alli debajo.
No la terminaba nunca. Yo bufaba, trataba de interrumpirlo. Pero en cambio, ?que hace la impertinente? ?No se pone a darle cuerda? -Ah, si, ?usted caza entre las raices flotantes? ?Que interesante!
Yo queria que me tragara la tierra de verguenza.
Y el: -No son cuentos: ?alli hay lombrices como para darse un atracon! -Y sin pensarlo mas, se zambulle. Una zambullida agil, como nunca se la habia visto; y un salto en alto: brinca fuera del agua cuan largo es, con las escamas todas manchadas, desplegando los abanicos espinosos de las aletas; despues de describir en el aire un lindo semicirculo, vuelve a caer sumergiendose de cabeza, y desaparece rapido con una especie de movimiento en espiral de la cola falcada.
Ante este espectaculo, el discursito que me habia preparado para justificarme apresuradamente ante Lll, aprovechando el alejamiento del tio abuelo: 'Sabes, hay que comprenderlo, con esa idea fija de vivir como un pez, ha terminado por parecerse a un pez de verdad…', se me atraganto. Ni yo mismo sabia hasta que punto era pez el hermano de mi abuela. Dije apenas: -Lll, es tarde, vamos… -y ya el tio desaparecia sosteniendo entre sus labios de escualo un feston de lombrices y algas barrosas.
No podia creerlo cuando nos despedimos, pero trotando en silencio detras de Lll pensaba que ahora ella comenzaria a hacer sus comentarios, es decir, que todavia no habia llegado lo peor para mi. Y entonces Lll, sin detenerse se vuelve apenas hacia mi y: -?Simpatico tu tio! -dice, y nada mas. Frente a su ironia, ya mas de una vez me habia sentido desarmado; pero el frio glacial que me dio esta respuesta fue tal que hubiera preferido no verla mas antes de enfrentar nuevamente el tema.
Pero seguiamos viendonos, saliendo juntos, y no volvio a hablar del episodio de la laguna. Yo me sentia inseguro: era inutil que tratara de convencerme de que ella se habia olvidado; cada tanto me asaltaba la sospecha de que se callaba para poder avergonzarme de alguna manera clamorosa, delante de los suyos, o de que -y esta hipotesis era todavia peor para mi- solo por compasion se esforzaba por hablar de otra cosa. Hasta que, de buenas a primeras, una buena manana no sale diciendome: -Oye, ?no me llevas mas a ver a tu tio?
Con un hilo de voz pregunte: -?Estas bromeando?
Pero no, hablaba en serio, no veia la hora de volver a echar un parrafito con el viejo N'ba N'ga. Yo ya no entendia nada.
Aquella vez, la visita a la laguna fue mas larga. Nos tendimos los tres en una orilla en declive, el tio abuelo mas bien del lado del agua, pero tambien nosotros a medias sumergidos, tanto que viendonos de lejos, estirados uno junto al otro, no se hubiera sabido quien era terrestre y quien acuatico.
El pez empezo con su tema habitual: la superioridad de la respiracion en el agua con respecto a la aerea, con todo su repertorio de vituperios: '?Ahora Lll le salta encima y le devuelve la pelota!', pensaba yo. Pero se ve que aquel dia Lll empleaba otra tactica: discutia con aplicacion, defendiendo nuestros puntos de vista, pero como si tomara muy en serio los del viejo N'ba N'ga.
Las tierras emergidas, segun el tio abuelo, eran un fenomeno limitado: desaparecian como habian aparecido o, en todo caso, sufririan continuos cambios: volcanes, helamientos, terremotos, corrugaciones, mutaciones de clima y de vegetacion. Y nuestra vida en medio de todo eso tendria que hacer frente a transformaciones continuas, en las cuales poblaciones enteras desaparecerian y solo sobreviviria el que estaba dispuesto a cambiar las bases de la propia existencia tanto que las razones por las cuales valia la pena vivir serian completamente distintas y se olvidarian.
Una perspectiva que se daba de narices con el optimismo en que nosotros, hijos de la costa, habiamos sido criados y que yo rebatia con protestas escandalizadas. Pero para mi, la verdadera, viviente refutacion de aquellos argumentos era Lll: veia en ella la forma perfecta, definitiva, nacida de la conquista de los territorios emergidos, la suma de las nuevas, ilimitadas posibilidades que se abrian. ?Como podia el tio abuelo pretender negar la realidad encarnada por Lll? Yo ardia de pasion polemica y me parecia que mi companera se mostraba demasiado paciente y comprensiva con nuestro contradictor.
Es cierto que aun para mi -que estaba habituado a oir de boca del tio abuelo solo refunfunos e improperios- esta argumentacion tan bien hilada sonaba como una novedad, aunque aderezada de expresiones anticuadas y enfaticas y con la comicidad que le daba su caracteristica tonada. Pasmaba tambien oirle dar pruebas de una competencia minuciosa -aunque totalmente exterior- acerca de las tierras continentales.
Pero Lll, con sus preguntas, trataba de hacerle hablar lo mas posible de la vida bajo el agua; y desde luego este era el tema sobre el cual la argumentacion del tio abuelo era mas precisa y por momentos conmovida. Frente a las incertidumbres de la tierra y el aire, lagunas y mares y oceanos representaban un futuro de segundad. Alli los cambios serian minimos, los espacios y las provisiones sin limites, la temperatura encontraria siempre su equilibrio, en una palabra, la vida se conservaria como se habia desenvuelto hasta ahora, en sus formas plenas y perfectas, sin metamorfosis o anadidos de dudoso exito, y cada uno podria ahondar en la propia naturaleza, llegar a la esencia de si mismo y de toda cosa. El tio abuelo hablaba del porvenir acuatico sin adornos o ilusiones, no se le ocultaba los problemas incluso graves que se presentarian (el mas inquietante de todos: el aumento de la salinidad); pero eran problemas que no trastornarian los valores y las proporciones en que el creia.
– ?Pero nosotros ahora galopamos por valles y montanas, tio! -exclame, en mi nombre y sobre todo en el de Lll, que en cambio estaba callada.
– ?Anda, renacuajo, que en cuanto te pones en remojo te sientes como en tu casa! -me apostrofo, volviendo al tono que siempre le habia oido emplear con nosotros.
– ?No cree, tio, que si ahora quisieramos aprender a respirar bajo el agua seria demasiado tarde? -pregunto Lll, seria, y yo no sabia si sentirme halagado porque habia llamado tio a mi viejo pariente, o desorientado porque ciertas preguntas (por lo menos asi estaba acostumbrado a pensar yo) no se planteaban siquiera.
– ?Si te interesa, estrella -dijo el pez-, te enseno en seguida!
Lll lanzo una carcajada extrana y finalmente se echo a correr, a correr tanto que yo no podia seguirla.
La busque por llanuras y colinas, llegue a la cima de un espolon de basalto que dominaba en torno el paisaje de desiertos y bosques circundado por las aguas. Lll estaba alli. Claro, era esto lo que habia querido decirme -?yo lo habia entendido!- cuando escuchaba a N'ba N'ga y despues al escapar y refugiarse alli arriba: que habia que estar en nuestro mundo con la misma fuerza con que el viejo pez estaba en el suyo.
– Yo estare como el tio alla -grite, farfullando un poco, despues me corregi-: ?Estaremos los dos, juntos! - porque era cierto que sin ella no me sentia seguro.
Y entonces Lll ?que me contesto? Todavia hoy, a tantas eras geologicas de distancia, me ruborizo al recordarlo. Respondio: -?Anda, renacuajo, te faltan unas para guitarrero! -y yo no sabia si queria remedar al tio abuelo para burlarse de el y de mi al mismo tiempo, o si de veras habia adoptado como suya la actitud de aquel viejo carcamal hacia el sobrino nieto, y tanto una como otra hipotesis eran desalentadoras, porque las dos significaban que ella me consideraba a mitad de camino, alguien que no estaba comodo ni en un mundo ni en el otro.
?La habia perdido? En la duda me precipite a reconquistarla. Empece con las proezas: en la caza de insectos voladores, en el salto, en la excavacion de cuevas subterraneas, en la lucha con los mas fuertes de los nuestros. Me enorgullecia de mi mismo, pero cada vez que hacia algo esforzado, ella no estaba presente para verme: desaparecia continuamente, no se sabia donde iba a esconderse.
– ?Sabes -me dijo, contenta, al verme-, las patas funcionan perfectamente como aletas!
– Que inteligente, lindo paso adelante -no pude menos de comentar con sarcasmo.
Era un juego para ella, yo comprendia. Pero un juego que no me gustaba. Debia llamarla a la realidad, al futuro que nos aguardaba.
Un dia la espere en medio de un bosque de altos helechos que se desplomaba en el agua.
– Lll, tengo que hablarte -dije apenas la vi-, ya te has divertido bastante. Tenemos cosas mas importantes por delante. He descubierto un pasaje en la cadena de montes: del otro lado se extiende una inmensa llanura de piedra, hace poco abandonada por las aguas. Seremos los primeros en establecernos alli, poblaremos territorios ilimitados, nosotros y nuestros hijos.
– El mar es ilimitado -dijo Lll.
– Dejate de repetir las patranas de ese viejo chocho. El mundo es del que tiene piernas, no de los peces, lo sabes.
– Lo que se es que el es alguien -dijo Lll.
– ?Y yo?
– No hay nadie con piernas que sea como el.
– ?Y tu familia?