celeste alguien me habia visto y la historia volvia a salir a la luz justo ahora.
Naturalmente, estaba en condiciones de explicar todo lo que habia sucedido, y como habia podido suceder, y hacer comprensible, si no del todo justificable, mi manera de obrar. Pense en responder en seguida tambien yo con un cartel, empleando una formula defensiva como DEJENME QUE LES EXPLIQUE, o si no, HUBIERA QUERIDO VERLOS EN MI LUGAR, pero esto no habria bastado y la explicacion habria sido demasiado larga para una inscripcion sinsintetica que resultase legible a tanta distancia. Y sobre todo debia estar atento a no dar un paso en falso, o sea a no subrayar con una explicita admision mia aquello a lo cual el TE HE VISTO se limitaba a aludir. En una palabra, antes de dejarme sacar una declaracion cualquiera tendria que saber exactamente que habian visto desde la galaxia y que no; y para eso no habia mas que preguntarlo con un cartel del tipo de: ?PERO HAS VISTO TODO O APENAS UN POCO?, o bien: VEAMOS SI DICES LA VERDAD: ?QUE HACIA?, y despues esperar el tiempo necesario para que desde alla vieran mi letrero, y el tiempo igualmente largo para que yo viese la respuesta de ellos y pudiera proceder a las necesarias rectificaciones. El conjunto habria llevado otros doscientos millones de anos, incluso algunos millones de anos mas, porque mientras las imagenes iban y venian a la velocidad de la luz, las galaxias seguian alejandose entre si y ahora aquella constelacion ya no estaba donde yo la veia, sino un poco mas alla, y la imagen de mi cartel debia de correrle detras. En fin, era un sistema lento que me hubiera obligado a discutir repetidamente, mas de cuatrocientos millones de anos despues de sucedidos, acontecimientos que hubiera querido hacer olvidar en el tiempo mas breve posible. La mejor linea de conducta que se me presentaba era hacer como si nada, minimizar el alcance de lo que podian haber llegado a saber. Por eso me apresure a exponer bien a la vista un cartel que decia simplemente: ?Y QUE HAY CON ESO? Si los de la galaxia habian creido ponerme en aprietos con su TE HE VISTO mi calma los desconcertaria, y se convencerian de que no era cosa de demorarse en ese episodio. Si en cambio no tenian a mano muchos elementos en mi contra, una expresion indeterminada como ?Y QUE HAY CON ESO? serviria de cauto sondeo de la extension que cabia dar a la afirmacion TE HE VISTO. La distancia que nos separaba (de su muelle de los cien millones de anos-luz hacia un millon de siglos que la galaxia habia zarpado adentrandose en la oscuridad) haria quiza menos evidente que mi ?Y QUE HAY CON ESO? replicaba al TE HE VISTO de doscientos millones de anos atras, pero no me parecio oportuno incluir en el cartel referencias mas explicitas, porque si la memoria de aquella jornada, pasados tres millones de siglos, se habia ido oscureciendo, no queria ser justamente yo el que la refrescara.
En el fondo la opinion que podian haberse formado de mi en aquella particular ocasion no debia preocuparme excesivamente. Los hechos de mi vida, los que se habian sucedido desde aquel dia en adelante durante anos y siglos y milenios, hablaban -por lo menos la gran mayoria- en mi favor; por lo tanto, no tenia mas que dejar hablar a los hechos. Si desde aquel lejano cuerpo celeste habian visto lo que yo hiciera un dia de doscientos millones de anos atras, me habrian visto tambien al dia siguiente, y al otro, y al otro, y habrian modificado poco a poco la opinion negativa que de mi podian haberse formado juzgando precipitadamente a base de un episodio aislado. Mas aun, bastaba que pensara en el numero de anos que habian pasado desde el TE HE VISTO para convencerme de que aquella mala impresion hacia tiempo ya que se habia borrado, sustituyendola una valoracion probablemente positiva y, por lo tanto, mas concorde con la realidad. Pero esta certeza racional no bastaba para darme respiro: mientras no tuviera la prueba de un cambio de opinion en mi favor, me duraria la desazon de haber sido sorprendido en una situacion incomoda e identificado con ella, clavado alli.
Ustedes diran que bien podia importarseme un bledo de lo que pensaban de mi algunos habitantes desconocidos de una constelacion aislada. En realidad, lo que me preocupaba no era la sospecha de que las consecuencias de haber sido visto por ellos podian no tener limites. En torno a aquella galaxia habia muchas otras, algunas de un radio inferior a cien millones de anos-luz, con observadores que tenian los ojos bien abiertos: el cartel TE HE VISTO, antes de que yo lograse divisarlo lo habian leido seguramente habitantes de otros cuerpos celestes, y lo mismo habria ocurrido despues en las constelaciones cada vez mas distantes. Aunque ninguno pudiera saber con precision a que situacion especifica aquel TE HE VISTO se referia, esa indeterminacion no habria pesado para nada en mi favor. Es mas, como la gente esta siempre dispuesta a dar credito a las peores conjeturas, lo que de mi podia haber sido efectivamente visto a cien millones de anos-luz de distancia, era en el fondo cosa de nada en comparacion con todo lo que en otro lugar se podia imaginar que habia sido visto. La mala impresion que podia haber dejado durante aquella momentanea indelicadeza de dos millones de siglos atras se agigantaba, pues, y se multiplicaba refractandose a traves de las galaxias, y no me era posible desmentirla sin empeorar la situacion, dado que, no sabiendo a que extremas deducciones calumniosas podian haber llegado los que me habian visto directamente, no tenia idea de por donde empezar y donde terminar mis desmentidos.
En este estado de animo seguia todas las noches mirando en torno con el telescopio. Y al cabo de dos noches me di cuenta de que tambien en una galaxia situada a cien millones de anos y un dia-luz habian puesto el cartel TE HE VISTO. No cabia duda de que tambien ellos se referian a aquella vez: lo que siempre habia tratado de esconder habia sido descubierto no desde un cuerpo celeste solamente, sino tambien desde otro, situado en una zona completamente distinta del espacio. Y desde otros mas: en las noches siguientes continue viendo nuevos carteles con el TE HE VISTO que se levantaban en nuevas constelaciones. Calculando los anos-luz resultaba que la vez que me habian visto era siempre aquella. A cada uno de los TE HE VISTO yo contestaba con carteles tenidos de una desdenosa indiferencia, como: ?AH, SI? MUCHO GUSTO, o si no, POR LO QUE ME IMPORTA, o tambien de una insolencia casi provocativa, como TANT PIS, o bien ?CUCU, SOY YO!, pero siempre manteniendome en guardia.
Por mas que la logica de los hechos me hacia mirar el futuro con razonable optimismo, la convergencia de todos aquellos TE HE VISTO en un unico punto de mi vida, convergencia seguramente fortuita debida a particulares condiciones de visibilidad interestelar (unica excepcion, un cuerpo celeste en el cual, siempre correspondiendo a aquella misma fecha, aparecio un cartel NO SE VE NI MEDIO), me ponia como sobre ascuas.
Era como si en el espacio que contenia todas las galaxias la imagen de lo que habia hecho aquel dia se proyectara en el interior de una esfera que se dilataba continuamente a la velocidad de la luz: los observadores de los cuerpos celestes que iban entrando en el radio de la esfera estaban en condiciones de ver lo que habia sucedido. A su vez podia considerarse que cada uno de esos observadores estaba en el centro de una esfera que se dilataba tambien a la velocidad de la luz, proyectando todo alrededor la inscripcion TE HE VISTO de sus carteles. Al mismo tiempo todos esos cuerpos celestes formaban parte de galaxias que se alejaban una de otra en el espacio a velocidad proporcional a la distancia, y cada observador que daba muestras de haber recibido un mensaje, antes de poder recibir el segundo se habia alejado ya en el espacio a una velocidad cada vez mayor. En cierto momento las galaxias mas lejanas que me habian visto (o que habian visto el cartel TE HE VISTO de una galaxia mas cercana a nosotros, o el cartel HE VISTO EL TE HE VISTO de una un poco mas alla) llegarian al umbral de los diez millares de millones de anos-luz, pasado el cual se alejarian a trescientos kilometros por segundo, es decir, mas veloces que la luz, y ninguna imagen podria alcanzarlas mas. Habia, pues, el riesgo de que se quedaran con su provisional opinion equivocada sobre mi, que desde aquel momento se volveria definitiva, no rectificable, inapelable y por eso, en cierto sentido, justa, esto es, correspondiente a la verdad.
Era, pues, indispensable que cuanto antes se aclarara el equivoco. Y para aclararlo podia confiar en una sola cosa: que, despues de aquella vez, hubiera sido visto otras veces en que daba de mi una imagen completamente distinta, es decir -no tenia dudas al respecto-, la verdadera imagen de mi que debia tenerse presente. Ocasiones, en el curso de los ultimos doscientos millones de anos, no me habian faltado, y me hubiera bastado una sola, muy clara, para no crear confusiones. Por ejemplo, recordaba un dia durante el cual habia sido realmente yo mismo, esto es, yo mismo de la manera en que queria que los otros me vieran. Ese dia -calcule rapidamente- habia sido hacia justo cien millones de anos-luz. Por lo tanto desde la galaxia situada a cien millones de anos-luz me estaban viendo justo ahora en esa situacion tan halagadora para mi prestigio, y la opinion de aquellos sobre mi seguramente iba cambiando, corrigiendo e incluso desmintiendo la primera fugaz impresion. Justo ahora o casi, porque en ese momento la distancia que nos separaba debia de ser no ya de cien millones de anos-luz, sino de ciento uno por lo menos; en consecuencia, no tenia mas que esperar un numero igual de anos para dar tiempo a que la luz de alli llegara aqui (la fecha exacta en que ocurriria fue calculada en seguida, teniendo en cuenta incluso la 'constante de Hubble') y conoceria su reaccion.
El que hubiera logrado verme en el momento x con mayor razon me habria visto en el momento y, y como mi imagen en y era mucho mas persuasiva que la de x -dire mas: sugestiva, de esas que una vez vistas no se olvidan nunca-, en y seria recordado, mientras cuanto de mi habia sido visto en x se olvidaria inmediatamente, se borraria, quiza despues de haberlo traido fugazmente a la memoria, a modo de despedida, como para decir: piensen, a alguien que es como y puede ocurrir que se lo vea como x y creer que sea realmente como x cuando es evidente que es absolutamente como y.