vidrio de la ventana por el esfuerzo, cuando alguien llamo a su puerta. Silbo sin mirar por encima del manual.

– ?Eh!, hijo -dijo Tohr-. ?Como va el estudio? -John estiro los brazos sobre la cabeza, e hizo senas.

– Mejor que el entrenamiento fisico.

– No te preocupes por esto, ya vendra.

– Tal vez.

– No, de verdad. Yo me sentia igual despues de mi transicion, fuera de lugar, creeme mejorara.

John sonrio.

– Asi, que llegaste temprano a casa.

– En realidad, pensaba ir al centro y hacer algo del trabajo administrativo que hacen alla. ?Quieres venir? Podrias estudiar en mi oficina.

John asintio y agarro una bufanda, despues cogio sus libros. Un cambio de escenario estaria bien. Estaba somnoliento y aun tenia veintidos paginas mas para estudiar. Alejarse de su cama parecia una buena idea.

Bajaban al salon cuando Tohr se detuvo y se apoyo en la pared, se llevo la mano al corazon y parecio luchar por tomar aliento.

John lo sujeto alarmado por el color del hermano, estaba poniendose realmente gris.

– Estoy bien… -Tohr se froto el esternon, agitado, tomo un par de profundas inhalaciones por la boca.

– No, estoy… Estoy bien, solo tengo un poco de dolor o algo asi, probablemente la porqueria que comi en Taco Bell camino a casa. Estoy perfecto.

Excepto que el hombre estaba palido y enfermo. Entraron al garaje y se acercaron al Volvo.

– Hice que Weiselle se llevara el Range Rover esta noche -dijo Tohr cuando abordaron el coche de ella-. Hice que le pusieran las cadenas para que ella lo usara, odio que conduzca en la nieve. -Parecia hablar por hablar, con palabras rapidas, apresuradas-. Ella piensa que soy sobreprotector.

– ?Estas seguro que quieres que salgamos? -Senalo John-. Se te ve enfermo

Tohr titubeo antes de encender el coche, todo el tiempo masajeandose el pecho bajo la chaqueta de cuero.

– Claro que no, estare bien, no es gran cosa.

Butch miro a Havers trabajar en Phury, las manos del doctor eran estables y seguras mientras le quitaban el vendaje.

Phury no estaba realmente encantado en su papel como paciente, sentado sobre una mesa de examen sin camisa, su enorme cuerpo dominaba el pequeno espacio. Fruncia el ceno como un ogro sacado de un cuento de los Hermanos Grimm.

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