entregue el paquete. Era un obsequio, dije, y me marche.

»No volvi a vedo en tres semanas. Supuse que Jean estaba disfrutando de mi regalo, ya que yo no podria disfrutar de mis ahorros en mucho tiempo. Supe mas adelante que aquel angel de trapo y carton apenas sobrevivio un dia. Anne lo encontro y lo quemo. Cuando le pregunto de donde lo habia sacado, Jean, que no queria implicarme, dijo que lo habia hecho con sus propias manos.

»Y cierto dia, el castigo fue mucho mas terrible.

Anne, fuera de si, llevo a su hijo al sotano y lo encerro alli, amenazandolo con que esta vez la sombra iria a por el en la oscuridad y se lo llevaria para siempre.

»Jean Neville paso alli una semana entera. Su madre se habia complicado en un altercado en el mercado de Les Halles y la policia la encerro, junto con otros tantos, en una celda comunal. Cuando la soltaron, estuvo vagando por las calles durante dias.

»A su regreso, encontro la casa vacia y la puerta del sotano atrancada. Unos vecinos la ayudaron a derribada. El sotano estaba desierto. No habia senal de Jean por ninguna parte…

Lazarus hizo una pausa. Simone guardo silencio, esperando a que el fabricante de juguetes finalizase su relato.

– Nadie volvio a ver a Jean Neville en el barrio.

La mayoria de quienes tuvieron conocimiento de la historia supusieron que el muchacho habia huido por alguna trampilla del sotano y habia puesto tanta distancia entre el y su madre como habia podido. Supongo que eso es lo que sucedio, aunque si le hubiese preguntado usted a su madre, que paso semanas, meses, llorando desconsoladamente la perdida del muchacho, estoy seguro de que le hubiese dicho que la sombra se lo habia llevado… Le he dicho antes que yo fui probablemente el unico amigo de Jean Neville. Seria mas justo decir que fue al reves. El fue mi unico amigo. Anos mas tarde, me prometi que, si estaba en mi mano, nunca jamas ningun nino quedaria privado de un juguete. Ningun nino volveria a vivir la pesadilla que atormento la infancia de mi amigo Jean. Todavia hoy me pregunto donde estara, si vive todavia. Supongo que le parecera una explicacion un tanto extrana…

– En absoluto -respondio ella, su rostro camuflado en las sombras.

Simone salio a la luz y esbozo una amplia sonrisa para recibir a Lazarus.

– Se hace tarde -dijo suavemente el fabricante de juguetes-o Debo ir a ver a mi esposa.

Simone asintio.

– Gracias por su compania, madame Sauvelle -dijo Lazarus, retirandose de la habitacion en silencio.

Ella lo observo partir y respiro profundamente.

La soledad trazaba extranos laberintos.

El sol empezaba a declinar sobre la bahia y las lentes del faro destilaban destellos de ambar y escarlata sobre el mar. La brisa era ahora mas fresca y el cielo se tenia de un azul claro, surcado por algunas nubes que viajaban perdidas como zepelines de algodon blanco. Irene yacia ligeramente apoyada contra el hombro de Ismael, en silencio.

El muchacho dejo que uno de sus brazos la rodease lentamente. Ella alzo los ojos. Sus labios estaban entreabiertos y temblaban imperceptiblemente. Ismael sintio un cosquilleo en el estomago y oyo un extrano repiqueteo en sus oidos. Era su propio corazon, martilleando a toda velocidad. Paulatinamente, los labios de ambos se aproximaron con timidez. Irene cerro los ojos. Ahora o nunca, parecia susurrar una voz dentro de Ismael. El muchacho opto por la opcion ahora y dejo que su boca acariciase la de Irene. Los siguientes diez segundos duraron diez anos.

Mas tarde, cuando ambos sintieron que ya no existia una frontera entre ellos, que cada mirada y cada gesto era una palabra de un lenguaje que solo ellos podian comprender, Irene e Ismael permanecieron abrazados en silencio en lo alto del faro. Si hubiese dependido de ellos, habrian seguido alli hasta el dia del Juicio.

– ?Donde te gustaria estar dentro de diez anos? -pregunto Irene de improviso.

Ismael se paro a meditar la respuesta. No era facil.

– Menuda pregunta. No lo se.

– ?Que es lo que te gustaria hacer? ?Seguir los pasos de tu tio en el barco?

– No creo que fuese una buena idea.

– ?Que, entonces? -insistio ella.

– No se, supongo que es una tonteria…

– ?Que es una tonteria?

Ismael se sumio en un largo silencio. Irene espero pacientemente.

– Seriales para la radio. Me gustaria escribir seriales para la radio -afirmo Ismael finalmente.

Ya lo habia soltado.

Irene le sonrio. Otra vez aquella sonrisa indefinible y misteriosa.

– ?Que clase de seriales?

Ismael la observo cuidadosamente. No habia hablado de ese tema con nadie y no se sentia en terreno seguro al hacerlo. Tal vez lo mejor era plegar velas y volver a puerto.

– De misterio -contesto finalmente, dudando.

– Pensaba que no creias en los misterios.

– No hace falta creerselos para escribir sobre ellos -replico Ismael-. Hace tiempo que colecciono recortes sobre un individuo que hace seriales de radio. Se llama Orson Welles. Tal vez podria intentar trabajar con el…

– ?Orson Welles? No he oido hablar de el, pero supongo que no sera una persona accesible. ?Tienes alguna idea ya?

Ismael asintio vagamente.

– Tienes que prometerme que no se lo contaras a nadie.

La muchacha alzo la mano solemnemente. La actitud de Ismaelle parecia infantil, pero el asunto la intrigaba.

– Sigueme.

Ismaella condujo de vuelta a la vivienda del farero. Una vez alli, el chico se acerco a un cofre que reposaba en uno de los rincones y lo abrio. Sus ojos brillaban de excitacion.

– La primera vez que vine aqui estuve buceando y descubri los restos del bote en que se supone que se ahogo aquella mujer hace veinte anos -dijo en tono enigmatico-o ?Te acuerdas de la historia que te conte?

– Las luces de septiembre. La dama misteriosa desaparecida en la tormenta… -recito Irene. -Exacto. ?Adivinas que encontre entre los restos del bote?

– ?Que?

Ismael introdujo las manos en el cofre y extrajo un pequeno libro encuadernado en piel, cobijado por una especie de caja metalica, apenas del tamano de una pitillera.

– El agua ha borrado alguna de las paginas, pero todavia hay fragmentos que pueden leerse. -? Un libro? - pregunto Irene, intrigada.

– No es un libro cualquiera -aclaro el-o Es un diario. Su diario.

El Kyaneos zarpo de vuelta a la Casa del Cabo poco antes del crepusculo. Un campo de estrellas se extendia sobre el manto azul que cubria la bahia y la esfera sangrante del sol se sumergia lentamente en el horizonte, como un disco de hierro candente. Irene observaba en silencio a Ismael mientras pilotaba el velero. El muchacho le sonrio y siguio con la mirada en las velas, atento a la direccion del viento que se despertaba a poniente.

Antes que a el, Irene habia besado a dos chicos.

El primero, el hermano de una de sus amigas en el colegio, fue mas un experimento que otra cosa. Queria saber que se sentia al hacer aquello. No le habia parecido gran cosa. El segundo, Gerard, estaba mas asustado que ella, y la experiencia no habia disipado sus sospechas acerca del tema. Besar a Ismael habia sido diferente. Habia sentido una especie de corriente electrica recorriendo su cuerpo al rozar sus labios. Su tacto era diferente. Su olor era diferente. Todo en el era diferente.

– ?En que estas pensando? -le pregunto esta vez a ella Ismael, intrigado ante su semblante meditabundo.

Irene compuso un gesto enigmatico, alzando una ceja.

El se encogio de hombros y siguio pilotando el velero rumbo al cabo. Una bandada de aves los escolto hasta el embarcadero entre los acantilados. Las luces de la casa dibujaban estelas danzantes sobre la pequena cala. A lo lejos, los reflejos del pueblo trazaban una senda de estrellas sobre el mar.

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