estratos de vegetacion mas fofos hasta sentir que uno se hundia en suelo mojado, y alli abajo, a pocos palmos de la orilla, veiamos la columna de burbujitas que mandaba arriba bufando, como hacen los individuos de edad, o la nubecilla de fango que raspaba con su hocico agudo, siempre hurgoneando, mas por costumbre que por buscar algo.
– ?Tio N'ba N'ga! ?Venimos a verlo! ?Nos esperaba? -gritabamos, chapoteando en el agua con las patas y la cola para atraer su atencion-. ?Le hemos traido insectos nuevos que crecen donde vivimos! ?Tio N'ba N'ga! ?Vio alguna vez cucarachas tan grandes? Pruebe, a ver si le gustan…
– ?Con esas cucarachas hediondas pueden limpiarse las verrugas asquerosas que tienen en el lomo! -La respuesta del tio abuelo era siempre una frase de este tipo, o quiza mas grosera todavia; siempre nos recibia asi, pero no le haciamos caso porque sabiamos que al cabo de un rato terminaba por calmarse, agradecer los regalos y conversar con tono mas cortes.
– ?Que verrugas, tio N'ba N'ga? ?Cuando nos ha visto una verruga?
Esto de las verrugas era un prejuicio de los viejos peces: que a nosotros, que viviamos en lugar seco, nos habian salido en todo el cuerpo muchisimas verrugas que rezumaban un liquido, lo cual era cierto, si, pero solo para los sapos, que nada tenian que ver con nosotros; al contrario, nuestra piel era lisa y resbalosa como jamas la habia tenido ningun pez; y el tio abuelo lo sabia perfectamente, pero no renunciaba a enjaretar en sus discursos todas las calumnias y las prevenciones en que se habia criado. Ibamos a visitar al tio abuelo una vez por ano, toda la familia al mismo tiempo. Era tambien una ocasion para encontrarnos todos, dispersos como estabamos en el continente, intercambiar noticias e insectos comestibles, y discutir viejos asuntos de intereses que habian quedado en suspenso. El tio abuelo terciaba incluso en cuestiones que estaban de el a kilometros y kilometros de tierra firme, como por ejemplo el reparto de las zonas de caza de la libelula, y daba la razon a unos o a otros segun criterios suyos, que eran tambien siempre acuaticos. -?Pero no saben que el que caza en el fondo siempre lleva ventaja al que caza en la superficie? ?De que se quejan, entonces?
– Pero tio, mire, no es cuestion de superficie o de fondo: yo estoy al pie de la colina y el en mitad de la cuesta… Las colinas, recuerde, tio…
Y el: -Al pie de los escollos es donde hay siempre los mejores camarones. -No habia manera de hacerle aceptar como posible una realidad diferente de la suya.
Y sin embargo su juicio seguia teniendo autoridad sobre todos nosotros: terminabamos por pedirle consejo sobre hechos que no entendia, aunque supieramos que podia cometer un error garrafal. Quiza su autoridad le venia justamente de ser un vestigio del pasado, de usar viejos modismos, como: -?Y baja un poco las aletas, compadre! -cuyo significado ni siquiera entendiamos bien.
Tentativas de llevarlo a tierra con nosotros habiamos hecho varias y seguiamos haciendolas; aun mas, en este punto nunca se habia extinguido la rivalidad entre las varias ramas de la familia, porque el que consiguiera llevarse al tio abuelo a su casa se encontraria en una posicion digamos preeminente con respecto a toda la parentela. Era una rivalidad inutil, porque el tio abuelo ni sonaba con dejar la laguna.
– Tio, a sus anos, si supiera que poco nos gusta dejarlo asi siempre solo, con esta humedad… Sabe, se nos ha ocurrido una idea… -empezabamos.
– Me esperaba que lo entendieran -interrumpia el viejo pez-. El gusto de patalear en tierra seca ya se lo han dado, es hora de que vuelvan a vivir como seres normales. Aqui hay agua para todos, y en cuanto a comer, la estacion de las lombrices nunca ha sido mejor. Metanse en el agua en seguida y no se hable mas.
– Pero no, tio N'ba N'ga, ?que esta pensando? Nosotros queriamos llevarlo a un pradito… Vera que bien se encuentra. Le hacemos un pocito humedo, fresco: puede dar todas las vueltas que quiera igual que aqui; pero tambien dar unos pasos alrededor, vera que bien le sienta. Y ademas a su edad el clima de tierra es mas indicado. Vamos, tio N'ba N'ga, no se haga rogar mas: ?viene?
– ?No! -era la respuesta seca del tio abuelo, y metiendose de nariz en el agua desaparecia de nuestra vista.
En un bufido a flor de agua, antes de hundirse con un coletazo todavia agil, nos llegaba la ultima respuesta del tio abuelo: -?Nada de panza en el barro quien tiene pulgas entre las escamas! -que debia de ser un modo de decir de sus tiempos (del tipo de nuestro proverbio nuevo, y mucho mas conciso: 'Al que le pique, que se rasque'), con aquella expresion 'barro' que seguia usando en todas las ocasiones en que nosotros deciamos 'tierra'.
Por aquella epoca me enamore. Pasaba los dias con Lll, persiguiendonos; agil como ella nunca se habia visto ninguna; a los helechos, que en aquel tiempo eran tan altos como arboles, Lll subia hasta la cima de un envion, y las cimas se inclinaban casi hasta el suelo, y ella bajaba de un salto y proseguia su carrera; yo, con movimientos un poco mas lentos y torpes, la seguia. Nos internabamos tierra adentro donde ninguna huella habia marcado jamas el suelo seco y costroso; a veces me detenia espantado de haberme alejado banto de la zona de las lagunas. Pero nada parecia tan lejos de la vida acuatica como ella, Lll: los desiertos de arena y piedra, las praderas, la espesura de los montes, los relieves rocosos, las montanas de cuarzo, ese era su mundo: un mundo como hecho a proposito para ser escrutado por sus ojos oblongos y recorrido por su paso sinuoso. Mirando su piel lisa parecia que nunca hubiesen existido placas y escamas.
Los parientes de Lll me cohibian un poco: eran una de esas familias que por haberse establecido en tierra en una epoca mas antigua, habian terminado por convencerse de que estaban alli desde siempre; una de esas familias en las que hasta los huevos se ponian en lugar seco, protegidos por una cascara resistente; y mirando a Lll en sus brincos, en sus movimientos fulminantes, se veia que habia nacido tal como era ahora, de uno de aquellos huecos calientes de arena y de sol, saltandose a pies juntillas la fase nadante y remolona del renacuajo, todavia obligatoria en nuestras familias menos evolucionadas.
Habia legado el momento de que LII conociese a los mios, y como el mas anciano y autorizado de la familia era el tio abuelo N'ba N'ga, no podia dejar de hacerle una visita para presentarle a mi novia. Pero cada vez que se presentaba una oportunidad, la postergaba lleno de confusion: conociendo los prejuicios en que la habian criado, aun no me habia atrevido a decir a Lll que mi tio abuelo era un pez.
Un dia nos habiamos internado en uno de aquellos aguanosos promontorios que rodean la laguna, donde el suelo mas que de arena esta formado por maranas de raices y vegetacion marchita. Y Lll me lanzo uno de sus habituales desafios o pruebas de coraje:
– Qfwfq, ?hasta donde eres capaz de mantener el equilibrio? ?A ver quien corre mas por la orilla! -y se lanzo adelante con sus piruetas de tierra firme, pero un poco vacilante.
Esta vez me sentia capaz no solo de emularla, sino de vencerla, porque en terreno humedo mis patas encontraban mejor asidero. -?Hasta la orilla cuanto quieras! -exclame-, ?y quiza todavia mas alla!
– ?No digas tonterias! -me contesto-. Mas alla de la orilla, ?como vas a correr? ?Esta el agua!
Tal vez era el momento favorable para sacar el tema de mi tio abuelo. -?Y que? -le dije-. Hay quien corre mas alla de la orilla y quien mas aca.
– ?Estas diciendo cosas sin pies ni cabeza!
– ?Digo que mi tio aquelo N'ba N'ga esta en el agua como nosotros en tierra, y nunca ha salido de ella!
– ?Aja! ?Quisiera conocer a ese N'ba N'ga!
No habia terminado de decirlo y en la turbia superficie de la laguna gorgotearon burbubitas, se formaron algunos remolinos y afloro un hocico todo cubierto de escamas espinosas.
– Bueno, aqui estoy, ?que hay? -dijo el tio abuelo, mirando a Lll con ojos redondos e inexpresivos como piedras y haciendo latir las branquias a los lados del enorme gaznate. Jamas el tio abuelo me habia parecido tan distinto de nosotros: un monstruo hecho y derecho.
– Tio, si me permite, esta… tengo el gusto de presentarle a… mi prometida, Lll -y senale a mi novia, que quien sabe por que se habia incorporado sobre las patas de atras, en una de sus actitudes mas rebuscadas y por cierto menos gratas para aquel viejo zafio.
– ?De modo, senorita, que ha venido a mojarse un poco la cola? -dijo el tio abuelo, una frase que en su tiempo quiza fuera una galanteria, pero que a no sotros nos sonaba directamente indecente.
Mire a Lll, seguro de verla pegar media vuelta y largarse con un chillido escandalizado. Pero no habia calculado cuan fuerte era en ella lo que le habian ensenado: ignorar toda vulgaridad del mundo circundante. -Escuche, esas plantitas -dice, desenvuelta, y senala ciertas juncias que crecian gigantescas en medio de la laguna-, digame, las raices, ?donde las hunden?
Una pregunta de las que se hacen para seguir la conversacion, ?que podia importarle a ella de las juncias! Pero parecia que el tio abuelo no esperaba nada mejor para ponerse a explicar el porque y el como de las raices de los arboles flotantes y la forma en que se podia nadar entre ellas, mas todavia: los mejores lugares para cazar estaban